El juzgado considera que hubo crimen, pero cierra el caso del Ejido sin encontrar al culpable

Argumenta que en dos años no se ha podido identificar al autor

I. Herrera
11/12/2018
 Actualizado a 15/09/2019
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«De lo actuado aparecen indicios de delito de homicidio o asesinato», dice el Juzgado de Instrucción número 4 de los de León en el auto emitido el pasado 3 de diciembre en el que, sin embargo, procede a cerrar la causa porque no se ha encontrado un presunto culpable (o culpables) al que juzgar. De este modo, el crimen de Jorge, el hombre que murió tras recibir más de 15 puñaladas en el salón de su casa un sábado por la tarde en el barrio leonés del Ejido quedaría impune mientras, en alguna parte, quien empuño el cuchillo lee en estas páginas que se cierra el caso.

Aunque la acusación particular, que ejerce el abogado Fernando Rodríguez Santociles en nombre del hijo de la víctima y la madre del niño, no se conforma con que este trágico suceso quede enterrado con esta resolución y pide que se reabra, que se siga investigando y que se tome declaración, ahora en calidad de investigado, a uno de los testigos que ya pasó por sede judicial, pues las últimas testificales practicadas a una vecina de la víctima hace sólo unas semanas vuelcan las sospechas sobre él.

Desde un primer momento, la familia de Jorge ha considerado insuficientes y tardías las pesquisas realizadas por la Policía Nacional. Son muchas las incógnitas a las que consideran que no se ha buscado respuesta y no están dispuestos a que la muerte de Jorge caiga en el olvido sin agotar todas las posibilidades.

La víctima, de 48 años de edad, era toxicómano, trapicheaba con drogas y es probable que su muerte estuviera relacionada con algún tipo de ajuste de cuentas. Pero Jorge también era padre, hermano, hijo, vecino y amigo, y sus allegados exigen justicia a un crimen que, a juzgar por la «complejidad» con el que lo pintan, parece ser el crimen perfecto.

Ya el pasado 17 de febrero, este juzgado dictaba el sobreseimiento provisional de la causa por «no constar autor conocido», pero lograron volver a reabrirlo con dos investigados y una nueva toma de declaraciones a los testigos. La clave para la reapertura del caso fue una pareja que, en el momento de los hechos, vivía en una calle paralela a la del domicilio de la víctima y las ventanas de ambos pisos daban al mismo patio interior. Según recordaba la mujer era un sábado, entre las seis y la siete de la tarde, y ella se encontraba en la cocina de su vivienda preparando la cena porque tenía una reunión familiar. Estaba sola, tenía las ventanas abiertas y la campana extractora encendida, pero le pareció escuchar unos gritos y, según su testimonio, apagó la campana para escuchar mejor. Incluso habría salido a la terraza para comprobar de dónde venían los «gritos de dolor» que salían del edificio de enfrente.

Vio a un individuo «apoyado de espaldas en la pared de la habitación empuñando las manos con mucha fuerza y bramando con rabia» hasta que «llegó un momento que pareció relajarse respirando profundamente y quedándose observando de frente hacia el suelo».

Según su relato, luego habría perdido de vista a ese individuo hasta que le volvió a ver entrar en la cocina de forma muy rápida quedando de espaldas a ella y un poco agachado apoyado en una lavadora. En ningún momento pudo verle la cara, pero le describía como un hombre joven, de entre 30 y 40 años de edad, de más de metro setenta de altura, complexión normal tirando a un poco ancho, piel morena, pelo corto, moreno y tupido, y con bermudas blancas con bolsillo laterales, deportivas blancas y una camiseta azul.

La acusación considera que hay hilo del que seguir tirando para tratar de encontrar el autor de la muerte de Jorge y confía en que éste tampoco sea el último capítulo de este crimen sin resolver.

Los hechos

El 20 de junio de 2016 fue lunes. En torno a las siete y media de la tarde de aquel día, un cerrajero abría la puerta de una vivienda del barrio del Ejido en presencia de una dotación de Policía Local y el hermano de Jorge, morador de la casa, ante la sospecha de que algo le hubiera podido suceder. Su cuerpo apareció tendido en el suelo en el salón de la vivienda entre un charco de sangre. El informe de autopsia revelaría que llevaba muerto desde la tarde del sábado, que había recibido más de 15 puñaladas y que trató de defenderse hasta que cayó inconsciente quedando a merced de su agresor.

Una vez localizado el cadáver, la Policía Nacional de León se hacía cargo del caso. Los primeros días se aventuraron a asegurar que el cerco de la investigación estaba casi cerrado y que las sospechas se circunscribían al entorno de la víctima. A día de hoy, el enigma de quién mató a J.B.G. sigue sin resolverse y el sumario de la causa, al que ha tenido acceso este periódico, apenas se ha visto engordado.
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