La carne de caballo, en esta ocasión de ejemplares menores de dos años, es de color rojo intenso, tierna y de fácil digestión, según dicen los expertos. A priori, puede ser confundida con la de ternera si el comensal desconoce qué tipo de producto se está llevando a la boca, aunque se diferencia por el sabor, un poco más dulce. En la única carnicería especializada en carne de potro que queda en la capital leonesa, la que regenta Carlos Javier Suárez en Mariano Andrés, explican las cualidades del producto. «Es muy baja en grasa, muy rica en proteínas, minerales y omega 3 y tiene muchas vitaminas», asegura Suárez, que lamenta que no existan una «cultura» de este tipo de carne en la provincia, motivo por el que es «muy desconocida».
Esas reticencias sobre el producto vienen, asegura el regente de esta carnicería de potro –vende todas las piezas del animal, hamburguesas e incluso embutidos producidos con esta carne – porque «asociamos el potro o el caballo en general a un animal si no de compañía, sí de disfrute, más que de comer». Eso sí, confirma que los que pasan por probar esta carne repiten y son cada vez más personas las que la suman a su dieta. En este pequeño establecimiento de Mariano Andrés, con seis décadas de historia, tienen una clientela fija que ha pasado de generación en generación pero, además, está llegando «mucha gente joven que se está preocupando por su alimentación», deportistas y personas que reclaman el producto para niños «porque los pediatras la están recomendando».
También ayuda a dar a conocer la carne de potro promociones como la de formar parte de la capitalidad gastronómica, aunque Suárez lamenta que «la pena es que se haga de tarde en tarde». También reconoce que son los restauradores los que tienen que apostar por este producto y son «los que más ayudan a introducirla».