El molino del Junquillo amplía los atractivos de Val de San Lorenzo

La junta vecinal invierte 10.000 euros en la adquisición de este "valioso" recurso, que "es un emblema de la tradición molinera"

Patricia Ferrero
06/12/2020
 Actualizado a 06/12/2020
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Val de San Lorenzo adquiere el molino del Junquillo con el fin de ampliar su oferta turística. Esta iniciativa llega de la mano de la junta vecinal, que toma el relevo al Ayuntamiento maragato, tras la adquisición del edificio que servirá para ampliar el museo textil, un recurso importante para la localidad. Ahora, la entidad local menor hace lo propio con esta «valiosa» edificación, con el fin de «proteger y poner en valor una muestra del patrimonio histórico local y convertir el antiguo molino en un espacio museístico de carácter público, donde todo el mundo pueda conocer de primera mano el complejo sistema de la molienda». Con esta actuación también esperan «complementar y enriquecer la oferta turística y cultural del pueblo, orientada hasta ahora fundamentalmente a su tradicional industria textil». De esta forma, la junta vecinal ha invertido 10.000 euros para adquirir el conjunto integrado por el molino, la vivienda del molinero y unas antiguas cuadras anexas.
Sobre el molino

Ubicado en la pradera del Junquillo, el inmueble se levanta sobre la denominada ‘Zaya de los Molinos’, principal canal hidráulico del valle del río Turienzo. Sus orígenes se remontan al siglo XVIII, época en la que la localidad valense llegó a tener hasta 16 molinos. En la actualidad, sin embargo, tan solo sobreviven cuatro.

Abel Lobato, uno de los promotores de la restauración del molino, señala que «después de décadas de desinterés público por conservar el enorme patrimonio hidráulico que existió en el Val, no podemos permitir que nuestro pueblo pierda uno de sus monumentos más importantes, emblema de la tradición molinera en toda la Maragatería y un pedazo de nuestra historia».

Este especialista en historia del arte insiste en que hay «algunos aspectos que hacen de este molino una construcción única, que lo convertirían en una opción turística y patrimonial diferente a las hasta ahora ofrecidas en la localidad». Por un lado, su valor histórico, ya que es el más antiguo de la población maragata y el único que trabajó el aceite de linaza en la comarca. Por otro, representa el reciente pasado harinero de la localidad, ya siguió funcionando hasta finales de los años 80 del pasado siglo. Además, destaca el valor etnográfico y cultural, ya que su maquinaria se encuentra casi intacta. Y en cuanto a su estructura, destacan detalles como el suelo empedrado del zaguán o el enfoscado tradicional de la fachada, donde aparece el grabado en una enigmática mano.
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