Lo singular, tal vez no tanto, es la utopía de Irma Basarte, la utópica. Se ha empeñado en documentar, recuperar, salvar a los palomares de la provincia, que son muchos, más de 1300 ha fotografiado, conocido y documentado como parte de su proyecto en la asociación que ella misma fundó y ahora preside, la Asociación de Amigos de los Palomares de León, cuya presidencia de honor ostenta Concha Casado, en un guiño de reconocimiento a la labor de la recordada etnógrafa pero también como una seña de identidad del trabajo, en el que mantienen la pasión y la constancia de ‘doña Concha’ así como ese carácter incapaz de tirar la toalla por duro que se intuya el reto.
Así fue como esta leonesa, aunque nació en Zurich (1969) pues es hija de la emigración, se puso manos a la obra con un proyecto que parecía inabarcable pero fue haciendo realidad. «Desde los Oteros que arranqué y fui recorriendo comarcas, el Bierzo, Cabrera, el Páramo... son más de 1300 y creo que me quedan muy pocos por documentar», explicaba.

Pedirle a Irma Basarte que nos lleve a un rincón es como tener un seguro que el destino será un palomar, conscientes de que hay más de 1300 posibles destinos.
- ¿Ya elegiste?
- Sí; Santas Martas.
- ¿Y eso?
- Por muchas razones. La primera, es el nuestro (de Miguel y ella) con lo cual no nos metemos en berenjenales con nadie y, después, es un destino cercano, asequible para todos, modesto y en el que se empezó de cero porque estaba prácticamente caído».
Recuerda Irma que supieron que se vendía el palomar y se pusieron manos a la obra. «El primer contratiempo fue que el palomar era de una persona y la finca de otras, cosas de las magníficas concentraciones parcelarias, y tuvimos que poner de acuerdo a los dos. Lo logramos».
El mismo día que iban a firmar la compra se derrumbó una de las paredes, lo que les colocó ante la evidencia de que iban a empezar casi de cero. «Hace diez años y nos pusimos a ello con mucho entusiasmo. Miguel y yo tiramos de toda la familia, amigos, y poco a poco iba saliendo».
- ¿Sabíais trabajar el barro?
- A ver, trabajar el barro no es tan complicado, a fin de cuentas en paja picada, tierra buena y agua; pero es cierto que cada vez queda menos gente que lo trabaja. Nosotros, la verdad, lo que hicimos fue coger los adobes ‘enteros’ que iban tirando en muchos lugares pues ya se sabe que el ladrillo se ha apoderado de todo.
Y aquel modesto palomar albergó pronto palomas, pichones, un nido de cigüeñas rematando el tejado y hasta un nido de cernícalos en su exterior. «Cuando se llena de ratones aparecen las lechuzas; una de ellas anidó y tuvo seis pollos, que no es nada normal. Tenemos de todo», explica Irma que dice que «un palomar no es solamente el palomar, es la lección de vida que supone conocerlo y vivirlo».
Ahora sabe que le toca revocar, cada 10 años, pero este maldito año le impide esta obra y las visitas que siempre hacía;y las visitas. Muchas restauraciones están paradas, «pero todo volverá». No en vano es La utópica.