"Entre el 60 y el 65% de nuestros usuarios se rehabilitan y tienen una vida normalizada"

Entrevista a Jorge Juan Peña Albillo, presidente de Proyecto Joven-Proyecto Hombre en León

10/11/2024
 Actualizado a 10/11/2024
El presidente de Proyecto Joven-Proyecto Hombre en León, Jorge Juan Peña Albillo. MAURICIO PEÑA
El presidente de Proyecto Joven-Proyecto Hombre en León, Jorge Juan Peña Albillo. MAURICIO PEÑA

Desde sus orígenes en León, Proyecto Joven-Proyecto Hombre ha trabajado con un objetivo claro: el de combatir las adicciones y ayudar a mejorar la calidad de vida de sus usuarios adaptándose a los tiempos y a la realidad de la sociedad. Su presidente, Jorge Juan Peña Albillo, cuenta en esta entrevista algunas de las claves del trabajo que llevan a cabo.

– La entidad lleva cerca de 40 años en León combatiendo las adicciones y ayudando a mejorar la calidad de vida de sus usuarios. ¿Cómo han sido sus orígenes y cómo ha ido evolucionando en este tiempo?
– En primer lugar, esta es una entidad que ha cambiado de nombre varias veces. Surgió en España en tres sitios de forma prácticamente simultánea: San Sebastián, Madrid y León y lo hizo porque se detectó que existía un problema grande de adicción, principalmente a la heroína. En León se abrió en 1986 como Patronato San Antonio de Padua, aunque hubo otros intentos anteriores que no dieron resultado. Yo entré en 1999 y cuando lo hice puse la condición de que no quería que fuera un patronato eclesiástico, sino un patronato civil. El nombre cambió y lo llamamos Centro Astorgano Leonés de Solidaridad y yo fundé ese centro junto a un equipo, un patronato nuevo, que hizo el tránsito a lo que ahora se llama Fundación Cals. Fue en el año 2000 cuando desapareció San Antonio de Padua y entró la Fundación Cals. Y bajo el nombre de Proyecto Hombre funcionó hasta el año 2011, cuando quisimos hacer un cambio profundo y pasó a llamarse Proyecto Joven-Proyecto Hombre. En primer lugar porque Proyecto Hombre sonaba a que solo se trabajaba con hombres y porque en 2011 ya había desaparecido prácticamente la pandemia que había de heroína y estaba muy asociado a ello, cuando lo que nos estábamos encontrando entonces eran nuevos perfiles, gente distinta y adicciones diferentes.

– Desde entonces a ahora han cambiado, por lo tanto, tanto los perfiles como la forma de trabajar de la entidad.
– Entonces habían aparecido ya adicciones de todo tipo, incluso adicciones sin substancia. La cocaína había tomado el relevo a la heroína y el alcohol se posicionaba como un determinante muy importante dentro de las adicciones. Empezamos a hablar también de la ludopatía, que se estaba detectando principalmente en El Bierzo, donde en las zonas mineras la gente se jubilaba con pensiones muy altas y jugaba muchísimo a las máquinas. Había que evolucionar porque los tiempos también lo estaban haciendo. Mantuvimos Proyecto Hombre en el nombre para que se viera la vinculación con el método, pero queríamos dar otro aire distinto al proyecto porque las adicciones también habían cambiado. En los inicios había un perfil de personas que eran fundamentalmente marginales porque la heroína los había llevado a un estado de marginalidad, mientras que ahora nos encontramos con uno mucho más normalizado. Ahora es muy raro que venga alguien con un problema de marginalidad o de deterioro, si bien es cierto que hay otras enfermedades que aparecieron ligadas a la cocaína, fundamentalmente mentales. La gente que viene ahora tampoco ha perdido el trabajo generalmente y todo esto ha hecho que haya habido que adaptar los tratamientos a los nuevos perfiles y a los nuevos tiempos.

– El modelo de esta entidad en León se diferencia del de otros lugares.
– El modelo de trabajo se copió de Italia y se trajo para aquí, donde empezó a crecer hasta hacerlo cada uno un poco a su estilo. El Proyecto Hombre de León no se parece al Proyecto Hombre de Murcia, aunque tenga el mismo espíritu, o al de Andalucía, Asturias o Portugal, por ejemplo. Fue creciendo al estilo de cada lugar y yo lo hice al mío, aunque no por un capricho. Me he ido ciñendo a la realidad social. Si se mantuviera como al principio habría cerrado, porque la estructura y la forma de trabajar que era la de acogida, comunidad y reinserción ya no serviría. Si se quiere seguir estando al servicio de la gente tienes que cambiar y evolucionar con ella. Hacemos lo que la gente necesita y por eso estamos llenos y por eso nos vienen a buscar aunque haya otros sitios. Dar un servicio de calidad, cercano y humanista ayuda y hace que mucha gente venga. Es la mejor propaganda. Y nuestro método tiene una diferencia, es biopsicosocial y también educativo-terapéutico.
 
– ¿A cuántas personas se atiende de media al año? 
–A 31 de diciembre de 2023 habíamos tratado a 135 personas (117 hombres y 18 mujeres) 78 por adicciones con substancia y 57 sin ella. El número no es una cosa exagerada porque actuamos fundamentalmente en la zona de León y su entorno más cercano, mientras que en El Bierzo, por ejemplo, está la fundación Cals. La demanda ha crecido sobre todo porque la gente viene con una problemática de conjunto. No solo tiene una adicción, sino varias. Y aunque las personas tardan en venir, cuando lo hacen suele ser por tres motivos: porque les está suponiendo un problema médico, un problema con la justicia o porque la familia les ha puesto un ultimátum. Este último suele ser el más importante y por eso nuestro trabajo también se centra en la familia y el entorno, que viene a terapia y a veces es incluso el primero en llamar.

– ¿Cómo es ese trabajo que se lleva a cabo con las familias? ¿Cuáles son los principales problemas que plantean?
– Las familias vienen fundamentalmente a preguntar qué pueden hacer con su hijo y si lo que han hecho hasta el momento ha servido o no ha servido. Les damos nuevas estrategias y se trabaja con otras familias para que la ayuda sea mutua. Hablan entre ellas y saben que hay más personas pasando por lo mismo. Se hace una terapia grupal entre iguales con un mismo problema y un mismo motivo por el que venir y generalmente también encuentran la solución entre ellos con la guía del terapeuta. Esto les sirve muchísimo. El hijo está mejor y ellos actúan mejor. 

– ¿Esas adicciones sin substancia que se han incorporado en los últimos años (TICs, ludopatía, videojuegos, compras compulsivas, etc.) están ganando peso frente a las otras?
– Están apareciendo muchas, pero quienes las padecen no representan a la mayoría de nuestros usuarios. El grueso del trabajo sigue siendo personas que tienen problemas con las drogas, principalmente cocaína, alcohol y cannabis. En este último caso tenemos adolescentes, pero también adultos, gente que lleva muchos años consumiendo y a la que ese consumo prolongado ha hecho que presenten un deterioro y tengan muchas paranoias. 

– ¿Cuáles son actualmente los consumos que más preocupan?
– La droga más habitual es el alcohol. En los inicios todos mirábamos para la heroína y el alcohol, aunque estaba, no lo tratábamos. Con la cocaína también nos fijábamos en la cocaína y no nos habíamos dado cuenta de que la gente tomaba cocaína y alcohol y con la ludopatía igual. Las drogas legales siguen siendo las primeras vinculantes de las personas y por medio de ellas mucha gente entra en otras adicciones. Ahora la gente acude antes a la ayuda, aunque las adicciones van a aparecer siempre y van a evolucionar con la sociedad. Contra eso lo único que se puede hacer es educar. La prevención tiene que ser educativa y la educación parte de muchos factores: la escuela, la familia… Ante las nuevas adicciones hay que volver a formar. La gente que viene con una adicción es la parte de la enfermedad que vemos, pero siempre hay algo detrás. Hay un fracaso escolar, laboral, familiar... La adicción es lo que les ha llamado la atención, lo que ha hecho saltar las alarmas, pero hay que trabajar con lo que hay detrás y hacerlo nos da también más éxito. 

– En este momento el foco está puesto, en general, en tres líneas de actuación: la prevención, el tratamiento y la inserción laboral. Aseguraba que ahora en muchas ocasiones estas personas no ha perdido el empleo, pero ¿cómo se trabaja en esta última línea? 
– Mucha de la gente que viene no ha perdido su trabajo, pero sí que necesita una mejora porque a veces este es frustrante, les ha llevado a consumos o lo que tiene son empleos esporádicos. Hay que darles estabilidad y hemos iniciado este proceso educativo-terapéutico desde la perspectiva de que desde el momento cero estamos ayudándoles a rehabilitarse y a que mejoren su situación laboral y que esta sea estable. Todo ello con la dificultad que tiene nuestra ciudad, en la que no hay una gran industria. Aquí todo está enfocado al turismo y cuando se tiene una adicción trabajar en hostelería, por ejemplo, puede llegar a ser un problema. Hay que trabajar de forma muy fuerte para evitar recaídas y de forma muy fuerte también en los factores de protección a la hora de lanzarles a la realidad social de la ciudad. 

– ¿Encuentran apoyo a la hora de hacer este trabajo?
– Somos unos olvidados para las administraciones. Las administraciones locales no tienen presupuestos suficientes y lo que nos dan es ridículo en comparación con lo que necesitamos. Hemos tenido que acudir a fondos europeos, a la Cámara de Comercio y a la Junta de Castilla y León en cuanto a formación. Esa es la realidad. Hoy en día damos calidad y contamos con psicólogos, trabajadores sociales y profesionales que tienen que cobrar y por eso hemos tenido que buscar los recursos para financiarnos. La gente aporta, pero un tratamiento de estos sería muy caro para que la gente lo pudiera asumir. –En este punto cabe recordar también que se entrega un premio a la solidaridad que en este 2024, el 29 de noviembre, recaerá en la Fundación Prada a Tope–.

– ¿Cuál suele ser el tiempo medio de atención y el nivel de éxito del trabajo?
– Casi un año, aunque depende de cada caso. Cuando una persona viene muy pronto –por eso la comunicación es muy importante– en seis, siete u ocho meses se le puede dar el alta terapéutica, aunque hay gente que se la da a sí misma porque cree que está mejor. Esto a veces coincide con nuestro criterio y otras no, pero la media es de un año. Respecto al nivel de éxito, nuestra media es que conseguimos rehabilitar a un 60-65 por ciento de nuestros usuarios y hay que ser sinceros con eso. Yo estoy muy orgulloso de ese 60-65 por ciento de gente que sabemos que se recupera y que tiene una vida normalizada. Ese es un éxito muy grande que se consigue porque nuestro método va a lo esencial de las personas. 

– Proyecto Joven-Proyecto Hombre funciona gracias a esa red de profesionales que ha citado antes, pero también trabaja con voluntariado. ¿Cuántas personas colaboran con la entidad?
– Debemos de estar sobre las 50, aunque de forma más activa unas diez. Bien es cierto que cuando hacemos alguna campaña o alguna cosa tiramos de nuestra lista de voluntarios y todos se ofrecen a echar una mano, pero hay muchas funciones que no pueden hacer ellos y que deben ejecutar los profesionales. El voluntariado también está cada vez está más profesionalizado. Tenemos abogados, médicos, enfermeros, psiquiatras… pero un voluntario nunca sustituye a un trabajador. También hay profesionales que hacen sus prácticas con nosotros. Trabajadores como tal somos ocho. 

– ¿Cuáles son las principales necesidades con las que cuenta actualmente la entidad?
– Las ONG no podemos depender solamente del dinero público porque no es suficiente. O no te pagan o te pagan muy tarde y tenemos que estar buscando actividades y otros recursos económicos para poder funcionar. Ese es el mayor reto que tenemos en este momento, la financiación. Con el resto de la red trabajamos bien. Sabemos que hay mucha gente que lo hace muy bien y aprendemos de ellos y también miramos mucho hacia Europa, que también nos está mirando porque ciertas acciones en Europa no son iguales que aquí. Ahora mismo no es que seamos una organización sin ánimo de lucro, es que somos una organización sin ánimo de pérdidas. También tenemos que decir que hay mucha gente que es sensible y que nos da donativos. No solo en dinero, sino también en bienes. En este momento creo que tenemos cerca de 80 fincas que nos han donado y están a nuestro nombre. 

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