Sonia Diez Viñuela acaba de volver de Valencia, de Aldaia y Alaquás. Esta joven leonesa es bombera forestal de la Junta de Castilla y León y partió como voluntaria desde su pueblo, Cofiñal, con el objetivo de colaborar en las tareas de limpieza de algunas de las zonas más afectadas por la Dana.
Ahora que los compañeros de Palencia y Zamora han relevado a los de León, Sonia cuenta cómo ha sido su experiencia y tiene claro que volverá en unos días o unas semanas. «Allí las cosas están muy mal, está todo destrozado. La verdad es que aquello mete miedo, parece incluso que haya habido una guerra o que estemos en un país tercermundista», comenta la joven bombera forestal.
Pese a tal desolador panorama, tiene claro que hay que seguir trabajando. Ella y sus compañeros han estado estos días limpiando dos colegios para intentar que los más pequeños pudieran volver cuanto antes a clase y recobrar una relativa normalidad. «La idea que tenían era que pudieran incorporarse al día siguiente de que lo limpiásemos, pero hasta entonces hemos visto a niños de cinco o seis años que se agarraban a la escoba o a la pala para ayudar en las calles. A la hora de arrimar el hombro, no hay edades», explica Sonia antes de valorar también el inmenso trabajo que están haciendo los adolescentes. «Es exagerado lo que están ayudando. Son capaces de estar horas y horas sacando calderos de agua de los garajes sin descanso», agrega.
El personal del Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Junta en León también ha limpiado estos días con sus mangueras varios parques, un mercado, un centro de salud y numerosas calles y plazas, aunque esta joven de Cofiñal asegura que aún queda mucho por hacer. «Eso no se va a terminar en dos o tres semanas, harán falta meses y meses. Temo que la gente va a ir una semana a ayudar y luego se va a olvidar, pero es imposible. Hay montoneras y montoneras de residuos por las calles. Lo que la gente ha perdido en sus casas lo va tirando a la calle y se está mezclando el lodo con muebles y todo tipo de equipamientos domésticos que han quedado destrozados por la riada. Hay calles enteras de montones de más de dos metros de altura», detalla.
Efectivamente, mucha gente lo ha perdido todo como consecuencia de la Dana y por eso, a ojos de Sonia, la gente está «muy afectada». «Están fastidiados, cómo van a estar, pero también es verdad que se apoyan mucho entre ellos y valoran enormemente la ayuda que están recibiendo. Hay mucho voluntariado apoyando las tareas de limpieza y las personas afectadas son muy agradecidas. Te ven y bajan de sus casas a ayudarte o a ver si necesitas algo y te dan las gracias todo el tiempo. Son muy agradecidos», agrega finalmente esta joven y solidaria bombera forestal.