"Hace tres días que no sé nada de Sierra. Lleva tres días sola, incomunicada, cruzando esta enorme tundra ártica. Y la única certeza que tengo en este momento es que, si todo ha ido bien, aparecerá en el horizonte a lo largo del día, pero se me está haciendo eterno, cada minuto que pasa mi preocupación por ella va en aumento». Así empieza uno de los capítulos de la aventura de Rubén y Sierra; después explica él que tres días antes se había despedido de Sierra para que viviera su aventura ártica en solitario. Viajan hacia la península de Varanger, en Noruega, nada que ver con la Noruega que conocemos, un lugar para viajeros ‘bragados’: «Hace un tiempo del demonio, pero para hacer fotografías es una pasada, la ciudad de Vardo es pintoresca y remota».
Después desvela una tragedia para un creador de contenidos, su disco duro había fallado, un mes de fotos y vídeos se habían perdido. Pero el capítulo acaba bien, lo que espera Rubén, la silueta de Sierra en el horizonte, aparece; con su palo para caminar, su mochila amarilla; y la última imagen ya es en su furgoneta camper marchando hacia otro destino, tal vez a otro país, otra frontera.
"Lo primero de lo que te das cuenta es que necesitas muy poco para vivir, nos resulta más barata este tipo de vida, gastamos menos al mes que en un piso en España"
Ese final feliz debe ser el que anima a Rubén Sánchez a valorar el viaje que están realizando como «una experiencia que nos ha enganchado. Cuando vives esta vida ‘pirata’ te atrapa. Primero te das cuenta que necesitas muy poco para vivir, nos resulta más barato este tipo de vida, gastamos menos al mes que en un piso en España. Solo gastas, si quieres, en comida y combustible. Con unos ingresos mínimos y si puedes trabajar on-line, que es nuestro caso, puedes viajar indefinidamente, mientras no tengas problemas de salud o circunstancias familiares. Solemos detenernos donde tengamos cobertura».
Lo cuenta, con una voz muy animada desde una de esas paradas en las que está comunicado. «Ahora estamos aparcados al lado del río, en una pradera con vistas a la montaña, pasan los rebaños, nos saludan los pastores… Yo trabajo exactamente igual que trabajaba los últimos 8 años en Prioro, lo único que he hecho es cambiar un pueblo fijo, como Prioro, por un pueblo móvil, el mundo. Ahora hay cobertura en prácticamente todo el mundo pero como hacemos mucho paisaje de montaña allí si te puedes quedar aislado y, sinceramente, pasar unos días totalmente aislados es una gozada».
Rubén Sánchez (Rubén Earth en las redes) es fotógrafo profesional y creador de contenidos, especializado en temas de naturaleza, que hace diez años regresó a su punto de partida, Prioro, donde siguió trabajando y también dejó sentir su presencia, por ejemplo, en los días del confinamiento, cuando se entregó a ayudar a la gente más desprotegida frente a la pandemia y hasta creó el Grupo de ayuda solidaria vecinal, cuya finalidad resumía entonces en muy pocas palabras: «Ayudar a los que tienes más cerca, a los más desprotegidos».
Y recuerda Rubén —que antes también mostró su cercanía a las costumbres de su pueblo creando un programa para llevar las estadísticas de los corros de lucha leonesa —que «ya hacía dos años que me rondaba por la cabeza la idea de este viaje, di mucho la turra, pero no es fácil lanzarse». Hasta que en agosto de 2022 llegó el momento: «Ya lo tenía todo. La compañía de Sierra Jacobs y nuestro perro Casimiro, la furgoneta camperizada, el convencimiento de poder vivir en seis metros cuadrados... Y Prioro fue nuestro punto de partida, el más lógico. De Prioro al mundo».
- ¿Y el destino?
- Uff. Teníamos una idea pero nos hemos dado cuenta de que en este tipo de viajes no puedes tener plan, las circunstancias cambian tanto que es mejor no pensar a largo plazo, hay que ir paso a paso y los planes como máximo pueden ser de un mes o, como mucho, dos».
"En todas partes nos preguntan lo mismo: ¿Qué hacéis aquí?"
Sí cumplieron el plan inicial. «Arrancar desde Prioro e ir a Canarias para probar el vehículo que habíamos preparado. Desde allí subimos directos a Noruega y llegamos a la frontera rusa por el norte de Noruega, el punto más al noreste de Europa. Bajamos a Turquía y llegamos a Georgia, donde hemos hecho la parada técnica invernal pues tienen unas temperaturas extremas brutales, son un verdadero infierno, con temperaturas de 32 grados bajo cero de manera constante, día y noche. De allí nos resultaba posible pasar a Kazajistán, donde la idea era llegar en primavera para hacer buenas fotos, y hemos llegado ahora, en el momento que está a punto de explotar todo y vamos a empezar a explotar todo en Kirguistán, ya muy cerca de China. Ahora es cuando nos damos cuenta de que realmente hemos venido lejos».
- ¿Y el regreso?
- De momento viajamos sin billete de vuelta. No tenemos fecha para regresar ni plan decidido, de hecho en nuestra idea inicial no estaba Kirguistán, de Georgia pensábamos cruzar el mar, llevar la furgoneta e irnos a Estados Unidos y Canadá, pero según viajas ves que te acercas a lugares interesantes y cambias sobre la marcha. Ahora dejamos la idea de saltar a América para otro año, pero quién sabe, de momento lo más inmediato, en unos días, tenemos que salir de aquí porque se nos acaba el visado ruso, que era de seis meses».
- ¿España figura en los planes?
- Tal vez como parada técnica para el invierno, para arreglar lo que haga falta y seguir viaje, pero aún falta mucho para asegurar nada...
Insisten Sierra y Rubén en que pese a titulares reales y realistas de capítulos de su aventura en su canal de youtubecon títulos como ‘40 días bajo cero’, ‘Lo perdemos todo en el Ártico’ o ‘Atrapados en la frontera’ (además de ‘Cómo convivir en seis metros cuadrados’) «este viaje se la recomendaría a todo el mundo. Es mucho mejor de lo que esperábamos, sobre todo porque se te va n quitando ciertos miedos que tenías con lugares, a países que a priori pueden resultar peligrosos, te puede pasar algo. Pero te das cuenta de que casi nunca te pasa nada, que la gente es amable en todas partes. Por nuestra experiencia diríamos que un 90% de la gente es buena, maja, pero siempre hay un porcentaje con malas intenciones, lo importante es tener suerte y no cruzarte con ellos».
Como es natural, por la época en la que han hecho el viaje, había un país ‘marcado en rojo’, pero se atrevieron con él. «La mayor prevención la teníamos lógicamente con Rusia, por la situación que todo el mundo conoce. El problema para cruzar a Asia central, como queríamos nosotros, es que solo puedes hacerlo por Rusia o por Irán, pues hay otra ruta por Azerbayán pero está prohibida para turistas que vayan con vehículo. Como íbamos hacia el norte de Asia Central era obligatorio atravesar Rusia y la realidad no respondió a nuestros miedos, el ver todos los días las noticias nos generaba inseguridad, temíamos un cierre de fronteras o cosas así… Es la naturaleza del viaje, los viajes tienen riesgos, pueden pasar cosas y más en estos sitios tan inestables, en conflicto, con tensiones evidentes que en algún momento pueden estallar. Por ejemplo, cuando estábamos en Georgia estalló el conflicto armenio, con Nagorno Karabaj».
"La mayor prevención la teníamos con Rusia, pero a Asia solo podíamos ir por este país, temíamos una ratonera y resultó muy sencillo y el comportamiento de la gente majísimo"
Temían de su paso por Rusia que, en cualquier momento, todo pudiera cambiar y eran conscientes de que «podíamos quedar atrapados, como en una ratonera; pero no ocurrió. Es más, resultó ser un paso muy sencillo, sin ningún problema y una población rusa que fueron majísimos con nosotros; con la mima curiosidad que nuestra presencia despierta en otros países».
- ¿Qué les interesa a la gente de cualquiera de estos países al veros?
- En eso hay uniformidad, todos nos hacen la misma pregunta: ¿Pero, qué hacéis aquí? Es lógico, si aparece una furgoneta española en mitad de Chechenia… pues te paran y te preguntan por todo, se llevan las manos a la cabeza y ríen. Un militar nos pidió monedas y se las dimos, claro, un poco preocupados y vemos que nos devuelve la misma cantidad pero en monedas rusas; es que coleccionaba monedas de todo el mundo».
- ¿El mayor problema?
- El idioma. Los otros de los que hemos hablado, los que contamos en nuestras redes, son propios de la aventura, pero te da mucha pena no poder comunicarte porque te das cuenta que ellos tienen mucho interés en hablarnos pero aquí es difícil si no hablas ruso, o uno de los idiomas locales, el kirguís, en Kirguistán, o el kazajo. Las traducciones de Google te ayudan pero hay que ir con mucho ojo pues son muy malas y generan malentendidos. Es más práctico con una sonrisa y señalando las cosas».
- Lleváis un perro, Casimiro, y hasta tuvisteis la ocasión de salvar la vida a otro que había sido atropellado.
- Sí, fue en Georgia; allí es un drama con los perros abandonados, hay miles, el triple que población. En una casa que fuimos a hacer la lavadora, de unos alemanes, tenían un perro joven recién atropellado y costaba una pasta operarlo, 800 euros, el sueldo de dos meses allí. Hicimos una campaña de crowfunding entre nuestros contactos y en dos tardes los conseguimos.
- ¿Habéis encontrado a muchos españoles en aventuras parecidas?
- Desde que salimos de la Unión Europea solo hemos encontrado a una pareja de españoles, de Murcia, en Georgia, que ahora están en Irán pues ellos seguían su ruta por el Sur. Coincidimos de casualidad pues en Georgia no hay campings en invierno pero hay casas particulares que ofrecen su jardín para que puedas aparcar, lavar la ropa y ducharte. Y justo fuimos a una casa y los encontramos allí; por las redes sí tenemos contacto y sabemos de otros españoles que están viajando por Asia. Pero somos muy pocos, yo calculo que unos diez en total. En verano habrá más, en la época de los veraneantes, para entendernos.
Para seguir su aventura en redes:wildearth.live; ruben.earth y www.patreon.com/rubenearth.