En un comunicado fechado el 8 de abril y enviado al diario Gara, la organización criminal insiste en la manida teoría de la existencia de un «conflicto político e histórico» en el País Vasco. Un problema que requería «una solución democrática» que, a juicio de los terroristas, no llegó a encontrarse: «De hecho, el sufrimiento imperaba antes de que naciera ETA, y ha continuado después de que haya abandonado la lucha armada», asegura.
«Somos conscientes de que en este largo periodo de lucha armada hemos provocado mucho dolor, incluidos muchos daños que no tienen solución –alega la banda en su misiva–. Queremos mostrar respeto a los muertos, los heridos y las víctimas que han causado las acciones de ETA, en la medida que han resultado damnificados por el conflicto. Lo sentimos de veras», recoge el diario ABC.
Asimismo, los terroristas reconocen que sus «decisiones erróneas» han acabado con la vida de personas que no tenían «una participación directa en el conflicto». Crímenes que escudan tras una supuesta «obligación» de ejercer la «lucha armada» y que no tienen «vuelta atrás». A estas víctimas «y a sus familiares» pide ETA perdón a sabiendas de que estas palabras «no solucionarán lo sucedido ni mitigarán tanto dolor».
Actuación "inaceptable e injusta"
Por otro lado, la banda asume que la mayor parte de la sociedad considere su actuación «inaceptable e injusta». Un hecho que respetan, pues «a nadie se le puede forzar a decir lo que no piensa o siente». Sin embargo, sostiene que para la organización y sus afines también han sido ilícitas las acciones de las Fuerzas de Seguridad del Estado y las autonomistas: «De lo contrario, deberíamos interpretar que ha existido un daño justo que merece aplauso –subraya–. Ojalá nada de eso hubiese ocurrido, ojalá la libertad y la paz hubiesen echado raíces en Euskal Herria hace mucho tiempo».Si bien alegan que nadie «puede cambiar el pasado», los terroristas insisten en que es necesario reconocer «la responsabilidad contraída» por todos los actores, aunque no tengan «el mismo punto de vista ni los mismos sentimientos». En esta línea, sostiene que la «reconciliación» es, de cara al futuro, una de las «tareas a llevar a cabo» en el territorio. Un «ejercicio necesario» para «cerrar heridas y construir garantías para que ese sufrimiento no vuelva a suceder».