Eufemiano, "el topo"

El Topo de La Mata de Curueño es el nombre con el que se conocía a Eufemiano Díez, un hombre que pasó diez años enterrado vivo después de la guerra, en un nicho que construyó con su padre

02/06/2024
 Actualizado a 02/06/2024
‘Femiano’, ya muy deteriorado físicamente seguramente a causa de la humedad, en silla de ruedas, en 1982. | ARCHIVO DE LA FAMILIA
‘Femiano’, ya muy deteriorado físicamente seguramente a causa de la humedad, en silla de ruedas, en 1982. | ARCHIVO DE LA FAMILIA

Era el final de un concurso de bolos en La Mata de Curueño, por las fiestas. Un hombre esperaba en la silla de ruedas a que pasara el barullo para que un pariente le ayudara a salir. Miraba muy tranquilo. Saludaba y despedía a quienes repetían la misma pregunta: «¿Qué tal Femiano?».

- Bien, bueno ya ves.

- ¿Le gustó el concurso?; le pregunta Ángel, un vecino que me acompaña, por abrir conversación. Como si intuyera algo pues él también había estado varios años en un campo de concentración en Vallecas.
- Bueno, bien, si hubieran ganado los del pueblo mejor, pero bueno, está bien; dijo el buen hombre.

- ¿Y la lucha le gusta, usted luchó?
- Mucho. Pero bajo tierra.

- ¿Fue minero?
- No, topo; ¿sabes lo que es?

- No, porque los del campo seguro que no son.
- Te podría explicar lo que fueron pero no dice verdad, no se puede contar; dijo Femiano con la sonrisa de quien te cuenta sin palabras que una cosa es saber ‘la teórica’ y otra muy diferente haberlo vivido. Mirar para sus manos evitaba mayores investigaciones. Unas manos destrozadas, huesos retorcidos de dolor y humedad, también las piernas se intuyen débiles en su silla.

- Perdón. 

Sonríe otra vez y la tranquilidad con la que recuerda aquellos años terribles enterrado en vida sorprenden mucho. Por eso, encoge el alma cuando remata el recuerdo con un «si me hubieran pegado un tiro habría sido mejor». 

Eran una reflexiones para la revista local Los Argüellos Leoneses (hacia el año 1982 u 83) y cuando los reproduzco en un reportaje en La Crónica de León una sobrina entra en contacto para pedir un matiz: «No dudo que lo dijera, también que lo pensara muchas veces cuando estaba allí enterrado; pero me gustaría comentar que después de aquel calvario de diez años, cuando salió a la luz, «hizo una vida normal, como tantos labradores del pueblo, casado con Alberta, de Pardesivil. Yo lo que más recuerdo de él es lo cariñoso que se mostraba con todos los niños de la familia que pasábamos los veranos en La Mata».

- En los largos veranos infantiles nos enseñó mil y una cosas. Recuerdo tirándonos a su cuello cuando volvía a casa después de una larga jornada de siega, o aquellas bellas historias que nos contaba sentados en el escaño, o como jugábamos con el Terrible o el Navarro, los perros fieles, o aquellas peleas con el garrafón en la bodega para exprimir la ultima gota, o el riquísimo ‘ponche gallego’ que nos preparaba, o la ‘cuelga’ que año tras año nos encontrábamos detrás de la puerta del comedor cuando llegábamos a La Mata para pasar los veranos, o el baile alrededor del vaso por las noches, o aquél ¡Asturias, patria querida!»; escribía su sobrina en el blog de La Mata de Curueño.

Sorprende, por ello, la tranquilidad con la que relataba aquellos terribles diez años, entre 1.937 y 1.947, en los que vivió enterrado, en un nicho de unos 80 centímetros de ancho, lo que le impedía moverse durante horas y horas.  El miedo a la detención y la muerte eran muy fuertes, pese a ese suspiro de «hubiera sido mejor que me pegaran un tiro». El instinto de supervivencia...

No había sido Femiano, como le llamaban los suyos, uno de esos perseguidos por su conocida militancia política. Él lo recordaba y lo contaba de una manera muy gráfica: «Era el 18 de julio del 36, el día que cumplía 21 años, y había mucho movimiento por el pueblo. Dijeron que había que alistarse y le pregunté a mi padre porque yo no sabía nada de política. Me dijo: en tiempos revueltos hay que estar con el Gobierno, y me fui con los republicanos».

Sus primeros pasos ya fueron complicados. Caminaba hacia Asturias y al pasar por Cármenes le detienen «los republicanos, porque llevaba una medalla de la Virgen del Camino. En el calabozo tenían también al cura de Villamanín».

Al caer el frente de Asturias regresó a La Mata, pero se sabía señalado y con el consejo y la ayuda de su padre excavaron ‘el niño’ en el suelo de la cuadra. Allí comenzaban diez terribles años para el bueno de Femiano, una historia que en parte llevó Julio Llamazares a ‘Luna de lobos’ y también inspira un pasaje de la película del mismo título. 

Él ya había fallecido, en 1984.

Archivado en
Lo más leído