Evangelina Guerra, ‘la porteadora’ de Los Llanos de Valdeón

Esta menuda mujer, con una mano inútil por una bala perdida de la guerra, trabajó de porteadora para subir material "a cuestas" para la construcción en 1941 del refugio de Collado Jermoso

17/03/2024
 Actualizado a 17/03/2024
Evangelina, la 'porteadora' de Los Llanos de Valdeón. | Mauricio Peña
Evangelina, la 'porteadora' de Los Llanos de Valdeón. | Mauricio Peña

Hace unas semanas pasaban por esta sección de inolvidables dos mujeres del valle de Valdeón, ‘las cainejinas’, dos primeras que habían realizado la gesta deportiva de ser las primeras en ascender al legendario Naranjo de Bulnes. Hoy lo hace otra vecina de aquel valle que es, a la vez, el complemento perfecto para aquellas dos, Isabel Pérez y Teófila Gao, y también para el reportaje de Pasisanas. Porque el de Evangelina Guerra, de Los Llanos de Valdeón, es un ejemplo de superación, de mujer luchadora, de resistente y de gran humanidad.

¿Qué hizo Evangelina? Sobrevivir en las condiciones más desfavorables, ser una mujer infatigable e indomable, capaz de trabajos realmente increíbles en un cuerpo tan aparentemente frágil como el suyo. Aparentemente pues era fuerte como pocas. Valga el ejemplo de una de las facetas de su vida, tal vez la más conocida, por increíble.

Eran los años 40, cuando se decidió construir el refugio de Collado Jermoso, que tenía un grave problema para su construcción: el paraje en el que se iba a construir, de muy difícil acceso, sin posibilidad de llegar con algún vehículo para llevar el material y no eran tiempos (concretamente en 1941) de utilizar helicópteros para “estas cosas”.

Se pusieron entonces anuncios para contratar porteadores, gente que se ‘alquilara’ para subir este material a hombros: ladrillos, cemento, etc. Una complicada ascensión cargados de peso, entre más mejor pues les pagaban por kilos subidos. Los anuncios hablaban de porteadores, en genérico y en masculino pues, seguramente, no esperaban que se fuera a apuntar una mujer. Pero allí estaba Evangelina Guerra para acabar con sus creencias y se apuntó y trabajó hasta sorprender a todos con su capacidad de trabajo. Subió material, subió  de todo, como ella misma recordaba: «A mí me tocó transportar cemento, pizarra, yeso, ladrillos, madera, etc. desde el tendejón de las Joyas hasta Jermoso. Todos los días hacíamos dos viajes y algunos tres; el último viaje lo dejábamos en el Alto de la Canal para cogerlo al día siguiente. En cada viaje cargábamos 35 ó 40 kilos y más de una vez al legar a la última Colladina nos echaban otra carga a las espaldas, por lo que llegábamos al refugio con 80 kilos».  Llegó a perder el pelo a causa de los sacos de cemento, que en la mezcla con el sudor resultaba abrasivo. 

Tampoco había olvidado el rendimiento de aquel trabajo: «Nos pagaban 0,25 pesetas por kilo y cobrábamos mediante un vale», como recordaba a otra mujer que también se atrevió con el reto de ser porteadora: Avelina Díez.
Pero este hecho, el más conocido de su biografía y el que hizo de Evangelina una leyenda más de las mujeres del Valle, no fue más que otra dificultad en una vida nada fácil, casi desde que nació en 1917. Hay muchas más historias de esta mujer irrepetible, caineja pura, que un día se rompió una pierna cuidando las cabras en la lejana vega de Las Salinas (Liordes) y «bajé yo sola, con unos dolores terribles». 

Realizó además todos estos trabajos con una mano «inútil», que «me pilló una bala perdida de las de la guerra y me fue a dar a mí. No tengo juego en ella, todo son trabas». 

Y, sin embargo, su peor recuerdo era de cuando emigró a Francia, en 1970, para ayudar a su hija cuidando a los nietos. «Aquello fue más duro que lo de Collado Jermoso, no entendía nada, las madres iban a buscar a los niños al colegio con el perro de la mano y el niño metido en una mochila... Aquello no eran madres». 

Por ello fue tan feliz cuando regresó a aquel valle en el que tanto había luchado y paseaba por el camino que lleva a Caín, al sol o la nieve, pero de la mano de su nieto, por el que lo daba todo por bien empleado. 

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