Con un espacio vallado y los alrededores vigilados para evitar que los jóvenes se asentaran fuera del recinto, control de entrada para evitar que menores de edad pudieran acceder, prohibición de entrar con bebidas alcohólicas, música y buen ambiente la espicha se desarrolló sin ninguna consecuencia negativa para la universidad durante el día siguiente. Son los propios estudiantes los que han admitido, a pesar de que dudaban del resultado, que es posible desarrollar una fiesta universitaria con unos límites de respeto y control.
Por su parte, la empresa organizadora celebra haber cumplido con lo pactado desde el principio, respetando en todo momento los horarios establecidos y dejando el lugar exactamente igual que se lo encontraron al comenzar el montaje.
