"La falta de respeto a los mayores lleva a que veamos más violencia filioparental"

Entrevista a Amadeo García y Fernando Castellanos, responsables del grupo Paidós de la Policía Local

14/07/2024
 Actualizado a 14/07/2024
Amadeo García y Fernando Castellanos posan tras la maqueta de León instalada en San Marcelo. | MAURICIO PEÑA
Amadeo García y Fernando Castellanos posan tras la maqueta de León instalada en San Marcelo. | MAURICIO PEÑA

Acaba de cumplir dieciséis años, la misma edad de muchos de los jóvenes por cuya seguridad velan cada día. El Grupo de Menores de la Policía Local (Paidós) nació como una experiencia pionera que se ha convertido en una referencia para otras muchas ciudades y cerró el pasado año con un total de 7.587 intervenciones, lo que deja una media diaria superior a la veintena. Amadeo García y Fernando Castellanos son dos de sus responsables y explican en esta entrevista las claves de su trabajo y los principales problemas que detectan en el comportamiento de los menores de la ciudad de León.

– ¿El Grupo de Menores nació como un grupo pionero. ¿Qué balance hacen del trabajo realizado desde 2008?
Amadeo García (AG): El balance a lo largo de estos años es positivo en todas las intervenciones generales que tenemos con los menores: en los centros escolares, en los centros sociales, en las zonas de ocio, en los botellones, en el Monoloco, que últimamente se ha puesto de moda… En todos esos escenarios estamos interviniendo con resultados positivos, es decir, colaborando con los menores, protegiéndoles y sancionado todas aquellas conductas antisociales que se detectan. El volumen de infracciones administrativas y delitos se viene manteniendo, no hay aumentos ni descensos exponenciales. Hay años que fluctúan un poco hacia arriba y otros años se mantienen, pero no se observan aumentos alarmantes.

– ¿En qué ha cambiado el comportamiento de los menores en este tiempo?
AG: La falta de respeto a los mayores. Vemos mucha violencia filioparental por no haber una figura de referencia, como pueden ser el padre o la madre en caso de que no vivan en el mismo domicilio. Ahora hay muchas unidades familiares en las que los menores viven sólo con el padre o sólo con la madre y en las que falta un punto de referencia. Eso lleva a que los menores se aprovechen y piensan que aquello que no les dé su madre se lo va a dar su padre. Y viceversa. Por eso se ve una falta de respeto en ese sentido y hay que tener en cuenta además que muchísimos menores están al cuidado de los abuelos, que se lo dan todo. Las normas no existen. Se hacen cargo de vicios, de móviles caros que sus padres quizá no les darían… Y por eso cuando van al entorno familiar han perdido ese punto de referencia, de autoridad y de respeto y los padres no son capaces de reconducirles. 
Fernando Castellanos (FC): Comparto esa sensación y pienso que es más bien una falta de valores. Lo podemos ver también en los colegios. No es que sea generalizado y que todos los menores sean así, pero aumenta el número de casos de falta de respeto a los profesores, pero eso también pasa cuando van los padres a hablar con ellos al propio centro. Ves que esa falta de respeto de los menores a los profesores viene muchas veces como consecuencia del comportamiento de los propios padres. Y tampoco hay respeto hacia la Policía… Es una pérdida de respeto a la autoridad en general: profesores, padres, Policía… Da la sensación de que, como están malcriados, todo vale. No quiero discutir con mi hijo e igual no le dedico el tiempo necesario, así que todo vale.

– El consumo de alcohol ha sido siempre una de las prioridades de su trabajo. ¿Se sigue dando este fenómeno?
AG: Se sigue dando, sobre todo en grandes eventos, en las fiestas patronales, en el Monoloco… Sí que es cierto que en otras zonas en las que era habitual, como la zona verde del paseo de Quintanilla, se ha ido reduciendo, porque hace un tiempo realizábamos muchas intervenciones allí. En todo caso, el año pasado impusimos 103 denuncias por consumo de alcohol en la vía pública.
FC: Es una cultura que está ya arraigada. En el día a día también se ve, aunque no sea tan multitudinario como en los grandes eventos. Son pequeños grupos, porque el coste de las bebidas ha subido en los bares y muchos menores no se lo pueden permitir. ¿Qué hacen? Se compran sus propias bebidas y consumen en la calle. El problema que se está generalizando con los más pequeños es la bebida por atracón, es decir, ingesta de alcohol muy rápida. Salen muchas veces con la misión de emborracharse y esa ingesta de alcohol en un periodo tan corto hace que después no puedan controlar sus efectos. Una vez que lo tienen en el cuerpo, el alcohol va a subir rápidamente y de ahí vienen las intoxicaciones etílicas. Es algo que se ha generalizado, no es algo concreto de León, lo podemos ver en las zonas de costa o en los extranjeros que vienen.

– ¿Y eso no favorece que los padres se den cuenta cuando llegan a casa?
FC: Muchas veces no lo saben. Nos ha pasado en alguna edición del Monoloco. Al haber más volumen de gente, hay más casos de este tipo y nos juntamos con muchos padres que dicen: «Mi hijo no bebe». Muchos padres desconocen este tipo de situaciones, aunque hay que otros que lo tienen asumido porque también lo hicieron a esas edades. Venimos de la cultura del alcohol. España es un país productor de vino y de cerveza, por lo que vemos un conflicto económico y social a la hora de abordar políticas en contra de su consumo. Tenemos también la cultura del tapeo y los menores ven desde que pequeños ven que sus padres van a tomar el vino o una cerveza. Lo ven como algo cotidiano. No era raro incluso que los padres le echaran vino con gaseosa a los niños a modo de gracia, les dan champán para brindar en Navidad o les dejan ir a las peñas en las fiestas del pueblo… Aunque lo normal es que se sobresalten cuando llegamos con su hijo ebrio, hay padres que siguen manteniendo esa cultura y nos preguntan qué pasa porque su hijo esté bebiendo o qué van a hacer ellos porque su hijo se divierta. Si el chaval tiene 13 años, se sorprenden al ver que ha bebido. Si tiene 16, muchos de ellos ya lo saben.
AG: Y hay algunos padres que incluso les compran directamente la bebida.

– ¿Sigue habiendo establecimientos que venden alcohol a menores? 
AG: Cada vez menos. Aquellos establecimientos en los que se hacía rutinariamente han ido desapareciendo. Y si hablamos de supermercados, lógicamente la bebida se la compra un mayor con su DNI. Eso está detectado y ahí no hay nada que hacer. Pero hemos conseguido que no haya establecimientos en los que sabíamos que los menores se juntaban para beber. Puede haber casos puntuales en los que el camarero no les pide el DNI. Hay que tener en cuenta que los menores cada vez tienen más apariencia de mayores y es difícil apreciar la edad. Por eso hay veces que, para no incomodar al cliente, no le piden el DNI. Es por eso que, en estos casos aislados, suele ser el más mayor del grupo el que entra a pedir.

– ¿A qué edades suelen empezar a beber los menores leoneses? 
FC: Desde que comenzó la actividad del Grupo de Menores ha descendido mucho, pero en los últimos años se ha ido manteniendo. La edad más temprana roza los 13 años. Es una edad muy prematura, pero eso no significa que sea un dato generalizado. Que pillemos un grupo de esa edad bebiendo no significa que todos los menores lo hagan.

– ¿Es habitual el consumo de otras drogas como la marihuana?
AG: El consumo de marihuana sigue existiendo y la tenencia y consumo de drogas nos llevó el año pasado a realizar 193 actas de denuncia.
FC: Se observa un ligero incremento, pero los datos de consumo de drogas son más o menos estables en los últimos más de diez años. Los hombres consumen más que las mujeres tanto en menores como en mayores de edad. En cuanto a los menores, lo que más consumen es hachís, mientras que los mayores se decantan más por la marihuana. Los menores no consumen cocaína y otras sustancias más duras, sino que se quedan sobre todo en el hachís y también en la marihuana, pero en menor cantidad. En cuanto al sexo, las mujeres consumen más marihuana que hachís y los hombres consumen más hachís que marihuana. Lo deseable es que no se consuma. Nosotros damos charlas en los institutos sobre diversas materias y una de ellas es la prevención del consumo de drogas. El problema es que lo tienen normalizado. No ven las consecuencias. Yo doy esas charlas y el problema es que uno que fuma un porro no se muere. Y como no se muere, no pasa nada. Toda la vida les han dicho que no beban porque es malo, pero se han emborrachado y no les ha pasado nada. Siempre les han dicho que fumar es malo, pero han fumado y no les ha pasado nada. Si fuman un porro, tampoco pasa nada. Y lo siguiente es pensar que, si no les ha pasado nada, igual prueban una raya de cocaína y tampoco les pasa nada. Y mañana otra cosa peor, porque les han dicho que todo esto era malo y no les ha pasado nada. Por eso tratamos de concienciarles de que a corto plazo pueden tener problemas como una sobredosis y también les advertimos del peligro de mezclar bebidas energéticas o alcohólicas con cocaína. Está además el problema de la dependencia a largo plazo y los problemas que eso les puede generar. La normalización del consumo de estas drogas les puede llevar al fentanilo o la heroína y eso ya son palabras mayores, porque volveríamos a los problemas de los años 80 que ya estamos viendo de nuevo en el caso de los mayores de edad. Por el momento, los menores están limpios de estas drogas duras, pero sí les advertimos de las drogas en polvo. El hachís o la marihuana se reconocen bien, pero cuando hablamos de un polvo no se sabe si es metanfetamina, cocaína, fentanilo o heroína. A ti te venden una cosa, pero no sabes lo que es, porque sólo ves un polvo. Por eso tienen que extremar las precauciones ante este tipo de drogas, porque hay conductas entre los traficantes de mezclar unas con otras y no se sabe su efecto hasta que se prueban. No quiero decir con esto que el hachís sea bueno, sino que lo otro es peor, aunque muchas veces se consume hachís y, como no pasa nada, se pasan a las otras pensando que tampoco va a pasar nada.

"Venimos de la cultura del alcohol y los menores lo ven ya como algo cotidiano"

– ¿Qué otro tipo de infracciones cometen los menores en León?
AG: Orinar en la vía pública, infracciones vinculadas a la seguridad vial, algunas de ellas por conducir sin carné… Y el absentismo escolar. El año pasado realizamos 1.142 controles y tramitamos 49 actas para la Comisión Provincial de Absentismo, que se reúne una vez al mes y en la que participamos activamente. A partir de esas ausencias, se pueden tramitar diligencias ante el fiscal por responsabilidad de los padres por falta de cautela a la hora de garantizar que sus hijos van a clase.
FC: Desde enero hemos tenido 17 absentistas que se suman a los 49 del pasado año. Normalmente, se dan más casos al principio del curso porque llegan después del verano y empiezan un poco más distraídos, pero luego ya se van centrando. Y en junio suele ser difícil controlar el absentismo, porque los horarios son distintos y algunos sólo van a hacer exámenes.

– ¿Antes de la pandemia proliferaron las casas de apuestas. ¿Siguen siendo un problema para los menores?
FC: Se siguen controlando las casas de apuestas para que no entren menores y también para que cumplan todos los requisitos legales, pero vemos que el problema ya no está aquí, sino en las aplicaciones móviles. Los chavales están en casa y no les hace falta ir a una casa de apuestas, donde pueden estar controlados por sus responsables y también por nosotros. Este año no hemos localizado a ningún menor.

– Hablando de las aplicaciones móviles, ¿qué mensajes trasladan en las charlas sobre las redes sociales?
FC: Damos charlas sobre las redes sociales, pero también sobre el uso responsable del móvil y de las tecnologías. Dentro de esas charlas les hablamos un poro del sexting, del grooming y del uso responsable del móvil. Muchas veces no son conscientes de que coger una fotografía de un compañero y publicarla en las redes sociales no sólo es una infracción en materia de protección de datos que puede suponer el pago de 10.000 euros, sino que también puede ser un delito. Es muy común hoy en día aplicar la inteligencia artificial a la fotografía de un compañero y modificarla para burlarse de él, como lo que hemos visto en muchos sitios con chicas a las que les quitan la ropa o cualquier otra barbaridad. También les decimos que no tengan sus redes abiertas y las utilicen en modo privado, que siempre que añadan a alguien tengan claro que conocen a esa persona. Hay gente que se dedica a contactar con menores en las redes sociales y se saben todas las técnicas. Igual que los chavales no necesitan justificar la edad para tener un perfil en las redes sociales, los malos tampoco. Siempre les pongo un ejemplo: Antonio, que tiene 52 años y es de Madrid, no se llama Antonio en las redes, sino que se llama María y tiene trece años, pero tú le acabas de añadir porque es muy maja y te ha enseñado su foto de perfil, pero resulta la ha cogido de otros usuarios igual que las fotos que ha subido de sus vacaciones. Publicamos toda nuestra vida en las redes sociales y estamos perdiendo una pérdida de terrible de nuestra privacidad y nuestra intimidad. Estamos dando en las redes todos los datos que son personales, porque les decimos dónde vivimos, dónde nos divertimos, fotos de nuestras casas, fotos de nuestros familiares, de nuestras parejas… Estamos haciendo pública toda nuestra vida personal y lo peor es que lo estamos normalizando. Hay que tener cuidado porque, una vez que se sube una fotografía a una red social, perdemos el control sobre la misma. Y a los que están en plena adolescencia, que cambian de amistades con frecuencia o empiezan con las primeras parejas, les digo que el que hoy es tu mejor amigo quizá el año que viene no lo sea y las fotos que le has mandado ahora las tendrá alguien que no deseas que las tenga. O un novio, que es lo que más quieren en el mundo y se van a casar con él, a los dos días cambian y ese novio tiene fotos suyas. Por eso deben pensar siempre que las fotos que se suben o se pasan las va a ver una persona extraña. Por eso, sólo deben mandar fotos que no les importe que las vea cualquier persona extraña. Ya hemos tenido problemas con fotos de menores que habían sido filtradas por sus exnovios y hemos visto incluso algún intento de suicidio por la publicación de las mismas. Es una situación muy compleja y muchas veces los chavales no se dan cuenta, porque compartir fotos es algo normalizado y lo ven en los padres, que van de vacaciones y suben a sus perfiles todo lo que hacen, la familia, de los niños… El primer problema lo estamos provocando los padres y la edad mínima de los usuarios de redes sociales está bajando una barbaridad. Los la inmensa mayoría de los niños empiezan a tener móvil a los diez años.
AG: Pero si se lo dejamos ya desde los dos o tres años para que no nos den guerra y encima tenemos el móvil abierto para que puedan entrar en cualquier aplicación... Porque tú estás con unos amigos tomando algo, el niño está con el móvil y al final no sabes dónde entra. Igual con cinco años está enviando fotos…
FC: La edad mínima para tener redes sociales está entre los 14 y los 16 años. ¿Por qué los niños tienen WhatsApp con 11 años? Por presión social. Si mi hija es la única de su clase que no lo tiene, al final va a ser el bicho raro y el objetivo de las burlas. Los padres no quieren sus hijos sean menos y por eso les acaban dando el móvil. Y todos los padres están igual. Si todos los padres se pusieran de acuerdo e intentasen retrasar el uso del móvil, nos iría mejor. ¿Qué hay que valorar también? Que no todas las situaciones familiares son iguales. Si los padres están separados, tienen que dejarle el móvil al hijo para hablar con él cuando esté en casa del otro. Si la relación entre los padres es buena, no hay problema, pero muchas veces no es así. Eso lleva a que un chaval tenga móvil con ocho años, pero otras muchas veces es simplemente por malcriarle. Hemos conocido un caso de menores de ocho años que han acosado a otros compañeros a través del móvil. Es un hecho excepcional, no está generalizado, pero ha pasado. Los menores no son conscientes de que eso es una infracción administrativa y puede ser un delito. Y les hacemos hincapié en la responsabilidad civil, que se traduce en una sanción económica que tendrían que pagar sus padres.
AG: El acoso escolar es sólo en el centro, pero el ciberacoso es las 24 horas del día. Los compañeros que acosan a un chaval en el colegio luego siguen haciéndolo a través de mensajes o fotos que le envían al móvil. Aunque simule una enfermedad para no ir a clase, si no apaga el móvil, le van a seguir acosando. Quizá por eso las redes sociales es lo que más nos demandan a la hora de dar las charlas en los centros educativos en León y también en otros puntos de la provincia, porque hemos intervenido incluso en algún caso en el que han utilizado las redes sociales para quedar y pegarse. Son hechos puntuales que se ven mucho más en otras ciudades, pero que se acaban extendiendo por el efecto globalizador de las redes sociales.

"Una vez que se sube una foto a una red social, perdemos el control de la misma"

– ¿Qué es lo que más les preocupa actualmente del comportamiento general de los menores?
AG: La falta de respeto y de valores es lo más grave y a partir de ahí llegan los demás problemas. También tenemos muchos grupos de menores que no son españoles, que traen su propia cultura y que en algunos casos nos generan conflictos y en líneas generales suelen mostrar más comportamientos violentos.
FC: Muchos de ellos han venido siendo mayores, es decir, que no han nacido aquí y no han aprendido de pequeños nuestra cultura. Por eso, les cuesta adaptarse, sobre todo si vienen de entornos no favorables.

– Uno de los últimos proyectos que pusieron en marcha fue en de la prevención de la violencia de género. ¿Detectan casos de este tipo entre menores?
AG: Cada vez existe violencia de género en edades más tempranas y por eso también damos charlas para prevenirla, aunque en este caso lo hacemos a través del Grupo de Atención a la Mujer (Gamu). No son datos exponenciales ni llegan al nivel de los mayores, pero se están detectando bastantes casos de violencia de género entre parejas jóvenes. Ahora se cambia con mucha facilitad de pareja y, si el dejado es él, muchas veces acaba haciendo alguna acción que se encuadra dentro de la violencia de género y tenemos que intervenir sí o sí.
FC: Los jóvenes están en plena adolescencia y son más temperamentales y toleran mal la frustración después de que les dejen y por eso surgen problemas de violencia de género.

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