También se desmonta el argumento de la venganza de la alumna ante un suspenso, cuando quedó claro que el profesor le había aprobado, pese a no alcanzar esa calificación y «sin una argumentación lógica», dijo la acusación particular, ya que, el profesor dijo que lo había hecho «para quitármela de encima».La joven tampoco se habría vengado por no conseguir una beca en Chile, un argumento de la defensa que quedó en entredicho cuando se demostró que la denunciante nunca solicitó ese viaje. Lo que sí quiso aclarar Fiscalía es que sí había quedado demostrado que el acusado tenía trato preferente con unas alumnas. «Las artes docentes de este profesor rozan la ilegalidad», reprochó la fiscal. Así las cosas, tanto la acusación particular como la fiscal decidieron solicitar un incremento de la pena inicial, que estaba en seis meses de prisión, amparada en la modificación de la tipología del delito, puesto que se suma al inicial el ser continuado y el haber sido cometido por un funcionario público que, además, solicitaba algo en base a otra cosa que solo él tenía potestad de dar, un aprobado a cambio de algún tipo de favor. La pena solicitada por la Fiscalía se eleva a los 19 meses de prisión, a los que se suma la inhabilitación por diez años y una indemnización para la denunciante de 6.000 euros, como pedía la acusación, aunque de inicio Fiscalía solicitaba la mitad.
Al final la petición es de esa cantidad a la que se suman 500 euros más por los gastos que tuvo que abonar la joven para costear las consultas psicológicas. La última testigo en declarar en el juicio, una de las dos alumnas que habían denunciado antes de que lo hiciera C.G., pero que no consiguieron ninguna sentencia condenatoria porque la Audiencia provincial de León dijo que el delito había prescrito, sumó a lo vivido por las tres las acusaciones de otras dos alumnas que no quisieron denunciar. La joven dio nombres y apellidos de las chicas y relató el acoso que habían vivido que solía seguir el mismo esquema.
"Hubo mucho miedo en la Universidad para llevar este tema"
La fiscal reconocía que «todos estuvieron perdidos» en al gestión del problema, tanto de la parte de las alumnas como desde el centro. «Hubo mucho miedo en la Universidad para llevar este tema», dijo en su alegato final.De ahí que se dejaran reposar las primeras denuncias efectuadas al delegado de alumnos sobre actitudes impropias del profesor hacia sus alumnas sin hacer nada, mientras los rumores sobre el supuesto acoso sexual campaban entre el colectivo de estudiantes y se sumaban nuevas víctimas.
Desde las filas de la acusación particular incluso se dijo que las jóvenes no hubieran sentado a su profesor en el banquillo, por eso lo hizo el Ministerio Fiscal tras el expediente administrativo abierto por este caso «no se origina en base a una denuncia de ellas», dijo. Una de las alumnas que testimonió haber sido acosada señaló que no había denunciado «por temor a las represalias de los profesores, no solo de él». Sí reconoció que el subdirector de la Escuela llamó a varias alumnas para preguntarles si habían sentido algún tipo de agravio por parte del denunciado.
Ella y una amiga afirmaron ese supuesto, pero reconoce que lo hicieron también otras dos chicas. La fiscal asegura que dos de las presuntamente acosadas tuvieron que recibir tratamiento psicológico.
Una de ellas incluso presentó ante el juez una carta médica en la que se pide que no declare en el juicio como testigo para no poner en riesgo su salud, por lo que se le exoneró de la obligación de testificar «porque corre peligro su salud», dijo el juez, Oscar Hernáiz.
La denunciante apuntaba que, después de los hechos sufridos comenzó a registrar cuadros de ansiedad e incluso fue tratada por anorexia, tras perder 30 kilos y tener que salir a estudiar a Italia, algo que aseguró que había hecho«porque no aguantaba más».
El caso, tras la presentación de conclusiones y alegaciones por parte de la acusación, la Fiscalía y la defensa, que utilizó casi una hora para pedir la libre absolución del acusado queda ahora visto para sentencia.