La Real Academia Española define la etología como “la ciencia que estudia el comportamiento de los animales y del hombre en su medio natural”. Por su parte, los expertos en veterinaria se refieren a la etología clínica como la rama de la medicina veterinaria que se dedica a prevenir, diagnosticar y tratar problemas de comportamiento en perros y gatos.
Es concretamente sobre este segundo animal sobre el que la veterinaria sevillana afincada en León Pilar Guerrero ha desarrollado su modo de vida. Pilar llegó a León, donde ahora reside, para estudiar Veterinaria, a raíz de lo que se interesó “muchísimo” por la etología. “Cuando descubrí esa rama dije: ¡pero qué maravilla es esta!”, cuenta.
Por aquel entonces, Pilar compartía piso con sus amigas y cuidaban en su vivienda a gatos de acogida, lo que la permitió “descubrirlos”, ya que ella nunca había tenido uno porque, aunque “había tenido todo tipo de animales”, su madre siempre decía que “gatos no”.
Ambos descubrimientos, el de la etología y el de los gatos, hicieron “un match perfecto”, que la llevó a unirlos y empezar a formarse e informarse sobre la etología felina. Es así como nació ‘Vetfelina’ que, posteriormente, daría pie a una cuenta en la red social Instagram -@vetfelina?, donde a día de hoy acumula unos 117.000 seguidores.
‘Vetfelina’ tuvo sus inicios en 2021 de la mano de un blog en el que la veterinaria se propuso “hablar de gatos y explicarle a la gente todas esas cosas que sabía para que pudieran entenderlas”. “Un blog en 2021 estaba un poquito atrasado ya, pero me lo hice con toda mi ilusión y empecé a escribir”, relata, al tiempo que recuerda que fue su hermana la que le dijo que se fuera a Instagram, ya que “es donde estaba la gente”. A pesar de que volcar el proyecto a la red social le daba “respeto”, Pilar hizo caso a su hermana y se creó la cuenta @vetfelina_.
“Empecé poco a poco, al principio no enseñaba mi cara y solo usaba mi voz, pero luego me animé y todo fue rodado”, narra, mientras reconoce que el crecimiento tras dos años y medio “ha sido espectacular”, hasta el punto de alcanzar los 1.000 seguidores los primeros seis y 100.000 en el medio año siguiente.
La veterinaria y etóloga felina achaca este crecimiento a que “la gente tiene la concepción de que el gato es un animal que se tiene en casa, que se cuida solo y que no hay que hacerle nada ni sacarlo a la calle como a un perro”. No obstante, “si la gente va con esa concepción y adopta un gato, antes o después van a llegar los problemas, porque tendrá unas necesidades que no le podrán dar”. Por ello, en su perfil de Instagram divulga aspectos sobre sobre el bienestar felino que llevaron a muchos seguidores a “verse reflejados” y crear “una comunidad”.
Programa tutor felino
Tal fue la aceptación de su consejos por parte de sus seguidores que el pasado año, tras darse cuenta de que “con una consulta de una hora no se puede explicar todo lo que se necesita saber para que se produzca una gran transformación”, decidió dar un paso más y crear un programa grande de tres meses en los que enseña a los dueños de los gatos “todo lo que tienen que saber y que, de no saber, no les permitiría ir a ningún sitio”.
Así nació el Programa tutor felino, mediante el que enseña a los propietarios de estos animales “todo lo que tienen que saber para tener una convivencia equilibrada una vez que ya tienen el gato o antes de que este llegue a casa”.
El Programa está dividido en tres bloques. El primero de ellos está centrado en el ambiente del gato, es decir, la casa en la que vive, ya que ello supone “el 95 por ciento de su bienestar”, donde “aunque pueda parece una tontería” le afectan “cosas tan minucias como dónde poner el comedero y el bebedero” porque “si eso se hace mal puede causar un problema de comportamiento que podría costar miles de euros en el veterinario”.
“Así de delicados son los gatos”, asegura, por lo que dedica este primer mes a “perfeccionar el ambiente, ver todo lo que hay que tener o cómo hay que tenerlo”, así como a cuestiones como “las pequeñas señales que dan los animales para coger las cosas a tiempo”, ya que “los gatos cuando se encuentran mal se callan la boca y no dicen nada y hasta que no están súper súper súper mal de morirse, no te lo dejan verlo”.
El segundo bloque es el manejo del gato, “lo que sería la educación”, con aspectos como “por qué maúlla, cómo resuelvo sus miedos o cómo afronto cambios como una mudanza o la llegada de un bebé” a través del “lenguaje felino”.
Finalmente, el último mes se dedica a una cuestión con la que “el 95 por ciento de los tutores tienen problemas”, como es el transportín y el “estrés que causa a la hora de salir a la calle”, de forma que efectúa un entrenamiento para resolverlo y que “no haya estrés por ningún sitio”.
Desde la puesta en marcha del Programa tutor felino, Pilar Guerrero ha contado ya con cerca de un centenar de alumnos, a los que ve “muy seguros de sí mismos”. Sobre el perfil de estos, destaca “gente joven o familias que van a tener a los niños” con edades entre los 20 y los 45 años, que “son muy amantes de los gatos, saben perfectamente que tienen una complicación especial y quieren hacerlo todo bien”.
Más allá de su programa de doce semanas, Guerrero también lleva a cabo sesiones individuales para “problemáticas muy puntuales con casos extremos”. Como ejemplo, recuerda a una familia que contactó con ella después de que un gato se asustara mucho por un movimiento que hizo una chica” y comenzó a “bufarles, ponerse nervioso e incluso hacerse pis cada vez que les veía”.
Un gato feliz
La labor como asesora en conducta felina de Pilar Guerrero dio otro paso más gracias a ‘Vetfelina’ con la publicación en enero del pasado año del libro ‘Cómo lograr que tu gato sea feliz’, en el que, bajo el subtítulo de ‘La ciencia puede ayudarte a que tu gato y tú consigáis el bienestar a través de la comprensión mutua’, resume y aborda cuestiones muy diversas.
De este modo, habla de cosas como del ambiente o el manejo y dedica toda una sección a explicar por qué el gato hace determinadas cosas. En definitiva, ofrece “una base y varias pinceladas de lo que tienes que saber sobre el gato”.
“Nos confiamos mucho de que un gato es fácil, pero es muy fácil, y luego llegan los problemas y nos lamentamos al pensar que si hubiéramos sabido algo no habría habido dolores de cabeza”, insiste, mientras recuerda el caso de una alumna que “se gastó 2.500 euros en el veterinario para ver qué le pasaba al gato y resultó que no tenía nada físico, sino que lo que tenía era estrés”.