"El 78.908 ha sido vendido íntegramente... ¡en León!". Se hizo el silencio en casi todas las retransmisiones en directo del sorteo de la Lotería del Niño. En TVE la comentarista dijo algo así como "no ha tocado en Huesca ni el Almería, ha tocado íntegramente en León". En las radios se quedaron en plan: "¿Y ahora quá hacemos?". Comenzaron las especulaciones y pronto todos los dedos empezaron a señalar a la administración de El Corte Inglés. Los resabidos, pese al trabajo que habrán tenido durante todas las cenas navideñas, empezaron a adelantar "pues esa no puede abrir para las fotos brindando con champán, porque hoy está cerrado". Y era verdad. No eran las 12:30 horas y ya había una docena de periodistas en la puerta más cercana a la administración, donde les recibía la trapa y nada más. Comenzaron a merodear curiosos. Algunos coches pitaban al pasar.
En las aceras de enfrente se iba reuniendo cada vez más gente, unos preguntando que qué estaba pasando y sumándose al bulto, esa afición tan leonesa, antes de que les respondieran. Otros ya sabían perfectamente a lo que venían. Llegan cada vez más periodistas, no precisamente contentos porque a muchos de ellos lo único que les había tocado en el sorteo había sido trabajar cuando no correspondía. Es el caso.
El responsable de prensa de El Corte Inglés dice que están a punto de llegar los dueños de la administración. Aparece un coche de Loterías y Apuestas del Estado y todas las cámaras enfocan al conductor. Trae unos carteles con los que espera calmar la insaciable sed de imágenes, las prisas de los digitales, las conexiones en directo... pero se vuelve a subir al coche y desaparece otro rato. La impaciencia de los periodistas lleva a la desesperación. Ya es la una y parece que nadie quiere celebrar nada. "Cómo se nota que esto es León", comenta un ácido espectador. Al fin aparecen tres jóvenes con el de las Loterías, se ponen camisetas con el número agraciado y posan para las cámaras. Hay que animarles para que abran una botella de champán que les han prestado y brinden. "A vosotras no os ha tocado, ¿verdad?", pregunta un fotógrafo. Las chicas niegan. "¿Ha tocado aquí la lotería o esto es un funeral?", pregunta otro paseante. Por suerte, empiezan a llegar agraciados, con sus sonrisas inmensas y sus previsibles discursos: para los hijos, para tapar agujerillos, para ir a Nueva York. Luego viene la otra monserga: pues yo estuve a punto de comprar... pues yo...