De los 14 centros de supercomputación que se encuentran repartidos por el territorio español, solo uno de ellos tiene a una mujer al frente: Hilde Pérez, que desde marzo ejerce como directora de la Fundación Centro de Supercomputación de Castilla y León (Scayle), ubicada en el Campus de Vegazana de la Universidad de León (ULE). En esta entrevista, Hilde Pérez repasa los retos que tienen por delante en una entidad todavía desconocida por buena parte de los leoneses, la irrupción de la inteligencia artificial (IA) o el apoyo que están prestando en la investigación cuántica y en la lucha contra la ciberdelincuencia.
– ¿Cómo están siendo estos primeros meses de trabajo al frente de Scayle?
– Scayle va a sufrir una transformación en los próximos meses y años, pasando de ser un centro prácticamente desconocido a ser protagonista y a tener un papel fundamental en proyectos muy bonitos y de impacto en la sociedad. Scayle tiene que tener su hueco en la sociedad leonesa, o castellano y leonesa, que hasta ahora no lo hemos tenido porque la gente no sabe ni lo que hacemos ni lo que somos.
– Para alcanzar ese objetivo de ser más próximos a la sociedad leonesa, ¿qué actuaciones están llevando a cabo?
– Somos un centro de puertas abiertas. Participamos en la Expociencia con la ULE, en Enise con Incibe, en jornadas de puertas abiertas… Este centro está siempre abierto a visitas de colegios, centros de Formación Profesional, universidades, el ámbito empresarial… Estamos abiertos a todo. Nosotros no estamos aquí para ganar dinero, estamos aquí para hacer el mundo mejor. Tenemos que hacer un centro que sea el orgullo de la ciudad. Igual que Incibe, que Scayle sea conocido por todos los leoneses.
– Por tanto, ¿cómo presentaría al centro que actualmente dirige?
– Scayle es un centro tecnológico de referencia porque formamos parte de la red española de supercomputación. Somos 14 centros coordinados por el Centro Nacional de Supercomputación de Barcelona (BSC). Scayle es el centro tecnológico con el que ser bandera en las nuevas tecnologías, en computación y supercomputación cuántica. Tenemos que ser punta de lanza y, para ello, tenemos los últimos equipos tecnológicos.
– ¿Cuántas personas conforman el actual equipo de Scayle en el Campus de Vegazana?
– Ahora mismo somos 19 personas en Scayle; pero el equipo se está ampliando. Contamos con talento local y, antes de final de año, habrá cinco trabajadores más en el centro. Tenemos a tres estudiantes de la Universidad haciendo prácticas aquí y es una familia que va a crecer. No puede quedarse como estaba. Vamos a crecer porque somos un elemento fundamental para el territorio de la comunidad y tenemos que aprovechar el momento.
– ¿De qué manera ayuda la ampliación de la sede de Scayle a la labor que desempeñan? ¿Cómo avanza la ejecución de la misma?
– La ampliación de Scayle es, realmente, la sede. Es un proyecto que viene de atrás y que por fin se ha materializado. Durante el 2025 se hará entrega formal del edificio y ya estamos pensando en la segunda fase: acondicionar el edificio, el CPD, para que acoja el supercomputador y todos los equipos asociados. Vamos a empezar a hacerlo ya en la segunda mitad de 2025. Esto nos va a colocar en la ciudad como una entidad porque aquí estamos en una parte de un edificio de la ULE, un poco escondidos, y la gente no sabe incluso que estamos aquí. Al tener un edificio propio, tienes una identidad propia. Va a requerir un poco más de financiación por el mantenimiento del edificio, de las infraestructuras, seguridad, limpieza…
– ¿En qué ámbitos tendrá aplicación el incremento de las capacidades de Scayle? ¿En qué ejemplos concretos se materializa este impulso a la supercomputación?
– Sobre todo, en IA. La supercomputación está basada en máquinas que tienen CPUs y GPUs. Estas últimas son las que se utilizan en los modelos de IA. Son unas unidades de procesamiento muchísimo más potentes que realizan ese cálculo que nos hace falta de manera mucho más rápida. Aquí tenemos muchas máquinas con CPUs y con GPUs, las últimas del mercado están en Scayle y son las que quieren todos los centros de investigación para sus modelos. Por ejemplo, la UME utiliza nuestra predicción meteorológica. Los campos son muy dispares, llegando también a trabajos más concretos como la medicina de precisión, secuenciación genética… Todo esto lo hacemos aquí, en Scayle ¿Qué impacte al ciudadano? Igual no es algo que impacte de manera directa, pero sí índirecta. Todos los procesos de simulación, como los industriales, en los que se trabaja con cantidades ingentes de datos y de información que se lleva a la nube. Con eso, tú tomas decisiones, optimizas procesos y haces que el producto que entregas al ciudadano sea más eficiente.
– Respecto a la IA, todavía estamos en los comienzos de lo que se antoja como una revolución… ¿Hasta dónde alcanzará y qué papel jugará Scayle?
– Estamos en un proceso de transformación tecnológica. Con los últimos progresos de inteligencia artificial, con la IA generativa, todo el mundo oye hablar de los centros de datos que se están instalando en España y la supercomputación va muy vinculada a todo eso. Todos los modelos de IA se entrenan en supercomputadores y para eso servimos. La IA ha irrumpido en nuestras vidas como un elefante en una cacharrería y se está apoderando de todo. En Scayle somos el motor, el corazón, que hace mover la IA.
– Scayle también está avanzando en computación cuántica... ¿Cómo están empleando esta tecnología?
– Las dos líneas iniciadas, una de comunicación cuántica y otra de computación cuántica, cuentan con técnicos que se están especializando desde el punto de vista de la investigación. La cuántica es la que tecnológicamente está un poco más verde. Hay computadores cuánticos en el BSC, los están presentando ya, en Cesga, en el País Vasco… Eso es lo más difícil. Tener un ordenador cuántico en casa nos va a llevar décadas verlo. Está todavía en una fase de desarrollo inicial y esto nos va a proporcionar una capacidad de cálculo masivo brutal, nada que ver con la tecnología basada en ceros y unos que tenemos ahora. Aquí estamos en ello y ya se ha aprobado la compra de unos emuladores cuánticos que lo que permiten es poner algoritmos en ellos, es decir, simular lo que es un computador cuántico. La comunicación cuántica es algo mucho más real, es algo ya tangible.
– También colaboran con Incibe en materia de encriptación contra la ciberdelincuencia ¿Cómo va ese proyecto que presentaron este año? ¿Cuáles han sido los primeros resultados?
–Siempre digo que los astros están alineados. El hecho de que Incibe esté ocupando plaza en León es muy bueno y que esta agencia nacional de ciberseguridad ha generado una muy buena relación con ellos. También a nivel personal porque el director, Félix Barrio, le conocía de antes. Se ha generado una sinergia muy importante y ahora estamos desarrollando con ellos proyectos de comunicación cuántica que son punteros y que ha futuro va a repercutir a futuro y en cómo se va a distribuir la información en internet y, eso, va a tener una influencia directa en el ciudadano. Lo que vamos a hacer es un proyecto de desarrollo de claves cuánticas. Toda la seguridad que va a través de internet te la pueden hackear. Ahora mismo, está la criptografía convencional; pero, cuando los computadores cuánticos se desarrollen definitivamente y den ese salto, que todavía falta, toda esa información que está en la red estará disponible para cualquiera que tenga un ordenador cuántico. Con esta tecnología nos estamos preparando para esta era postcuántica. Estamos mirando hasta qué punto es segura esa información. En estos momentos, estamos en dos proyectos con Incibe. Vamos a estar comunicados a través de fibra óptica, con la colaboración de Ayuntamiento de León y bajo su canalización. Una vez estemos comunicados, se pone una máquina aquí y otra allí que llevarán a cabo la distribución de claves cuánticas. Eso es la barrera que impide a los hackers acceder a la información. Esto es muy importante porque en cualquier momento está disponible todo y eso entraña un gran riesgo. También está el tema de Defensa y datos sensibles para soberanía nacional y otras cuestiones adyacentes muy interesantes.
– En cuanto al resto del ecosistema TIC leonés, ¿con qué otras instituciones y en qué proyectos vienen colaborando? ¿También están llegando estas sinergias a la empresa privada?
– Nuestro mayor porcentaje de usuarios son investigadores, centros de investigación… digamos que en un 98 por ciento. Ahora, el objetivo es llegar a esas empresas que todavía no han pegado el salto. Las grandes empresas ya han asumido cuál es el futuro y el camino a seguir y están dando sus pasos; pero para las pymes, que son la gran mayoría de empresas, podemos ser un elemento de apoyo en Scayle. Sí que queremos llegar a esas pymes para ofrecer nuestros servicios. Sobre todo en esos primeros pasos porque después, evidentemente, hay empresas que se dedican a esto. Nosotros podemos colaborar en la implantación de esas primeras medidas y ayudar a las pymes que, a lo mejor, no disponen de medios tecnológicos ni humanos para hacerlo. Con ellas podemos estar y con las ‘startups’. Scayle va un paso por delante para estar preparados para lo que está por venir.
– Ante todo este desarrollo tecnológico, el gran reto es el humanismo y el poner a las personas por delante de las máquinas. ¿En qué lugar queda precisamente ese papel humano?
– La tecnología sigue su curso y si no lo siguiera estaríamos perdidos. De hecho, ahora estamos en una situación crítica en la Unión Europea, ya no en España. Con la victoria de Donald Trump, la Unión Europea ve que va a tener una serie de medidas punitivas con respecto a Estados Unidos que nos sitúa en una posición de desventaja con nuestros competidores: Estados Unidos y China. La tecnología es fundamental para el desarrollo de la humanidad y de la sociedad, para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Lo que nos ha pasado en la Vieja Europa es fruto de la deslocalización industrial. Hemos perdido desde hace décadas una buena parte de esas fábricas que se localizaron hacia los países del Este y hacia China. Eso ha tenido un coste y lo estamos pagando ahora: la dependencia de la cadena de suministro asiática. Lo que tenemos que hacer es ponernos las pilas y en la Unión Europea tenemos que prepararnos para el futuro, que es abordarlo como si fuésemos un estado o nación, con una política común de camino a seguir en tecnología. Ahora pasa todo por la inteligencia artificial y tenemos que prepararnos para los grandes retos. Sabemos lo que hay que hacer, vamos a ello.
– De cara al futuro, ¿qué proyectos tienen previstos poner en marcha?
– El nuevo edificio es algo que llevo como bandera personal. El hecho de que haya llegado y esto esté adquiriendo un ‘boom’ nos da la oportunidad con el nuevo edificio de posicionarnos y ser una referencia. Ya estaba todo adjudicado, los planos hechos… Lo que podemos aportar ahora es convertir ese edificio en un centro de referencia. Tiene que ser un edificio sostenible, energéticamente eficiente y que sea bandera nacional e internacional porque podemos hacerlo: tenemos la red de calor, la ayuda del Erem, utilización de energía cien por cien renovable, vamos a poner placas solares y para la recuperación del agua de lluvia… Es una oportunidad que tenemos porque ahora se cuestionan mucho los centros de datos y de cálculo intensivo porque consumen una cantidad tan alta de energía y es necesario refrigerar. Ahora, sobre todo, que se necesitan tantos centros de datos de las grandes, Meta, Amazon o Microsoft, que vienen a España. Ahora mismos tenemos ocho proyectos específicos de Scayle, con financiación importante, y otros cuatro en ciernes. Después se ejecutan otros proyectos interesantes en las máquinas en los que son sus usuarios los que tienen su investigación y vienen a utilizar nuestros recursos.