El hombre que dijo en el bar: "Entre todos no trabajais la mitad que mi mujer"

‘Nano’ González falleció el lunes a los 90; fin a una vida con Toña, su mujer, padres de diez hijos

03/11/2024
 Actualizado a 03/11/2024
Nano con su cacha y alguna reflexión a punto, siempre atento, leyendo. | L.N.C.
Nano con su cacha y alguna reflexión a punto, siempre atento, leyendo. | L.N.C.

La escena es de hace muchos años. Si digo cuarenta tal vez no exagero. Pero no se olvida, es de esas que queda grabada para siempre, que se convierte en una lección como jamás te dio ningún catedrático.

Nano y su hermano Elías, albañiles y dos de los canteros de más prestigio de la comarca, comían su bocadillo en la Venta de Getino donde un grupo de hombres rivalizaban a ver quién había segado más hierba aquella mañana. Si uno decía tres prados el otro cuatro. Y mayores. Nano se levantó a pedir los cafés y al situarse al lado del grupo de ‘segadores’ y sin levantar la voz dijo: "Entre todos no habéis trabajado la mitad que mi mujer".

Se hizo el silencio. Nadie le dijo nada. Seguramente porque los allí presentes sabían que era una verdad irrefutable ya que conocían a Nano, sabían que era un excelente cantero y albañil, padre de diez hijos que esa mujer que él había dicho cuidaba en Valverde Curueño cuando él se iba a las obras, al amanecer, hasta su regreso, "cuando se acababa, que entonces no había horarios". Y además de cuidar de los hijos, que no era trabajo menor, "pues había que atender el ganado, las faenas del campo, ordeñar...". 

Todo lo hacían codo con codo hasta el punto que cuando lo recordaban, con el paso de los años, Nano contaba los trabajos de Toña —"hasta el quinto hijo no tuvimos agua corriente en casa, la pobre tenía que ir a lavar a la fuente, con el agua helada"— y ella repasaba las casas que había levantado Nano como si hubiera estado a pie de obra. 

"Mientras tuvieron que trabajar se tenían que conformar viéndose poco, cada uno a lo suyo; pero desde que se jubilaron no se separaban para nada", recordaba su hija Concha al lamentar la soledad de su madre al irse Nano. Otra. Raquel, recordaba las cariñosas cartas que le escribía desde la mili y sonreían al recordar que cuando Toña regresó del hospital —curiosamente la mujer había estado ingresada y a su regreso se complicó la enfermedad de Nano— él salió a esperarla y le dijo "¡qué guapa estás!".

La anécdota es que el viernes había estado el obispo en el pueblo y pasó por su casa a confesarlos, lo que les hizo mucha ilusión, pero como Toña se ‘enrollaba’ el bueno de Nano le metió prisa: "Pero tú ¿qué pecados vas a tener?".

Diez hijos, a los que supieron inculcar la unión, estarán pendientes de Toña, pero saben que hay un vacío que no llenarán. "Yo se que es muy duro seguir adelante sin él; pero a la vez estoy contenta porque nos disfrutamos 66 años".

Ojo a la expresión: "Nos disfrutamos". Un tratado en dos palabras.

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