¿Qué habrá sido de aquel estañador que le llamaban Pitraco?, ¿y del pobre del caldero?, ¿recuerdas a la Tía 14 que la mató el tren?, ¡Qué buen hombrico era Chavín!, ¿viste que Rodrigo Cuevas dice que en sus recuerdos están aquellas fiestas de Rodiezmo en las que Nemesio aparecía disfrazado de cualquier cosa, generalmente de mujer?, ¿cómo no vas a recordar a Colás, recorría todo Cabrera, de fiesta en fiesta o el Pobre del Caldero, habitual de la zona de Boñar y comarcas vecinas con su caldero para las propinas y expresiones para el recuerdo, como aquel ‘Ay bandido’ con el que respondía a cualquier broma?
Son expresiones que se repiten, recuerdos inolvidables. Esta misma Navidad surgió en Puente Almuhey la conversación sobre Pitraco y allí mismo los contertulios fueron aportando historias y hasta nombres diferentes, según la comarca de la que hablaran: Por Almanza le llamaban El Moreno y allá para la montaña del Torío era Juan El Hojalatero… y la perra que llevaba siempre la Cu-cú.
Y en otro campo diferente, ¿alguien no ha escuchado algún milagro del doctor Rivas, el del Cistierna? O de su colega, Ricardo Tascón, recordado médico de Matallana de Torío metido también a empresario minero por tradición familiar. ¿Y en alguna casa no se ha buscado la solución a dolores, torceduras, esguinces o mancaduras acudiendo al Curandero de Boñar, Isidro Martínez, el hombre milagro también para los deportistas entre los que, concretamente, los luchadores le tenían una fe inquebrantable?
¿O aquel director de cine de Valencia de Don Juan, José María Gutiérrez, que se hizo amigo de Vargas Llosa en el aeropuerto de París cuando le dejó al entonces desconocido autor de ‘La ciudad y los perros' cinco pesetas porque se había quedado sin un duro? Y con el tiempo llevaría al cine ‘Pantaleón y las visitadoras’.
¿Se ha olvidado alguien de la figura de Ataúlfo ‘El Comunista’ asomado a su balcón lleno de pancartas de los hermanos proletarios y diversas facciones de partidos comunistas o ejerciendo de impasible primer hombre anuncio en el Arco de la Cárcel con su cartel de ‘Curas y monjas… a trabajar’? ¿y de sus trifulcas de vecindad con Chuchi, el histórico de Falange, con el añadido, para que no faltara nada de don José María, el cura del barrio? ¿Has visto la foto del citado párroco y Ataúlfo en la que parece que la relación era mejor de lo que se cuenta?, tal vez las apariencias engañan, o no.
Y, seguramente, uno de los casos más representativos de estos personajes irrepetibles e inolvidables, ‘El Tigre de Villahibiera’, artesano del canalón pero, sobre todo, viajero por toda la provincia con un singular coche fruto de la suma de su capacidad de invención y su manejo del arte de la hojalata. Hablando del arte de la hojalata, ¿hay personaje más representativo del mismo que el gran Chiches, de Valencia de Don Juan, autor de las esculturas del singular edificio centinela de la capital coyantina. Por cierto, Chiches felizmente vivo y en plena producción artística pese a sus problemas de movilidad.
Son personajes irrepetibles e inolvidables que iremos recordando en una serie de reportajes para ir un poco más allá de ‘la capa superficial’, para conocer historias a veces tristes o a veces fascinantes, incluso en el mismo personajes, como ocurre con la Tía 14 de Santa Lucía, que murió arrollada por ese mismo tren que todos los días cogía, sin sacar billete, para ir vendiendo la variada gama de ofertas que llevaba en sus bolsas. Una mujer con un pasado de luces, que cifraba en su etapa de modelo de artistas en Burgos, y también de sombras, como cuando fue expulsada en Asturias de la caseta en la que vivía, parecida a la que tenía en Santa Lucía, para ocupar aquel terreno para una obra pública. Una mujer con un pasado incluso trágico, cuando quisieron enterrarla en vida en uno de aquellos impunes casos de violencia de género.
¿De donde llegó y cómo El Tigre de Villahibiera a León? Estaba vinculado con la montaña de Riaño, donde también vivía su hermano El Junquillo, otro personaje de novela. Parece que fue su padre quien desembarcó en esta zona... como churrero de las tropas del Ejército.
¿De dónde vino y hacia dónde partió aquel primer hombre anuncio que fue Ataúlfo? No solo hay que recordar su relación con sus ‘enemigos’ del Barrio de Santa Marina, el falangista Chuchi o el párroco, también aquellos que jugaban con él la partida en el Flórez o La Ribera y hablan de la imaginación del viejo comunista para ‘envidar’: "A la grande echo todas las baldosas que tiene la Plaza Roja de Moscú", por no hablar de otras expresiones más irreverentes.
Nemesio, acompañado muchas veces del no menos singular Xixón, está presente en las conversaciones diarias no solo de La Tercia, también de otras muchas ‘zonas de influencia’. De su gusto por disfrazarse parece que bebió el mismísimo Rodrigo Cuevas, que pasó muchos veranos en Rodiezmo, el pueblo de Neme y de la madre del artista asturiano.
También el campo de la sanidad ha dejado muchos inolvidables. Algunos nombres siguen en boca de todos: Isidro el curandero de Boñar; Rivas el de la clínica de Cistierna; Ricardo Tascón, uno de los tipos más queridos en la cuenca minera de Matallana, donde dejó patente su buen hacer en campos que, en principio, no eran los suyos pues se había especializado en Pediatría pero la fe de sus pacientes iba mucho más allá, como ilustra una hilarante anécdota con ‘el bruto’ de Valle. En el campo de la sanidad iría Pochi, con la que era imposible pasear por Laciana pues no dejaba de cruzar "niños que había traído al mundo" en su oficio de comadrona.
Inoolvidables e irrepetibles que nunca deberían caer en el olvido.