Desde los promotores de la jornada optan por mejorar los servicios de comunicación, tanto en el apartado transportes como en los soportes digitales, para acercar a las localidades más diezmadas por la despoblación a sus núcleos o ciudades principales más próximos. El presidente de Felampa, Arsenio Martínez, considera que se trata de un debate «necesario» que llevaban tiempo organizando. Según su opinión, la despoblación no ha llegado a la provincia «por generación espontánea» sino que es fruto de «políticas mal aplicadas que han vaciado los pueblos».
Sobre todo, el presidente de la agrupación de ampas pone el punto de mira en la eliminación de servicios «que es lo que fija población». «Queremos abordar todos los problemas de la educación rural desde los propios habitantes y vecinos de los pueblos, para saber qué necesitan tanto ellos como sus respectivos centros educativos», manifiesta Arsenio Martínez.
Oportunidades y desventajas
Desde las ampas del medio rural leonés se quejan de que las ayudas y becas al transporte solo llegan hasta Secundaria y cuando los alumnos comienzan el Bachillerato son las familias las que tienen que costearlo con sus propios medios. Otras quejas de este tipo de escuelas tienen que ver con el apartado económico. Un ejemplo, son los costes de calefacción que tienen que ser asumidos por los pueblos «sin el apoyo de la Junta». «En el colegio de Huergas de Babia, en pleno Valle de San Emiliano, los gastos son altísimos para calentar las aulas y tienen que sufragarlos el propio ayuntamiento», señalan desde Felampa.
Lo mismo ocurre con el arreglo del pavimento o la renovación del material escolar. Y es que, en muchos casos, se presenta un conflicto de competencias en toda regla puesto que, según apuntan desde las asociaciones de padres, la Consejería asume la obra nueva y los ayuntamientos el mantenimiento. «¿Dónde está la línea que separa el mantenimiento de la obra nueva?», se preguntan en Felampa.
Muchas familias tienen que irse de los pueblos porque no pueden garantizar la educación de sus hijos. Estudiar en un pueblo no implica, ni mucho menos, que todo sean desventajas para el alumno. Una de las principales reivindicaciones a nivel educativo en las ciudades es, precisamente, bajar el ratio de alumnos por aula para poder prestar la atención específica que necesitan, por ejemplo, alumnos con altas capacidades o niños y niñas a los que les cuesta más asimilar conocimientos. Este es un problema que no existe en el medio rural, donde el profesor llega de forma individualizada a cada estudiante. «En la mayoría de colegios rurales de la provincia hay ocho alumnos entre todos los cursos de Primaria. Aunque sean de diferentes niveles, los profesores pueden asegurarse de un correcto aprendizaje para todos ellos», señalan los promotores del encuentro sobre escuela rural.
En el otro lado de la balanza aparecen algún que otro hándicap, especialmente en el apartado de la conciliación. En la capital hay una alta facilidad para acceder a actividades extraescolares, algo que en la mayoría de los pueblos no es posible por el «elevado coste» de llevarlas a cabo. «Este curso en La Vecilla quisieron poner unas clases extraescolares de robótica, pero no pudieron salir adelante al ser solo cuatro alumnos», comenta el presidente de Felampa al tiempo que propone como solución «juntarse con otros tantos interesados en Boñar y unificarles para la actividad en un mismo centro».
Existen programas provinciales a disposición de los colegios rurales para intentar mermar esta brecha con la ciudad de León, pero según manifiestan desde las asociaciones de padres y madres «en muchas ocasiones ni siquiera se piden por parte de los ayuntamientos». El presidente de Felampa lamenta que todos los cursos le llegan casos de padres que no quieren irse de sus pueblos pero, de una manera o de otra, se ven obligados a mudarse a la ciudad para garantizar la educación de sus hijos. «Muchos no quieren irse pero se van. Se van porque no tienen la suficiente capacidad económica para conciliar trabajo y escuela», asegura Arsenio Martínez.
Un debate necesario
Por todas estas evidencias que reflejan que, aunque ni mejor ni peor, no se recibe el mismo trato educativo en la ciudad de León que en Posada de Valdeón o El Burgo Ranero, los debates como el de este sábado en Riello son más que necesarios. Como explica Natalia Castro, gestora de la Reserva de la Biosfera de los valles de Omaña y Luna, el objetivo de este tipo de jornadas es «crear un espacio de diálogo para escuchar a los padres y madres para saber sus reivindicaciones y poder trasladarlas a la Administración».
El programa de actividades en Riello tiene una doble vertiente, con una programación para adultos y otra para los niños y niñas. Durante la mañana, se desarrollarán dos mesas redondas: 'Políticas educativas aplicadas a la escuela rural para su mantenimiento y potenciación' y 'Visiones del entorno educativo rural'. Para la tarde queda la mesa de trabajo, de carácter más práctico, bajo el título 'Visiones del entorno educativo rural por las ampas'.
Por su parte, los niños y niñas disfrutarán de una jornada de excursión por el medio ambiente y, más tarde, una visita guiada al Centro de interpretación de la naturaleza de la Reserva de la Biosfera de los valles de Omaña y Luna en la localidad de Murias de Paredes. Las actividades para los más pequeños se completan con un taller de dibujo y la realización de una serie de juegos, además de la comida que compartirán al mediodía con padres y participantes en los debates.
Como reflexiona Natalia Castro, que participará en el encuentro de Riello, en zonas envejecidas de la provincia, como lo es la suya, «los pocos niños que quedan son un tesoro». «La manera de mantener ese tesoro en nuestro territorio es con unos servicios educativos de calidad», manifiesta. Se puede decir más alto, que resuene incluso por los cuatro valles, pero no más claro.