608 segundos. Ese fue el tiempo que duró el vuelo que convirtió al leonés Jesús Calleja en el tercer español en cruzar la línea de Kárman, considerada mayoritariamente como la frontera entre la atmófera y el espacio exterior. Entre lágrimas, asegurando que había cumplido «el sueño que tenía desde niño», Calleja abandonaba la cápsula a la que había entrado en torno a una hora antes y en la que se disponía a realizar lo que consideraba como «el culmen» de una vida plagada de aventuras y desafíos.
Nervios y expectación en los minutos previos al lanzamiento de la nave ‘New Shepard’, de la empresa Blue Origin propiedad del dueño de Amazon Jeff Bezos, que realizaba su trigésimo viaje al espacio, el décimo con tripulación. Fueron más de los esperados esos minutos de preparación, ya que a falta de diez minutos en la cuenta atrás y antes de lo que se considera la ‘fase terminal’ del lanzamiento en la que se realizan las últimas comprobaciones que son ya definitivas y pueden comprometer el despegue, se detenía el tiempo para realizar las configuraciones finales del único motor de la aeronave, ese que se desprendería de la cápsula principal un par de minutos después del despegue.
Así, en torno a las 16:50 horas con unos 20 minutos de retraso, el control de misión realizaba el conteo final. «10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1... ‘ignition’». A partir de ahí comenzaban esos 10 minutos y 17 segundos en los que Calleja tenía la posibilidad de experimentar la ingravidez y observar el planeta tierra durante apenas 3. «Es precioso, indescriptible, es increíble como la línea de la atmósfera se ve tan fina», señalaba nada más bajarse de la cápsula y abrazar a su hermano Kike. «No te imaginas los ruidos que hace, explosiones, es increíble», se le oía comentar. Durante el viaje, del que solo se tuvo una imagen fija desde el exterior y no del interior para proteger la privacidad de los tripulantes ante la posibilidad de mareos o incluso desvanecimientos (durante la bajada se llegan a experimentar fuerzas de 5G, es decir, cinco veces el peso corporal), apenas se pudo ver el momento en el que el motor principal se desprendía de la cápsula habitacional para emprender su regreso autónomo a la tierra (y ser reutilizado en futuros viajes). Tras realizar una parábola ascendente y descenten que le llevaría a aterrizar a unos 3 kilómetros del lugar del lanzamiento, la fase final del descenso era compensada con tres paracaídas que permitían realizar un aterrizaje sin más complicaciones. Pocos minutos después llegaban los familiares de los seis tripulantes para celebrar un nuevo viaje exitoso de turistas espaciales.
Miles de personas han seguido en directo el viaje de Jesús Calleja, que más allá de ser el tercer español en el espacio tras Miguel López-Alegría (1995) y Pedro Duque (1998), se convierte en el primer turista espacial, una experiencia no apta para todos los bolsillos (los precios no son oficiales ni públicos, pero superan el millón de dólares) pero que sin duda supone una nueva hazaña para el de Fresno de la Vega. En los próximos días verá la luz un documental en la plataforma Amazon Prime con la experiencia al completo del leonés, que una vez más vuelve a tachar un objetivo de una lista a la que ya no le quedan demasiados.