El portavoz de Vox en las Cortes de Castilla y León, Juan García-Gallardo, abandonó este lunes su escaño y todos sus cargos públicos en el partido, según informaron a Ical fuentes de la formación de Santiago Abascal y confirmó él mismo en un comunicado a través de su cuenta personal en la red social X. En ese escrito, recalcó su renuncia a su puesto como portavoz de Vox en las Cortes de Castilla y León, al acta de procurador y su pertenencia al Comité Ejecutivo Nacional, retomando su condición de “afiliado raso” y retomando su actividad profesional privada como abogado.
García-Gallardo aclara que su decisión es “personal e independiente” de la adoptada por “quienes han desafiado públicamente a la dirección del partido con exhibiciones de rebelión en Salamanca o constituyendo plataformas de afiliados para cuestionar decisiones relevantes de la dirección en política internacional”. “Mis discrepancias con la dirección del partido no tienen que ver con la forma de selección de los candidatos, ni con la participación en uno u otro grupo político europeo”, añade.
El burgalés asegura que asumió “un sacrificio personal al entrar” y, ahora, renuncia “voluntariamente al salir”. “Entré en política activa con grandes dosis de ilusión y entusiasmo. Entré en un proyecto unido, pero ancho, en el que existían y cabían pluralidad de liderazgos y carismas. Esa situación ha cambiado. La dirección del partido ha ido ocupando cada vez más espacios en detrimento de los demás”, lamentó sobre una realidad que, a su juicio, “no es necesariamente mala por sí mismo, a pesar de lo que dicen los entusiastas de la ‘democracia interna’ absoluta y las primarias para la selección de los candidatos a cargos electos”.
Para él, “el intento por acabar con las oligarquías dentro de los partidos es una quimera; una acción estéril que solo conduce a la melancolía”, si bien “en lo que no cabe el conformismo es en la exigencia de una conducta ética a quienes integran las oligarquías que gobiernan los partidos políticos”, afirma en alusión a Vox.
García-Gallardo defiende que aprendió “en casa” que “los conflictos era preferible resolverlos de manera pacífica y discreta, siempre que fuera posible”, por lo cual asegura que ha canalizado todas sus “discrepancias con las decisiones de la dirección del partido, cuando han aflorado, con el mayor nivel de reserva posible”.
“Durante los últimos tres años he sido leal al presidente y a su equipo más próximo. Lealtad toda, mientras exista reciprocidad. Y lealtad y apoyo siempre y ante todo al programa político de Vox, sin matices, que espero poder seguir contribuyendo a que triunfe, con mi humilde aportación, por el bien de España”, señala antes de insistir en su confianza en que “el éxito electoral de Vox suceda pronto con la ayuda del resto de compañeros del partido y por el bien del conjunto de la sociedad española”.
Sin embargo, valora que “la necesidad urgente de un cambio en la política española no nos debe llevar a buscar atajos, ni a aceptar conductas que no compartimos”. “Tuvo mucho recorrido aquella frase que pronuncié antes de dimitir como vicepresidente de la Junta de Castilla y León sobre los barcos y el honor. Por desgracia y por iniciativa de otros, me vuelvo a enfrentar al mismo dilema, optando por la misma solución, por respeto a mis principios”, refrenda, además de señalar que “el éxito no se mide por el poder o el dinero, sino por ser digno de ser imitado por nuestros hijos y compatriotas”.