Beatriz Llamas (Rivera Abogados) fue la encargada de representar los intereses de la hija de Isabel Carrasco durante el juicio por su asesinato. En él, considera que se hizo justicia respecto a las penas que se impusieron a las acusadas, aunque insiste en que «ahí perdieron todos, nadie ganó». Cuando se cumplen diez años del crimen, Llamas recuerda algunas de las claves del caso y cómo lo vivió en su momento. «La verdad es que no va a haber otro así en la vida. Es imposible», asegura.
– ¿Cómo se entera del asesinato de Isabel Carrasco y qué impresión le dio en ese momento?
– Yo creo que todo leonés sabe dónde estaba en el momento en el que ocurrió ese asesinato porque fue algo súper sorpresivo para todos. Yo estaba trabajando y me llegó un mensaje al móvil con una imagen del puente. En ese momento Carlos Rivera (Rivera Abogados, también abogado de la acusación particular) estaba cerca de mí y por la relación de amistad que él tenía con ella lo avisé inmediatamente y él se fue hacia la pasarela. En ese mensaje ya me decían que la fallecida había sido la presidenta de la Diputación. Después empezó a hacerse viral la fotografía en la que ella estaba allí, tendida en el suelo y tapada, y hubo gente que dijo que en cuanto vio los zapatos, que sobresalían, ya supo que era ella. Fue un shock. Yo al día siguiente tuve un juicio en Madrid y todos los compañeros hablaban del tema. En ese momento ya habían detenido a la madre y a la hija (Montserrat González y Triana Martínez) y esto era como lo más extraño que podía haber pasado en León, que se suponía que era una ciudad tranquila. Recibimos una sorpresa tras otra. Primero el asesinato, después la detención de ellas, que fue muy rápida, y el hecho de que fueran madre e hija de un inspector jefe. Al día siguiente o dos días después se produjo la detención de Raquel Gago, que era una policía local. ¿Qué más podía pasar?
– ¿Cuándo y cómo le encargan el caso?
– Fue prácticamente inmediato por la relación que tenía Carlos (Rivera) con ella. Él me preguntó si quería llevarlo y yo le dije que sí, como era lógico. Pocos días después nos personamos con Loreto (hija de la víctima) y con Miluca, con Emilia Esmeralda (hermana).
– ¿Eran conscientes en ese momento de la revolución que iba a suponer este caso?
– Nadie podía imaginarse eso. Hay que retroceder a 2014, claro. En ese momento sabíamos que iba a ser un tema súper importante, pero no la trascendencia que iba a tener y que sigue teniendo a día de hoy.
– ¿La siguen recordando como la abogada de la familia de Isabel Carrasco?
– Sí, y yo encantada, ¿eh? Y súper orgullosa por lo bien que salió todo y la satisfacción por lo que creo que fue un trabajo bien hecho. Pero sí, yo seré toda la vida la abogada de Isabel.
– Fue un juicio tremendamente mediático y también largo. ¿Como abogada qué fue lo más complejo?
– Fue larguísimo. La instrucción ya fue muy larga porque estamos hablando de tres investigadas con muchísimas pruebas. Esta duró prácticamente dos años, un año y medio largo, pero es que el juicio se desarrolló durante casi un mes. Se paralizó el despacho casi absolutamente. Aun así, hubo que sacar más trabajo adelante porque la vida seguía y había otros clientes a los que les tenía que dar exactamente igual que tú tuvieras este tema o no, pero este juicio ocupaba cada mañana y muchas veces la tarde. Creo que estuve un mes durmiendo tres horas. De todos modos, la instrucción sí que pudo ser más ágil porque todo estaba muy atado. Y si estaba muy atado fue gracias a la figura del policía jubilado que encontró a la madre y a la hija y a que al día o a los dos días también se detuvo a Raquel Gago.
– Se llegó a hablar de un crimen casi perfecto. ¿Considera que su resolución habría sido muy diferente si no hubiera sido por ese testigo, por ese policía jubilado que vio cómo Montserrat González disparaba a Isabel Carrasco, la siguió y permitió su detención y la de Triana Martínez?
– Creo que la resolución habría sido imposible. Si no hubiera estado este policía que estaba formado en seguimientos, que vio disparar a la asesina y que la persiguió yo creo que estaríamos buscándolas a día de hoy. Tampoco hay que olvidar que llegó incluso a perder a Montserrat en algún momento concreto, cuando entró en el mercado de Colón, pero a la salida, casualidades del destino, la encuentra, la localiza, la identifica y luego aparece la hija, que acababa de dejar el arma a Raquel, a su amiga, y fue gracias a él por el que pudieron ser detenidas y, además, apenas unos minutos más tarde. Este policía, Pedro Mielgo, paró a una patrulla y en un primer momento ni siquiera lo creían por el atrevimiento que tuvieron ellas, que les dijeron que eran esposa e hija del inspector jefe de Astorga. Estos policías, y creo que lo declararon así, sabiendo este dato pensaron que se estaban metiendo en un marrón deteniendo a estas personas. La patrulla ya estaba advertida, pero en ese momento no sabían qué ni a quién buscar.
– La detención de Montserrat y Triana fue rápida y poco después apareció la figura de Raquel Gago. Su grado de implicación en el crimen dividió a la opinión pública y también provocó un giro inesperado en la sentencia que dictó la Audiencia. En ella se corrigió al jurado popular y se rebajó su participación para considerarla encubridora, no cómplice. ¿Fue una decisión arriesgada por parte del magistrado?
– Realmente en un tribunal del jurado la figura del magistrado es la de recoger lo que ha dicho el jurado. Por eso recurrí y en el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (TSJCyL) se rectificó. Seguramente lo hizo con la mejor intención, pero al final había que respetar lo que dijo el jurado y el jurado dijo siempre que para ellos no era encubridora, sino cómplice. Fue algo sorpresivo y por eso se rectificó en el TSJCyL, ajustando la pena a lo que había dicho el jurado.
– El Supremo también estuvo de acuerdo. Ratificó su condición de cómplice y fijó su condena en 14 años (dos más que el TSJCyL). En su momento usted reconoció que Raquel Gago era la figura más compleja en este caso y que había sido víctima de su amiga Triana. ¿Lo sigue pensando?
– El Supremo elevó su condena dos años por tenencia ilícita de armas y lo que dijo el Supremo sí que fue idéntico a lo que recogió el tribunal del jurado. Y sí, sigo pensando que Raquel fue víctima de Triana, pero es que la madre igual. Para mí Triana fue la inductora y la madre y la amiga la creyeron y cada una se implicó de una forma. Si no hubiera sido por Triana, no habría habido crimen. Montserrat declaró que era su hija o Isabel, pero eso es una absurdez que no tiene ninguna base lógica. Triana le había pedido las preguntas para un examen a Isabel poco tiempo antes, si es tu supuesta acosadora o la persona que te hace la vida imposible no haces esto.
– ¿Se hizo justicia?
–Yo creo que sí. Por lo menos la pena que queríamos sí que la conseguimos, pero ahí perdieron todos. Nadie ganó. Ni Montserrat, ni Triana, ni su familia, ni Raquel, ni la familia de Raquel... ¿Y qué se puede decir de la familia de Isabel que perdió a su madre, a su hermana… a su centro? Isabel tenía una personalidad tan arrolladora que era el centro de todo.
– Ahora, diez años después, la situación de las condenadas es diferente. Raquel Gago ya ha podido salir de prisión, mientras que Montserrat y Triana continúan. Están en la cárcel de Asturias tras haber pasado por las de León y Valladolid, donde acumularon expedientes y críticas.
– Es que su figura es cuanto menos conflictiva. Tienen una personalidad muy complicada las dos. No creo que se adapten mucho, aunque ojalá les haya venido bien para pensar, sobre todo teniendo en cuenta que el fin de una prisión es la reinserción. Si les ha venido bien, bienvenido sea, pero tienen o tenían en ese momento una personalidad muy complicada, por decirlo de alguna manera.
– ¿Cree que se han arrepentido?
– No creo. Montserrat ya dejó claro en su momento que no, que lo volvería a hacer, y yo creo que en ese sentido fue la más coherente en todo el juicio. Triana tampoco creo que se arrepienta. Se arrepentirá de que la hayan pillado, porque eso no estaba en sus planes. La soberbia seguramente le anuló la capacidad de pensar que podían pillarlas y la verdad es que el plan era muy bueno. Primero la mata la madre, le entrega el arma a la hija por el camino, que se la da a su amiga, que además es policía y saben que nadie la va a parar… Si hubiera salido bien, el arma a los dos días habría estado destrozada o desaparecida. Estaba muy bien atado, pero nadie contó con la figura de Pedro Mielgo (el policía jubilado), que para mí fue el héroe en toda esta historia. Gracias a él se resolvió el crimen a los 15 minutos y yo creo que si no hubiera aparecido Raquel, Triana seguramente habría hablado.
– ¿Cree que la habría inculpado?
– Ella tardó casi un año en excusarla. Si tú ves que han detenido a tu amiga y crees que es inocente lo primero que haces es excusarla. Triana sabía, lógicamente, que Raquel tenía el arma, pero es que la madre también y por eso las pillaron. Triana no dijo hasta prácticamente un año después que Raquel no había tenido nada que ver y si lo hizo fue por estrategia procesal, porque le venía bien. Si no, estoy convencida de que no lo habría hecho.
– ¿Y Raquel Gago? ¿Se arrepentirá de las decisiones que tomó?
– En el caso de Raquel imagino que sí que se arrepentirá. Cualquier persona normal se tendría que haber arrepentido de todo esto que ha pasado. También de los daños colaterales a tu familia, a tu vida... No merece la pena. Si Raquel hubiera dicho la verdad desde el primer momento su condena no habría sido esa. Habría sido muy diferente. Tienes que reconocer los hechos y decir la verdad, pero estuvo muy mal aconsejada en todos los sentidos, desde el principio hasta el final.
– A raíz de un documental que vio la luz meses después del crimen y que fue grabado durante el juicio se llegó a apuntar a la posible existencia de cabos sueltos. ¿Está de acuerdo?
–No. ¿Por las llamadas entre Triana y un asesor del entonces presidente de la Junta? Es cierto que yo esas llamadas nunca las tuve, pero tras conocer este dato, ¿podríamos haber pedido la nulidad? Pues es un poco absurdo, porque esa vía se habría cerrado en el momento en el que este señor hubiera declarado que hablaban de cosas trascendentales, porque nadie sabemos de lo que hablaban. El contenido de las llamadas no se puede saber. Madre e hija tampoco dijeron nada. Pedir la nulidad en ese momento habría sido una incoherencia absoluta, porque no era una prueba fehaciente de que hubiera habido algo más, solo era una prueba de que hablaban y nada iba a cambiar. Si realmente hubiera habido algo más la que lo tendría que haber dicho era Triana, que es la única que podía saberlo.
– Ahora, diez años después, ¿qué recuerdo le queda de todo este procedimiento?
– La presión mediática, la presión social y la presión personal. Todo. Ese mes de juicio fue horrible y además no fue nada tranquilo porque cada día pasaba algo distinto. No hubo una sesión sin sorpresas. Fue un juicio muy especial.
– Habla también de presión personal. ¿En qué sentido?
– Tuve que escuchar de todo. Desde que cómo habían contratado a una chica tan joven a cómo habían contratado a una chica que nunca había llevado un procedimiento con jurado… De todo. Tuve casi que dar explicaciones de si era abogada, no sé muy bien si por ser chica o por qué. En ese momento yo escuché de todo. Un día hicieron incluso un reportaje de cómo iba vestida, que creo que es algo que no se podría aceptar a día de hoy y que entonces se asumió como algo normal. ¿Qué más te da? ¿Estás mirando las corbatas de los otros abogados? ¿A quién le importa eso? Pues sí, parece que importaba, aunque sea una frivolidad absoluta. Y eso pasó por ser una chica. Es verdad que desde 2014 a ahora, o 2016, cuando fue el juicio, las cosas han cambiado mucho. En el sistema jurídico ahora hay muchísimas mujeres, pero en ese momento no había tantas, y que llevaran procedimientos penales realmente muy pocas.
– ¿Ha podido volver a hablar con la familia de Isabel Carrasco? ¿Cómo están?
– Sí, claro. Yo creo que esto es algo que no se supera nunca y esto es coincidente en casi todos los juicios de este tipo. Cuando te arrebatan así a alguien yo creo que no se supera nunca. Siempre vas a tenerlo presente porque no es justo y lo que no es justo no lo aceptamos. Han pasado diez años, pero supongo que lo sentirán igualmente reciente. Se hizo justicia, ¿pero eso les ha devuelto a su madre, a su hermana…? No. Por desgracia no.
– Es difícil que se repita un suceso como este.
– Nunca, nunca. Y doy las gracias por que el juicio no haya sido ahora, porque si en su momento fue mediático imagínate ahora. Yo creo que en ese momento fue más tranquilo dentro del espectáculo que jurídicamente ya fue. Estamos hablando de una presidenta de la Diputación, de tres mujeres acusadas… fue un juicio muy especial. Nunca suele haber tantas mujeres involucradas en un asesinato. En este caso solo había mujeres y de unas características y personalidades realmente muy especiales. La verdad es que no va a haber otro caso así en la vida. Es imposible.