Julián López: "A todos nos ha pillado desprovistos y sin reflejos"

El obispo de León cree que de la actual situación se pueden extraer muchas consecuencias para la vivencia personal de la fe

Ical
19/04/2020
 Actualizado a 19/04/2020
Julián López, obispo de León, desde la sede episcopal en la capital. | ICAL
Julián López, obispo de León, desde la sede episcopal en la capital. | ICAL
Transcurridos más de 25 años de su ordenación episcopal y a punto de cumplir 75 años -18 desde que fue designado prelado de la Diócesis leonesa- Julián López Martín - Toro (Zamora) 1945- vive el confinamiento entregado a su labor pastoral y “sobrecogido” por un silencio insólito.

¿En qué ocupa el tiempo libre estos días de confinamiento?

Apenas lo tengo “libre”. Me lleva mucho tiempo preparar y escribir las homilías. Es el modo de ofrecer el ‘pan de la palabra’ sin divagar ni recurrir a lo de siempre. Las circunstancias de este año me obligan a permanecer “enclaustrado”. Esto facilita el servicio a la palabra de Dios y a los eventuales lectores de los textos que se publican en el Boletín del Obispado.

¿Qué es lo que más echa de menos de cuando se podía salir a la calle?

La soledad de las calles y el silencio que se percibe, sobrecogen. Lo que sucede este año es la antítesis total del bullicio y el trasiego de la gente que apenas respetaba el ambiente propio de la Semana Santa relegando las celebraciones litúrgicas para una minoría. Pero lo de ahora es un desierto y un vacío inútil que no sé cómo se podría llenar. Aunque se había adelantado el aviso de lo que se avecinaba, a todos nos ha pillado desprovistos y sin reflejos. Es una oportunidad perdida para ofrecer el mensaje pascual, la oración de la Iglesia y la vida cristiana desde los medios de comunicación que pueden entrar en las casas y llegar a las personas: prensa, alguna publicación, radio, televisión…

¿En el ámbito más interno o personal, se tiene más tiempo para pensar. ¿Qué reflexiones le pasan por la cabeza en la situación actual?

Lo acabo de exponer. En un plano más personal, me ha facilitado contactar por teléfono con mis hermanos sacerdotes y con algunos fieles laicos.

Una crisis así puede suponer una catarsis, ¿Qué cosas debemos cambiar después de esto?

Me temo que no se haga la necesaria reflexión sobre lo que está sucediendo y sobre las manifestaciones de sus múltiples aspectos. Creo que merece intentarlo en clave pastoral porque es un fenómeno de la vida real, inesperado e impactante, del que se pueden extraer muchas consecuencias para la vivencia personal de la fe, para la misión de la Iglesia y, especialmente, para el compromiso de los cristianos.
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