El obispo de León, Julián López Martín, dejará el cargo después de 18 años de ministerio en la diócesis leonesa en los que ha sentido un gran cariño, pese a haber tenido que hacer frente al declive de un territorio en el que, no obstante, ha percibido una fe enraizada en la misma esencia del pueblo leonés.
–¿Qué sabía de León cuando le dijeron que iba a ser obispo de esta Diócesis?
–Recordé mis estancias anteriores. Los detalles se me han olvidado, pero me dio muchísimo gusto porque soy de Toro (Zamora), población vinculada al Reino de León. No puedo olvidar, siendo como soy hijo de un buen cultivador de vino tinto de Toro, que mi padre tenía una especial predilección por los leoneses de los que decía que eran los mejores consumidores del vino de Toro.
–¿Cuánto cree que ha cambiado esta provincia en estos dieciocho años?
– No he visto demasiada evolución. Lamento que no se le concedan las oportunidades de otros territorios porque el retroceso generalizado de toda la región es patente. Esto va unido al envejecimiento, a la pérdida de oportunidades. No obstante, el leonés es perseverante, es constante y sabe sacar partido aún en medio de las dificultades.
– Este envejecimiento afecta mucho a la diócesis, sobre todo en el medio rural.
– He percibido una constante en el envejecimiento de la población, en la pérdida de gente joven con iniciativas y ganas de luchar. No obstante, se mantiene el tesón y el ánimo. Estamos en una situación difícil que afecta en general a toda España.
–Puede que la Iglesia aún sea hoy la institución con más presencia en los pueblos.
–Lo más destacable es la perseverancia de nuestros sacerdotes. En los años que llevo en León he tenido que acompañar a la sepultura a más de un centenar de sacerdotes. Esto se acusa, evidentemente, porque pierde fuerza la acción parroquial, pero, al mimos tiempo, ha ido creciendo la cooperación de los seglares y la búsqueda de posibilidad y de medios. Uno de los ejemplos más significativos es que cuando la mayoría de la diócesis de todo este entorno tienen dificultades y casi se han quedad sin seminario, la de León tiene quince seminaristas. Dentro del conjunto de los seminarios españoles, yo doy muchas gracias a Dios porque aquí tenemos presente y patente el seminario de San Froilán. Esto es un valor importante que anima a los sacerdotes y que ayuda a los jóvenes a plantearse el problema de una posible vocación.
– Y en su experiencia más personal, en el tiempo que lleva en León ¿de qué se siente más orgulloso?
– Sencillamente de haber alcanzado tanto años gracias a Dios. Viene en 2002 después de haber sido obispo en una pequeña diócesis ocho años y los que llevo ahora son 18 y me parecen un sueño que se ha hecho realidad, afortunadamente. El papel del obispo es del sugerir, orientar, acompañar, marcar unas metas… Siempre he encontrado la colaboración valiosa desde la experiencia de cada uno de todos los sacerdotes diocesanos. Para mí es un motivo de especial satisfacción haber podido visitar las más de 900 parroquias dos veces. Comencé cuando llevaba apenas un año y he completado la segunda visita hace unos meses. Es una de las experiencias más enriquecedoras que he tenido. Es verdad que de la segunda visita a la primera hay diferencias, pero también he visto mucha participación de las comunidades parroquiales, de los pueblos, incluso de los ayuntamientos en favor de lo que constituyen, y así lo sienten los leoneses, un verdadero patrimonio colectivo. La iglesia, la ermita, la tradición religiosa, las fiestas… En León son mucho más que la expresión de una cultura, de una manera de ver la vida, sino de una auténtica fe cristiana.
Algo especialmente valioso es que León ha sido siempre una diócesis misionera. También ha descendido por razones naturales el número de misioneros. Todos los años al llegar el verano se sigue celebrando un encuentro de los misioneros y misioneras leoneses que en algunos momentos han llegado a alcanzar a los 30, un número muy alto. León ha tenido misioneros de leyenda conocidos mundialmente, como por ejemplo el padre Segundo Llorente, el de las misiones en Alaska. Esa fortaleza viene marcada, yo no lo he olvidado nunca, por la devoción a la santísima Virgen María que tiene una larga y muy hermosa serie de advocaciones por toda la diócesis.
Al mencionar a la Virgen, evidentemente, tenemos que recordar a la Virgen del Camino. La primera noche que pasé en León antes de tomar posesión fue en el convento de los dominicos, al amparo de la Virgen del Camino, que representa la vida, la tradición, la historia misionera y el espíritu de los leoneses. El ambiente de la pradera del santuario es uno de los recuerdos más imborrables que llevo.
– ¿Cómo ve el futuro?
– El futuro de la Diócesis de León lo veo abierto y, sencillamente, muy positivo. Habrá que seguir luchando, sobre todo, manteniendo intactas, cultivándolas, las raíces propias del ser leonés. Esas raíces son fundamentalmente humanas, pero informadas, enriquecidas por la fe, algo que está en la entraña misma de nuestro pueblo.
–Son buenos consejos para el obispo De las Heras.
– Consejo ninguno porque no es un precisamente un novel que acaba de ser ordenado. Lo único que le voy a decir es que puede contar conmigo, con mi oración con mi simpatía y con lo que él crea oportuno. Tiene la ventaja de ser religioso y por lo mismo va a poder realizar una labor muy importante en el ámbito de las comunidades religiosas que hay en León, que también están pasando una crisis por el envejecimiento, por la pérdida por razones naturales. La historia es así, León ha sido generosa en vocaciones religiosas y lo seguirá siendo. Por lo tanto, el carisma o la nota del nuevo obispo en el ámbito de la vida consagrada me parece que va a ser un valor muy importante para su ministerio pastoral.
– ¿Un último mensaje a los leoneses?
– Expresar la satisfacción de haber concluido de manera natural el ministerio que un día me fue confiado y agradecer no solo la acogida que recibí en su momento, sino la colaboración, el afecto, el cariño que he encontrado tanto en las parroquias grandes como en las más pequeñas. Ha sido muy estimulante poder visitar todos los pueblos y ser recibido como a un familiar o un amigo que hacía tiempo que faltaba y que ha vuelto.
Me queda una palabra de agradecimiento, de aprecio de la colaboración que he recibido de todas las instituciones, desde las dotadas de autoridad civilo militar, porque León tiene la Academia Básica de Aire y el acuartelamiento Conde de Gazola, que siempre me han invitado y me han acogido. Además de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que me invitaron siempre a las celebraciones de sus titulares, desde la Guardia Civil a la Policía Nacional, que también tiene su importancia en León. Desde el punto de vista humano y religioso doy muchas gracias a Dios y me he sentido muy feliz de haber servido a esta Iglesia, a esta capital, y a este viejo Reino de León.
Julián López: "En todos los pueblos me han acogido como a un familiar que regresaba"
El obispo de León dejará el cargo después de 18 años de ministerio en la diócesis leonesa
13/12/2020
Actualizado a
13/12/2020
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