El Grupo de Bailes Regionales La Asunción fue constituido hace casi un cuarto de siglo, tal y como aseguran sus estatutos, «pero mucho antes ya bailábamos por ahí aunque no estuviera formalizada la asociación», explica una de los 17 componentes que en la actualidad sacan de su tiempo libre algo más de una hora semanal para juntarse en el Hogar del Jubilado y ensayar las jotas que pondrán la nota festiva en cuantos eventos sociales y culturales sean requeridos. Y con mucho gusto.
Emilia García, aparte de ser la presidenta de La Asunción –entidad que toma el nombre de la patrona de La Bañeza– es la ‘maestra’ de un grupo de bailes que busca un relevo generacional y que está abierto «a cualquier persona que tenga ilusión por bailar y por defender la tradición de lo que representa el traje regional, aunque no es necesario disponer del atuendo para empezar a ensayar». Con mucha paciencia y ganas de que «tanto chicos como chicas de cualquier edad se animen a venir», Emilia y el resto de féminas se volcarán tanto en el conocimiento de los pasos de baile como en la confección de un traje regional «que, si gusta, poco a poco se va haciendo el propio, pero mientras, no falta quien te preste lo que haga falta».
Ensayos, los viernes
Cada viernes a partir de las seis de la tarde, desde octubre hasta agosto, coincidiendo con los ensayos de Bañezaina –el grupo musical que les acompaña en todos los actos, muchos de ellos de carácter benéfico–, en el hogar se dan cita los componentes de La Asunción para repasar los movimientos de cada pieza que forma parte de su repertorio y que además de una expresión de color que en cualquier momento alegra la vista del espectador y de un motivo para disfrutar de la vida también supone una señal de respeto hacia las tradiciones heredadas de nuestros mayores.
Ni Emilia ni el resto de mujeres que forman parte de La Asunción no pierden la oportunidad de decirle a los chavales cada vez que salen a la calle eso de «¿No te animas a venir a bailar unas jotinas?», porque saben que para poder mantener vivo su espíritu ante el inexorable paso del tiempo hace falta una ‘cantera’ que asegure la continuidad.