La caja de caudales del Bernesga

La presa de Casares de Arbas garantiza que haya agua en el cauce del río a su paso por la capital, además de generar energía eléctrica

D.L. Mirantes
02/04/2017
 Actualizado a 19/09/2019
Imagen de la presa del embalse de Casares de Arbas. | REPORTAJE GRÁFICO: DANIEL MARTÍN
Imagen de la presa del embalse de Casares de Arbas. | REPORTAJE GRÁFICO: DANIEL MARTÍN
El embalse de Casares de Arbas es como la caja fuerte del Bernesga, bien se podría considerar caja de caudales, puesto que su principal misión es garantizar el caudal ecológico del río y mantener con agua el cauce a su paso por la capital. Enclavado en el corazón de la montaña leonesa, este embalse es un ejemplo claro de infraestructura medioambiental, como reserva de agua para combatir los efectos de las sequías y, en parte, de las avenidas. Solo en parte porque las dos presas que conforman el embalse, la de Casares de Arbas (52 metros de altura y 144 de longitud) y la del Collado de San Esteban (de materiales sueltos y de 17,5 metros de alto por 150 de longitud) regulan un río lateral –el Casares–, de la margen derecha del Bernesga. Su misión es asegurar el paso de al menos tres metros cúbicos de agua por segundo en el tramo urbano y cuenta con una garantía del 95%, lo que quiere decir que en una serie de cien años, tan solo en cinco podría llegar a verse comprometida la consecución de estos objetivos, que además de medioambientales son también estéticos y recreativos.

Únicamente el clima escapa al control de esta categoría de obras, concebidas para domar el elemento esencial Aguas abajo, el embalse también atiende las necesidades de refrigeración de la central térmica de La Robla, que están establecidas en 400 litros por segundo, y sirve para producir energía eléctrica en la minicentral Peña del Águila con dos turbinas capaces de generar uno 1.600 kilowatios/hora, aproximadamente la energía producida por un aerogenerador normal.

La sociedad estatal Aguas de las Cuencas de España (Acuaes), dependiente del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama) es la titular de las instalaciones, cuya gestión ha adjudicado recientemente a Elecnor durante tres años.

El personal está formado por dos operarios que se encargan de las principales labores de control y mantenimiento del embalse bajo la supervisión de un técnico de explotación, pues no hay que olvidar que se trata de infraestructuras críticas en las que no se puede dejar nada al azar. Por ello, los operarios mantiene turnos de trabajo con guardias que garanticen la correcta atención de las instalaciones en caso de avenidas, tormentas o cualquier otro incidente que pueda surgir. La vigilancia es exhaustiva y diariamente se realizan cientos de mediciones para comprobar el estado de la presa y el entorno, puesto que no se trata de una estructura rígida en un entorno estéril, sino que los bloques de hormigón se desplazan y se deforman apenas unos milímetros en función de las condiciones exteriores y en el interior de las montañas los acuíferos buscan salidas al exterior que pueden afectar a la presa.

El objetivo requiere tanto la fuerza de toneladas de hormigón como el saber hacer de los trabajadores  Tres galerías recorren el interior de los muros de hormigón, internándose también unos metros en el propio terreno de la montaña. A lo largo de los pasillos se disponen de forma regular los distintos dispositivos –manuales y electrónicos– que componen el sistema de auscultación. Varias veces al día se miden variables exteriores como el nivel del embalse, la temperatura del ambiente y del agua, y variables interiores para el control de movimientos, presiones y filtraciones. Aunque los métodos son conocidos desde hace décadas, la tecnología utilizada cada vez es más precisa. Entre otros sensores, se utilizan termómetros embebidos en el hormigón, medidores de juntas tridimensionales, un péndulo directo y tres inversos o varios manómetros colocados en la red de drenaje. Estos dispositivos están centralizados y conectados a través de fibra óptica con la casa de control en las inmediaciones del pueblo. Sin embargo, al menos una vez a la semana en circunstancias normales y una vez al día en caso de avenidas se realizan mediciones manuales para contrastar los datos con los recogidos por los sistemas automáticos. El control sirve para actuar de forma precisa en las labores de mantenimiento, que se realizan de manera segura gracias a la instalación de líneas de vida en las galerías con fuertes pendientes, entre otras medidas. Una de las tareas más habituales es la inyección de materiales en los bloques de la presa o en el entorno para controlar las filtraciones de agua. Una cirugía para la presa tan costosa como necesaria, según explica el técnico de explotación de Acues, Gaspar Manzanera. Las dos presas cuentan también con sistemas de videovigilancia y en la presa de Casares fue necesario instalar una rejilla metálica para proteger las válvulas de los desagües de fondo de actos vandálicos como el lanzamiento de objetos.

Red conectado

En años de sequía como el actual se pone de relieve la necesidad de gestionar de forma eficiente los recursos hídricos, para lo que son fundamentales los embalses de Casares de Arbas. El almacenamiento yde agua está planificado por el Plan Hidrológico de Cuenca. La Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) se coordina con Acues para adecuar la explotación del embalse a las necesidades hidrológicas.

Únicamente las condiciones climatológicas escapan al control de este tipo de obras, concebidas para tratar de domesticar el elemento esencial de la vida, para domar en la tierra las nubes inabarcables en las alturas. Una difícil empresa que requiere tanto de la fuerza de las toneladas y toneladas de hormigón de las presas como de la precisión, la constancia y la planificación de quien de ellas se ocupan cada día.
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