Esos más de 3,7 millones de kilos superan todas los cálculos de los Servicios Técnicos del Consejo Regulador, que en ningún caso preveía alcanzar esa cantidad y que se habían marcado el año 2020 como el de la recuperación total. Con los datos ya reales sobre la mesa ahora esperan que el próximo año el viñedo recupere su capacidad productiva y con ello poder volver a los valores de producción normales que se registraron en años precedentes al «desastre» y si todo va sobre lo previsto.
«El notable incremento de la producción sobre unas previsiones iniciales sin duda excesivamente prudentes se debe a varias circunstancias, como el mayor volumen de la uva en la zona norte, el entorno de Valdevimbre e incluso de Los Oteros, donde las cepas se vieron más afectadas; el importante incremento de las variedades blancas Albarín y Verdejo y el mejor comportamiento de las tintas Mencía, que es principal en la consideración varietal de la normativa, y especialmente de la Tempranillo, autorizada y habitualmente relegada en el proceso de vinificación en esta por la preferencia de los elaboradores respecto a los monovarietales de las viníferas autóctonas», han informado desde esta Denominación de Origen. Sin embargo señalan que el rendimiento de la Prieto Picudo, incluso por encima de las previsiones, ha sido más contenido.
Resulta especialmente llamativa la progresión de la Albarín, que alcanzó los 427.343 kilos (94.488 en 2017), cuando por ejemplo en 2014, por no remontarse más atrás, solo se recogieron 181.715. La consolidación de las plantaciones, la mayoría de ellas todavía muy jóvenes, y de los injertos practicados sobre otras cepas, fundamentalmente de Verdejo (215.380 kilos frente a 388.351 de 2015, por ejemplo) explican esa circunstancia, «enormemente satisfactoria» para el Consejo Regulador por su defensa de los valores organolépticos de esta variedad tan singular y prácticamente exclusiva de esta zona de producción, en la que ya supera holgadamente las 70 hectáreas de viñedo.
En el reparto porcentual de la producción por variedades la Prieto Picudo supuso el 74,68% frente a sólo el 1,13% de la Mencía, también principal, y el 6,65% de la Tempranillo, secundaria, lo mismo que la Garnacha, que desaparece como referencia en esta vendimia. Entre las blancas, la vinífera autóctona Albarín (11,51%) duplica ya a la Verdejo (5,80%), que también tiene la consideración de principal, lo mismo que la Godello, de la que se certificaron 8.480 kilos. Las complementarias Malvasía y Palomino tampoco aparecen con representación esta añada como referencias en la zona.
A la vista también de las cifras, uno de los retos que se impone el Consejo Regulador de la Denominación de Origen León es impulsar el incremento más notable de la superficie productiva (782,22 hectáreas sobre 1.322,74 inscritas), aunque haya aumentado en diez hectáreas sobre la de 2016, que es la última que se puede tomar como referencia, para evitar la pérdida de esa uva de alta calidad. En cuanto al número de viticultores inscritos este año ha sido de 271 y bodegas, 40.