Marcelino Campos y María Visitación Fernández esperan en la casa de Garfín en la que viven a que su hijo Pedro pase a recogerles. A sus 87 y 90 años respectivamente, saben que este domingo tienen una cita con las urnas y no se la piensan perder aunque tengan que recorrer unos kilómetros para llegar a ellas. En el municipio de Gradefes, donde se encuentra esta localidad, hay 19 pueblos cuyos vecinos se reparten entre las tres mesas electorales constituidas en Gradefes, Cifuentes de Rueda y Mellanzos.
El matrimonio tiene ya preparadas las papeletas con sus votos al Congreso de los Diputados y al Senado para este 10 de noviembre y esperan al calor de la estufa junto a su otra hija que Pedro les lleve en coche a votar. A pesar de tener que desplazarse y “depender de los hijos o de algún vecino” para llegar al colegio electoral, “votar hay que votar”, defiende Marcelino, porque “es de buen español”. Sus hijos reconocen que pese a la avanzada edad de ambos, todavía les queda “ilusión” para las citas electorales y reconocen que entre unos y otros colaboran para que los vecinos mayores –la gran mayoría de un pueblo que no llega a 30 habitantes en invierno- no se queden sin votar. “Siempre hay alguno que falla pero a la gente mayor le gusta ir”, afirma Pedro.
Marcelino y María Visitación todavía recuerdan cuando Garfín tenía mesa electoral, aunque ya hace más de dos décadas que van hasta el teleclub de Cifuentes a depositar sus papeletas.
Una situación similar se vive en casa de Gregoria Urdiales y Felicísimo Yugueros. Con 92 y 97 años respectivamente, no se pierden esta cita electoral y bajan a votar a casi nueve kilómetros después de misa. “Yo no he perdido una, pero creo que sea el último año porque donde voy yo dentro de cuatro años más”, confiesa Felicísimo, el vecino más mayor del pueblo. Aunque eso también se les pasó por la cabeza en las anteriores elecciones. “La última vez que fuimos con Abel (el vecino que les suele llevar a votar) le dije, yo no sé ya para otra vez, pero hoy volvemos otra vez y si hacen como ahora qué se yo las veces que tendremos que contar todavía”, replica Gregoria.
“Antiguamente teníamos el colegio aquí, era el más fuerte de todo el Ayuntamiento pero tiraron la escuela y nos lo cambiaron”, explica él lamentando que “algunas veces por no bajar te quedas en casa”. “Pero tú no te has quedado nunca”, asegura ella. Él lo reconoce, pero “si estuviera aquí pues era un momento, pero tienes que ir hasta Cifuentes y andar buscando un coche, quien te lleve y quien te traiga”.
También con las papeletas preparadas, esperan a después de misa para bajar con una vecina, por no ir “tan temprano” como los pastores del pueblo con los que suelen desplazarse ellos para ir a votar.
Garfín es una de las muchas localidades de la provincia donde no se celebra la fiesta de la democracia. Los vecinos de más de mil pueblos leoneses tienen que desplazarse para depositar su papeleta, porque en multitud de pequeños municipios tan solo se constituye una mesa electoral. Para ellos, votar supone desplazarse y, en el caso de las personas mayores, buscar a alguien que les lleve y que les traiga. Para estas elecciones generales, se han constituido en la provincia 729 mesas. León, Ponferrada, San Andrés y Villaquilambre, los municipios con más población, son también los que mayor número de urnas tienen instaladas. Con 73 mesas menos respecto a las elecciones de abril, León es la segunda circunscripción del país que más ha perdido, solo por detrás de Cantabria.
La fiesta de la democracia no se celebra en todos los pueblos
Marcelino, María Visitación, Gregoria y Felicísimo viven en Garfín, donde hace más de dos décadas que no hay mesa electoral. Tienen que buscar quién les baje al colegio situado en Cifuentes de Rueda, pero no se pierden una cita electoral: “Votar es de buen español”
10/11/2019
Actualizado a
10/11/2019
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