La asistencia de algunos dirigentes sindicales a los encuentros estivales de confraternización de las peñas futbolísticas Casa Fulgencio de Mieres y Los Pedrines de León pusieron la semilla de la fiesta minera astur-leonesa que la localidad de Rodiezmo estrenó el 2 de septiembre de 1979 y que este año hubiera alcanzado su 40 aniversario si el sector, que tiempo atrás perdió los motivos de celebración, siguiera vivo.
La iniciativa del Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias, SOMA —integrado desde sus inicios en UGT— comenzó como una modesta iniciativa que fue creciendo en asistentes y en repercusión hasta convertirse para muchos en una potente e ineludible cita reivindicativa, política y social, de la que los medios de comunicación daban cumplida cuenta.
Cada primer domingo de septiembre la campa de Rodiezmo recibía a las miles de personas que por afición, costumbre o interés acudían a compartir bajo un sol de justicia o paraguas en mano una jornada de asueto que combinaba el programa de actividades lúdicas con juegos y concurso de entibadores con las actuaciones musicales.
Todo, después de una larga sesión de intertevenciones políticas y sindicales, las más largas de las cuales eran siempre las que corrían a cargo de José Ángel Fernández Villa, que en ese 1979 se estrenó como secretario general del SOMA-UGT, cargo que abandonó “por motivos de salud” en 2013, un año antes de ser investigado por la Fiscalía ante la sospecha de haber ocultado 1,4 millones a Hacienda acogiéndose a la amnistía fiscal de 2012.
El hombre de los discursos más encendidos de Rodiezmo, el defensor de los mineros, considerado por muchos todopoderoso dirigente sindical e influyente militante del PSOE -expulsado de ambas organizaciones- fue condenado en 2018 a tres años de prisión y al pago de una multa de 24.000 euros por un delito continuado de apropiación indebida en el seno del SOMA en una sentencia recurrida ante el Tribunal Supremo.
“Una tragedia muy fea” es como definió el 'caso Villa' otro de los cabezas de cartel de la fiesta minera, el ex vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, quien cada año brillaba con luz propia en la localidad leonesa y arrancaba las risas y aplausos de los presentes. En 2003 llamó “mariposón” a Mariano Rajoy, “porque va de cargo en cargo” y un año después dijo sobre la llegada de Zapatero al Gobierno: “Es como cambiar a Rambo por Harrison Ford”.
Pero la estrella principal del encuentro astur-leonés -en el que comparecieron dirigentes socialistas, ministros y los líderes nacionales de UGT- fue durante más de una década José Luis Rodríguez Zapatero, que no faltó al mismo en su calidad de secretario general del PSOE y posteriormente como presidente del Gobierno -salvo en 2001, año en el que cedió el testigo a José Blanco —convirtiendo su alocución en el inicio del curso político nacional.
Así fue hasta 2009, porque el año siguiente el secretario general de UGT, Cándido Méndez, -otro de los habituales- dejó ver lo inoportuno que podría resultar su presencia semanas antes de una convocatoria de huelga general. Compartir escenario no parecía una decisión acertada y el presidente optó por no acudir, expresando formalmente su afecto por la familia y su respeto a las posiciones sindicales del momento.
Candido Méndez, en declaraciones a Ical, describe la fiesta de Rodiezmo como “un hito importante, que siempre mantuvo ese espíritu de confraternización de la minería asturiana y leonesa y que tuvo un alcance que rebasaba lo estríctamente sindical”. Era, añade, un acto “que tenía relevancia, utilidad y hubo una época que adquirió la singularidad de que acudiera un presidente del Gobierno. Forma parte de la historia del movimiento obrero y de la historia social y laboral de León y Asturias y creo que es una página interesante, al menos para el sindicalismo ugetista y en cierta medida para el PSOE”.
La fiesta minera astur-leonesa de Rodiezmo, que únicamente se suspendió en 1995 por la muerte de 14 trabajadores en el pozo San Nicolás de Hunosa en Mieres hasta su última edición en 2012, podría haber cumplido este año su 40 aniversario o tal vez no, porque si en 2013 los organizadores aludieron a la difícil situación económica general y al complicado momento que atravesaba el sector del carbón, con un horizonte desalentador, la realidad actual es que España se ha adelantado a otros países europeos que han establecido en el año 2030 su plazo tope para abandonar el uso de este mineral y enarbola la bandera de una transición energética cargada todavía de interrogantes.
“Si la vuelven a hacer, se supone que será porque las cosas van mejorando”, reflexionó en 2013 el entonces pedáneo de la localidad, Miguel Ángel Castañón, sin demasiada confianza en que la campa volviera revivir sus domingos más intensos.
La fiesta que cesó en el ocaso de la minería
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Actualizado a
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