¿Recuerdan? El primer y único gran atentado de la banda terrorista ETA en León se saldó con la muerte del comandante de Artillería Luciano Cortizo, a quien los terroristas habían adosado una bomba-lapa en los bajos de su Ford Orion. Su hija Beatriz, de 18 años, estuvo herida de gravedad.
La Fiscalía de la Audiencia señala a Sergio Polo y Soledad Iparaguirre como sospechosos de la autoría del atentado en León Dentro de tres meses justos, el 22 diciembre, se cumplen dos décadas de aquella barbarie terrorista que pudo haber sido aún mucho peor, toda una masacre: a la misma hora, más de doscientos escolares leoneses salían de un colegio cercano entusiasmados con el inicio de las vacaciones de Navidad. La suerte, o lo que quiera que fuese, hizo que ‘sólo’ tres personas que caminaban por la zona en el momento de la explosión resultaran heridas: un hombre de 56 años, un joven de 25 y una chica de 16 años.
Pese a la conmoción que significó para todos los leoneses el asesinato del comandante leonés Luciano Cortizo Alonso, el caso ha estado a punto de pasar a la historia sin que sus culpables pagaran por ello. La falta de pruebas concluyentes iba a hacer que el crimen etarra quedase sin ser juzgado y que prescribiese al cumplirse los 20 años de los hechos.
La acusación particular, que representa a los familiares de la víctima, solicita la reapertura del sumario y la práctica de más diligencias Han pasado casi dos décadas, sí, el plazo que marca el artículo 131 del Código Penal para juzgar un delito. Pero sólo casi. La Fiscalía de la Audiencia Nacional está revisando precisamente los casos que están a punto de prescribir. En el último año, Guardia Civil y Policía –bajo la dirección de la Fiscalía– han reabierto cinco casos de hace casi dos décadas para evitar su archivo definitivo. La causa por el asesinato de Cortizo llegará finalmente a los tribunales.
«La Fiscalía encuentra pruebas para reabrir la causa por el asesinato del comandante Cortizo», titulaba este martes el digital El Español, el nuevo proyecto periodístico que dirige el periodista Pedro J. Ramírez y que estas semanas lanza a la red sus últimos trabajos en pruebas, con el lanzamiento oficial del diario previsto para el 14 de octubre.
La iniciativa de la Fiscalía para reabrir la causa del atentado etarra en León se enmarca en su estrategia de evitar que queden enterrados para siempre antiguos asuntos relacionados con la banda que seguían sin esclarecerse y que estaban a punto de prescribir, tal y como confirman fuentes de la Fiscalía de la Audiencia Nacional.
Uno de los terroristas, Polo ‘Lur’, fue condenado a 100 años en abril de este año por un atentado similar en 1995 en Salamanca En una información firmada por Carlota Guindal y María Peral, El Español contaba este martes que la Fiscalía llevaba muchos meses detrás de la reapertura de este caso y señala a Sergio Polo como el principal sospechoso de haber sido el autor del atentado que segó la vida de Cortizo. La misma petición ha hecho la abogada de la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT), que representa a los familiares de la víctima, que dejó una viuda y dos hijos.
Las mismas fuentes relatan que la acusación particular solicitó el pasado 29 de julio la reapertura del sumario y la práctica de una serie de diligencias, como la copia de la investigación realizada por la Policía Autónoma Vasca tras la desarticulación en Guipúzcoa del comando Araba, integrado por etarras no fichados por la Policía, además del informe sobre las huellas dactilares del presunto autor del atentado en el piso registrado durante la desarticulación del comando itinerante, que habría actuado también en Valencia, Valladolid y Burgos.
La Fiscalía busca pruebas para demostrar la autoría del atentado y para que se analicen los documentos hallados en el domicilio de guipuzcoano de Polo relacionados con la ciudad de León, como mapas y horarios de autobuses.
Atentado similar en Salamanca
Se da la circunstancia de que este etarra, Sergio Polo Escocés, fue condenado en el mes de abril de este año a cien años de cárcel por un atentado con bomba-lapa en Salamanca, un suceso que se produjo en noviembre de 1995 y que guarda muchas similitudes con el que apenas un mes más tarde supuso la muerte del comandante leonés Cortizo a los 44 años. En aquel caso, la víctima, el capitán Juan José Aliste, sufrió la amputación de las piernas pero no murió. Viajaba también con su hija y tres compañeros, a los que llevaba al instituto, pero éstos afortunadamente ya habían abandonado el vehículo cuando se produjo la explosión.La sección segunda de lo Penal de la Audiencia Nacional condenaba hace cinco meses al etarra por cinco asesinatos frustrados, al entender que los jóvenes y Aliste salvaron la vida por puro azar, informaba en abril la agencia Efe. El condenado también debe abonar a la víctima, mutilada, una indemnización de un millón de euros, más otros 50.000 euros a su hija.
La investigación del atentado salmantino se archivó por falta de autor conocido en 1997, pero volvió a reabrirse en 2003 a petición de la Fiscalía, tras un informe de la Comisaría General de Información de la Policía que daba cuenta de la existencia de pruebas que permitían atribuir este atentado a Sergio Polo. La prueba principal, una carta mecanografiada en euskera remitida por Soledad Iparaguirre, ‘Anboto’, a ‘Lur’, alias que el tribunal dio también por acreditado que corresponde a Polo, una misiva que fue intervenida en 2006 en el domicilio de Polo. En la carta, la remitente analizaba este atentado, el único perpetrado en Salamanca en aquellas fechas y, a modo de autocrítica, comenta: «No sabíamos que le habías metido tanto material, ¡Y encima sale vivo!... nos dices que tuviste problemas para instalar la lapa en el coche...». Apoyándose en estas líneas, así como en otros indicios, el tribunal consideró probado que fue Sergio Polo quien colocó en los bajos del vehículo del capitán de infantería un artefacto explosivo.
En el caso del asesinato del leonés Cortizo, el escrito que la Fiscalía dirige al juez de la Audiencia Nacional Juan Pablo González pide el procesamiento de los etarras Sergio Polo y Soledad Iparaguirre, sospechosos del atentado que asesinó al comandante Cortizo e hirió gravemente a su hija.