- ¿No se creerá la tranquilidad de esta vida que lleva?
- Bueno, atiendo a 14 parroquias, pero sí es cierto que ahora llevo una vida muy tranquila, ya tengo una edad y creo que me lo merezco; explica con la suavidad y el tono tranquilo que cuenta una vida llena de sobresaltos, en la que no faltó hasta un atentado. Y siempre lo remata con una sonrisa, la sonrisa de quien ha hecho aquello que soñó hacer.
Nació Isaac Núñez en el pueblo cabreirés de San Pedro de Trones en 1946, en la dura posguerra, en una familia de siete hermanos que trataba de sacar adelante su padre, sastre y trabajador en el campo, y una madre a la que tantos chavales no dejaban un minuto libre. "Éramos lo que se llama una familia muy humilde, no pasamos hambre pero tampoco sobraba nada".
Y, como tantos, encontró Isaac una salida yendo a estudiar con los curas. "Aunque mi formación es franciscana, con 11 años me fui a Andalucía con los franciscanos y después ya regresé al seminario de Astorga, donde me ordené sacerdote en 1971". Y a ejercer nuevamente a su Cabrera natal, a Pombriego en esta ocasión, donde estuvo seis años. "Era un sitio muy tranquilo y aproveché para estudiar la carrera de Magisterio, pero lo mío no era la tranquilidad...".
Cuando llegué a las Ventas de Albares no era ni pueblo, no había escuela, ni consultorio, ni parroquia, nada, y comenzaron a llegar mineros de Cabo Verde, Pakistán, Galicia... hasta milEl siguiente destino es uno de los lugares que ha marcado su vida: Las Ventas de Albares. "Allí no había nada, no era parroquia, no había pueblo, ni consultorio médico, ni escuela... nada. Eran dos barrios, que uno pertenecía a Bembibre y otro a Torre, a los que comenzaron a llegar mineros de todas partes: gallegos, de Cabo Verde, de Pakistán, llegó a tener unos mil habitantes, en los años finales de los 70 y los 80". Impulsó aquel cura con ganas de poca tranquilidad una Asociación de Vecinos (Tobem) y se construyó la iglesia, el CRA de las Ventas de Albares, el consultorio médico, hasta el hogar del pensionista.
Proyecto Hombre
En 1982 descubrimos que la heroína estaba haciendo estragos, a veces con Sida, muertes diarias. Había que hacer algo y nació Proyecto Hombre, según el modelo de Progetto UomoCon el boom de la minería llegó el dinero, no excesiva formación y, por una vez, Isaac Núñez tuerce el gesto con los recuerdos: "Comenzamos a ver a jóvenes, y algunos no tanto, enganchados a la heroína, una droga terrible, destructiva, rompía vidas y familias; muchas veces asociadas también al SIDA, que era mortal en aquellos años, sería 1982; teníamos chavales que no hacían nada víctimas de una adicción terrible. Y pensamos que había que actuar ya, que algo había que hacer".
Ese "pensamos" incluye a una monja del Colegio Niños Jesús de Bembibre, Yolanda Busto. "Yo daba clase en el colegio y Yolanda se sumó a aquella preocupación; cuando supimos que se estaba creando en Madrid Proyecto Hombre. Para allá nos fuimos. Supimos que la idea original era italiana, Progetto Uomo, logramos convencer al obispado de Astorga y a Cáritas del proyecto y para Roma que nos fuimos, a formarnos, un primer equipo de cinco terapeutas".
Era una idea tan ambiciosa como complicada pero lo que ‘taladraba’ la cabeza de Isaac Núñez era aquella situación destructiva de la heroína. "Necesitábamos una infraestructura compleja para las tres fases del proyecto: una inicial de acogida, después pasaban a la comunidad terapéutica y finalmente la reinserción social... alrededor de dos años en tres sedes: Cubillos del Sil, Santibáñez de Toral y Cuatrovientos. Con el tiempo se unificó todo en una sede, Fuentesnuevas, y se abrió otro Proyecto en León".
- ¿Cuánta gente pasaba por el proyecto berciano?
- Simultáneamente llegamos a tener unas 300 personas.
- ¿Y el porcentaje de éxito?
- Era una situación muy complicada, era necesaria una reconstrucción de la persona y de la vida familiar con una terapia familiar paralela; había que llevar a cabo una labor humana de primera calidad y una labor cristiana, aunque era una iniciativa aconfesional. Respondiendo a lo que dices: el 70% abandonaba en la primera etapa.
Misionero en BoliviaDespués de aquella intensa etapa trabajando en el Bierzo se tuvo que ir a Madrid pues fue elegido Presidente Nacional de Proyecto Hombre, donde permaneció otros dos años. Tras la intensa batalla frente a la heroína pudo cumplir, en 2012, "otra ilusión que siempre había tenido: ser misionero. Y me fui a Bolivia". Iba para estar un año y se quedó ocho, hasta que en 2020 "con la pandemia decidí regresar, estaba confinado, no se podía hacer nada, estaban los muertos por las calles".Siempre había tenido ilusión por ser misionero y me fui a Bolivia, a las comunidades indígenas del país; fui para un año y estuve 8, hasta que la pandemia me tenía confinado y regreséAl llegar a Bolivia fue a ver al obispo y le dijo que no quería trabajar en La Paz sino en las zonas rurales, en la periferia, las laderas de la ciudad, con comunidades indígenas aymaras; y otras comunidades en las laderas del Illimani, que tiene 6.000 metros de altitud y estos poblados estarían casi a cinco mil. "Trabajé en colaboración con la ONG local Contexto, que atiende a mujeres y niños indígenas". Pero lo que más llamó la atención al cura cabreirés fue "su organización comunitaria, en la que no existe la propiedad privada; no se les considera ‘personas’ hasta que no se casan, entonces les dan tierras y les ayudan a construir su casa y cuando tienen hijos les van dando más tierras, para que puedan alimentarlos. La Justicia también es comunitaria y al que comete un delito le castigan con trabajos sociales, pero a la tercera ocasión les expulsan de a comunidad, que es lo peor que te puede pasar pues no tienes dónde ir".Trabajando en estas comunidades fue cuando le requirieron para tratar de solucionar un conflicto entre dos pueblos que ‘peleaban’ por las plantaciones de hoja de coca. "Ocurre a veces, enfrentamientos por la coca o por el oro. Me toco mediar y en el viaje a los poblados, escoltados por la policía, nos avisaron de que habían secuestrado a otro grupo. Al irnos había una niebla terrible y apareció una moto que nos dijo que la siguiéramos y realmente nos llevó a un barranco en el que parece imposible que no nos hayamos matado. Serían 500 metros de barranco, pero cuando llevábamos cuarenta vueltas dadas sorprendentemente el coche quedó plantado en una terraza, era la única posibilidad de salvarnos y a ella fuimos. Tuvieron que sacarnos con cuerdas, nos llevaron al hospital y la cosa no fue grave".- Un milagro.- Llámalo como quieras, yo con mi formación cristiana digo que fue una acción de Dios que estuvo con nosotros. Aquello nos marcó, al menos a mí.
Las Ventas y la HOAC
En 2020 regresó, con la pandemia, y pidió hacerse cargo de las parroquias de Las Ventas de Albares, cerrando así el círculo, ya que allí comenzó su etapa de más actividad y compromiso. "Llevo 14 parroquias que ya nada tienen que ver con aquellas de los años 80, la heroína, las minas... ahora son muy tranquilas". Aunque como Núñez no debe saber lo que es estar "quieto" se ha reincorporado a otro grupo en el que siempre estuvo muy implicado antes, la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), de la que había llegado a ser Consiliario Nacional. "Me gusta trabajar en este campo, con un grupo eclesial cristiano implicado en el mundo del trabajo, hacemos lo que podemos".
- ¿Y la candidatura al premio Princesa de Asturias?
- Ya se lo dije a los que me propusieron: no creo que lo merezca, estoy muy satisfecho de lo que hicimos en Proyecto Hombre pero nada más; sinceramente, no me preocupan estas cosas.