"La Iglesiona" de Gijón

La Iglesia del Sagrado Corazón llegó a ser considerada como la de mayor complejidad –con los 27 metros de altura que adquieren los arcos parabólicos de la nave única– en Gijón hasta la fecha de su consagración el 30 de mayo de 1924

José Mª Fdez Chimeno
22/01/2019
 Actualizado a 18/09/2019
Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús (consagrada en 1924). | L.N.C.
Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús (consagrada en 1924). | L.N.C.
Treinta años antes de que se inicien las obras de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de Gijón, en 1878, Antonio Gaudí proyectaba todo un recinto fabril para la Sociedad Cooperativa Obrera Mataronense, en el que la nave de blanqueo de algodón es el único testimonio que ha llegado a nuestros días de un proyecto más amplio y ambicioso. Considerada como el punto de partida del proceso creativo del genial arquitecto catalán, la nave de decolorado destaca por la importancia de la experimentación con arcos parabólicos, utilizados por primera vez como elementos estructurales. Esta solución arquitectónica se convertiría posteriormente en un elemento esencial y muy representativo de la obra gaudiniana; si bien su reconocimiento internacional no llegaría hasta muy entrado el siglo XX.

El historiador del arte Nikolaus Pevsner llevó a cabo sus primeras investigaciones sobre la etapa precedente a la formación del Movimiento Moderno, y en su primer ensayo Pioneers of modern desing (1936) rechazó la idea, hasta ese momento aceptada, que consideraba los orígenes del mismo a las obras ingenieriles del siglo XX, y retrasaba su nacimiento al arquitecto novecentista William Morris. Pero será en su obra Los orígenes de la arquitectura y el diseño modernos (1968) donde por vez primera se incorpore la figura de Gaudí al Modernismo. Destaca entre sus mayores aportaciones a la arquitectura el Palacio Güell (1884-1889) donde "en las dos portadas, Gaudí empleo rejas de tradición catalana y arcos parabólicos –la forma del futuro– tanto por su valor decorativo como por el estructural". No obstante, advierte que si bien "Gaudí ha sido celebrado como precursor de la estructura del siglo XX, cual pueda concebirla Nervi. […] aun considerando que avanzó en el dominio de nuevas formas y materiales, su experimentación con cargas y esfuerzos no fue la del ingeniero-arquitecto de nuestra época".

Ciertamente, para tal fin Gaudí se valió de un joven arquitecto calculista natural de Reus, Joan Rubió i Bellver (1870-1952), quien colaboró con su maestro y paisano en las obras del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia. Este arquitecto modernista recibió un primer encargo de los Jesuitas para la construcción de la Iglesia en la Parroquia del Sagrado Corazón de Raimat (Lleida), en 1918, y se consagró en 1922. Consta de una sola nave con contrafuertes y capillas laterales, y aporta como novedad los arcos parabólicos del modernismo.

Como vemos, "la forma del futuro" que preconizó Pevsner estaba presente no solo en la obra de Gaudí (en el bajo cubierta de la casa Milà o la casa Batlló), sino que su discípulo más aventajado, Joan Rubió, logró llevar al paroxismo aquel prodigio de solución arquitectónica que aún hoy en día sigue despertando gran admiración. Curiosamente, el modelo de la Iglesia del Gesú (1568-1584) de nave única con transepto muy poco pronunciado, la Compañía de Jesús seguía vigente a principios del siglo XX, y en su apuesta por la nueva arquitectura se valió de los arcos parabólicos para conjugar el binomio modernismo-tradición. Este binomio se conjugará con mayor grandiosidad si cabe en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de Gijón, gracias a una serie de circunstancias que posibilitaron su edificación; la primera, la presencia del rector del colegio jesuita, padre Cesáreo Ibero, haciendo frente a trabas administrativas y litigios surgidos desde que el arquitecto Joan Rubió firmara el proyecto en 1911; y la segunda, la presencia del maestro de obras Claudí Alsina (quien llevó el peso de las obras de la casa Botines de León) al estar domiciliado en la villa gijonesa, y como con sus conocimientos de la manera de construir de Gaudí se posibilitó llevar a buen puerto una obra que por los 27 m de altura que adquieren los arcos parabólicos de la nave única, llegó a ser considerada como la de mayor complejidad en Gijón hasta la fecha de su consagración, el día de San Fernando (30 de mayo de 1924).

Para más información ver: 'Gaudí. Ruta por el noroeste de España (2017)', de J. F. Chimeno.
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