Aconsejado por su letrado, El Chicle no desveló si hubo o no violación —una de las claves de esta investigación—, pese a que fuentes próximas al caso confirmaron a ABC que durante el registro de su vivienda el pasado día 31 sí reconoció que había tratado de agredir a la chica, pero que ella forcejeó tanto que no llegó a consumar y acabó por estrangularla y arrojarla al agua maniatada. En este punto, el abogado del acusado negó que su cliente hubiera confesado ningún delito e indicó que el detenido, que mantuvo durante cerca de quinientos días el secreto del paradero de Diana, se encuentra «psicológicamente muy afectado». También destacó que la colaboración de su cliente en el desenlace de las pesquisas facilitó el hallazgo del cuerpo de Quer, «mitigando así el sufrimiento de la familia».
La defensa de El Chicle también dejó entrever que jugará la baza de la pericial psicológica en un intento por demostrar alguna suerte de desequilibrio mental. Lo hizo al mismo tiempo que la caravana policial ponía rumbo al penal coruñés de Teixeiro, donde Abuín pasó este lunes su primera noche. Su ingreso en la cárcel entronca con el contundente auto que la juez de guardia dictó ayer y que establece una de las medidas más duras previstas por la ley, la prisión incomunicada y sin fianza. La instructora atendió así a la petición del fiscal, que entiende que en el caso del presunto criminal hay motivos de sobra para pensar en un intento de fuga o en cualquier tipo de maniobra ideada para «ocultar, alterar o destruir pruebas».
Blindaje de la investigación
Es más, el Ministerio Fiscal blinda con su solicitud al entorno de El Chicle, ante el cual considera que el encarcelado podría ejercer presiones para «influenciar la declaración de los testigos de los hechos, lo que podría frustar el buen fin de la investigación». Lejos de tratarse de una idea peregrina, el fiscal pudo tener presente el carácter persuasivo del acusado y que Abuín ya logró en dos ocasiones que su esposa le prestase coartada para ocultar sus crímenes. La primera vez, encubrió la violación de su propia hermana. La segunda, aguantó la presión mediática, social y sobre todo policial de un caso que mantuvo en vilo durante año y medio al país solo para proteger al padre de su hija y dificultar la resolución de las pesquisas.Fue precisamente la confesión de la esposa de El Chicle la que precipitó la declaración del presunto criminal y trazó la ruta hasta la tumba de Diana. El lugar, un inmueble de altos muros y escasos ventanales que en tiempos fue usado por los contrabandistas de la zona, está a solo quince kilómetros de la curva en la que «Quique» obligó a Diana a montar —según la principal hipótesis policial— en su coche a punta de cuchillo. Antes de marcar esta fábrica como epicentro de lo ocurrido la noche del 22 de agosto de 2016, Abuín dijo que la había tirado en un descampado. Después rectificó y aseguró que Diana estaba en la ría, pero a los investigadores no les cuadraban estos escenarios porque conocían los movimientos del móvil de El Chicle. Cuando finalmente mencionó la antigua mueblería, no hubo dudas.
Algunos de los pormenores de la investigación, puro encaje de bolillos, saldrán a la luz este martes en la rueda de prensa que los investigadores ofrecerán en la Comandancia de la Guardia Civil de La Coruña. Es el punto y final a quinientos días de una compleja labor policial.