La madre de Sheila Barrero, la lucha de una madre 'alma en pena'

La madre de Sheila Barrero jamás tirará la toalla en la búsqueda del asesino de su hija pero reconoce que "esto es muy duro", cada día las noticias son más desalentadoras pero ella sigue firme en su batalla pero como alma en pena caminando del juzgado al dolor

Fulgencio Fernández
09/02/2020
 Actualizado a 09/02/2020
Julia Fernández, en un homenaje a su hija Sheila ante los juzgados de Degaña.
Julia Fernández, en un homenaje a su hija Sheila ante los juzgados de Degaña.
«Ya no puedo más pero no voy a cejar jamás en la búsqueda del asesino de Sheila ». Parece un contrasentido decir que ya no puede más pero que la lucha sigue, pero no lo es, no lo es si son palabras de una madre que ha pasado por el doloroso trance de enterrar a una hija.

Y es lo que le ha ocurrido a Julia Fernández, que ha tenido que enterrar a su hija Sheila .

Y además su hija ha sido asesinada de manera cruel.

Y además nadie ha pagado por el crimen de una joven de 22 años.

Y además han pasado más de 15 años desde aquella noche del 25 de enero del año 2004.

Y en esos 15 años Julia se ha rebelado contra jueces y fiscales, ha montado un campamento delante de los juzgados para que no se cierre el caso, ha llamado a todas las puertas, ha clamado a todos los cielos y la respuesta siempre ha sido la nada.

No ha llorado en público pero lleva el dolor dibujado en el alma y sus gritos en la camiseta: «16 años sin tu sonrisa», «fin de esta agonía»... «te queremos Sheila . Lucharemos hasta el final».

Lo dicho: «No puedo más... pero voy a seguir».

Los últimos días han sido terribles, nuevamente terribles, después de abrir la puerta a algunas esperanzas nuevo portazo a su lucha, nueva y odiosa terminología judicial: «No existen en este momento medios de prueba, siquiera indiciarios...» y bla, bla, blá. Es imposible mirarle a la cara a esta madre, ni siquiera en fotografías.

Y ella ya no hablaba de justicia, creo que poco espera de esa palabra. Se aferra a los recuerdos y los cuenta, tal vez para que a alguien se le caiga la cara de vergüenza: «Tenían que haberla conocido, era un verdadero cielo,la más lista de la escuela, trabajaba para ayudar a su padre a comprar un coche, para que no le saliera tan caro...» y se le va iluminando la cara a cada nueva frase que añade al recuerdo vital de Sheila . Pero ni toda la luz del mundo borra su tristeza.

- No puedo más, pero no voy a cejar en mi empeño, por Sheila .
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