Siempre recordaba Lidia Kowalska cuando la pasaba a ver y citaba a La Crónica la portada que protagonizó en ‘la vieja’—a las pocas semanas de ver la luz el periódico (1986)— y en la que con grandes titulares decía "Una rusa en Astorga". Y añadía Lidia: "Tuve la sensación de que era como si hubieran visto un oso polar caminando por el centro de la ciudad... un oso por Astorga".
Pero pronto lo entendió, pronto se hizo al carácter leonés y una de las primeras palabras que "adoptó" —le encantaba conocer y estudiar nuestra lengua— fue la de retranca. Cuando le decías algo que no entendía bien el doble sentido preguntaba: "¿Retranca cazurra, imagino?".
Y es que en aquellos primeros pasos de la repetida transición, ella llegó a León en 1979, todavía tenía tintes exóticos lo ruso, aquello que durante décadas había sonado al enemigo a batir. Pero Lidia Kowalska contaba orgullosa su llegada a León porque era por el motivo más noble que existía para ella: "Me gustaba más el titular de las páginas interiores donde contaba que ‘la rusa’ había llegado a Astorga por amor pues, ciertamente, era la explicación de mi presencia en vuestro país".
Y Lidia, pura retranca tantas veces, disfrutaba explicando aquel largo viaje ‘por amor’: "Es que tenías que haber conocido a mi marido, José Ortiz de la Fuente, era muy guapo y muy sexi. Todos actuamos por amor y yo más".
La imagen y la figura de su marido completaba el contraste de ‘la rusa en Brimeda’ pues José Ortiz de la Fuente era un personaje muy conocido en la sociedad astorgana, había sido teniente de navío y ferviente anticomunista: "Y yo... rusa".
Las agitadas biografías de José y Lidia hicieron que se conocieran en Polonia, país natal del primer marido de Lidia, y allí se conocieron y se enamoraron. Vivieron unos años en la Sierra de Madrid y después compraron la casa de Brimeda para pasar los veranos pero con el tiempo ya se quedaron en Brimeda, donde Lidia decidió abrir las puertas de su casa a todo tipo de artistas. "No me acababa de hacer mucho a la vida del pueblo, no me interesaba mucho lo de hablar de la vida de la gente ni tenía interés en contar la mía, no se si la entenderían, por lo que decidí acoger a artistas que encontraran en la paz de este lugar un lugar idóneo para crear; yo no les doy guerra, y les preparo para cenar las mejores sopas y potajes de toda la comarca, complementado con algo".
- ¿Y eso?
- Mi vocación es el mecenazgo y por eso les ofrezco mi casa. A su vez, como no tengo mucho dinero pues les doy sopa a los artistas para que sigan creando sin preocuparse de otras cosas.
Su afición por las artes también venían inducidas por su marido, que era pintor. "Yo ya le conocí como artista, ya no era el rico de Astorga, ni el marino, era pintor".
Fueron muchos los que pasaron por esta casa de Brimeda, los que acompañaron a Lidia ya viuda, que tampocodudó en apoyar a su sobrina Lala Isla cuando publicó una biografía de la familia (de José Ortiz) que "descerrajaba" la historia oficial de esta saga, muy conocida en Astorga y La Bañeza.
Se ha ido está singular mujer. Muchos la lloran y le quieren dar las gracias, en ruso, claro. Como lo hacen Isabel y Alberto, de Fantasía y Comodín.
La mecenas rusa que daba sopa en Brimeda
Lidia Kowalska era "la rusa de Brimeda", desde 1979 cuando llegó a este pueblo "por amor", así le gustaba decir a ella. Con una intensa vida y mucha bondad convirtió su casa maragata en refugio de todo tipo de artistas que hoy lamentan su muerte
16/07/2023
Actualizado a
16/07/2023
Lo más leído