La mujer en la ciencia: "Se han dado pasos, pero las cifras aún reflejan que algo falla"

Los grandes puestos más que cuestión de género deben serlo de méritos, pero días como el de la Mujer y la Niña en la Ciencia recuerdan que ellas siguen "perdiendo" en el reparto

Rosa Álvarez
11/02/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Arranca este reportaje con dos afirmaciones que marcarán su contenido: la primera es que a día de hoy la ciencia no es solo cosa de hombres, ni siquiera un área en la que sean mayoría –en los últimos años las cifras se han invertido y cada vez son más las mujeres que deciden enfocar su carrera profesional por esta vía, superando en muchos casos en número a ellos– y, la segunda, que los altos cargos, las tareas de mayor responsabilidad, más que ser cuestión de género deben serlo siempre de méritos. Es decir, que el llamado sistema de cupos no es necesariamente el más eficaz, aunque a veces se demuestre «necesario» para obligar a un cambio, «a entender que hay muchas mujeres excelentes y que se debe contar con ellas». Quien lo relata es Pilar de Frutos, directora del Instituto de Ganadería de Montaña (IGM), de titularidad compartida entre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Csic) y la Universidad de León (ULE). Ella, que ocupa uno de esos cargos en los asegura que aún es difícil ver un nombre de mujer, afirma que durante los últimos años «se han dado pasos importantes, pero las cifras aún reflejan que algo falla».

Ahora, incide, en las carreras de ciencias es fácil ver un mayor número de mujeres que de hombres, por lo que «el problema no es en ningún caso de número». Tampoco lo es de méritos, dice, pero lo cierto es que «si bien empiezan más mujeres que hombres, la curva no tarda en dar un giro y, a medida que escalamos en los puestos, en responsabilidad, la proporción cae notablemente, ellos están arriba y ellas siguen perdiendo en el reparto». Situaciones como esta son las que justifican la celebración de fechas como la de hoy, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia’ –proclamado el 15 de diciembre de 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas– por dar visibilidad a los números y voz a ellas.

¿Por qué ocurre esto?

Una de las preguntas clave es ¿por qué si empiezan más mujeres que hombres en carreras científicas son ellos los que acaban en los puestos más altos? Las respuestas pueden ser múltiples, y Pilar de Frutos se atreve a dar algunas de ellas. En su opinión, sigue siendo un hecho que «a las mujeres no nos ofrecen (o lo hacen poco) los puestos más altos. Por algún motivo cuesta todavía asociar a las mujeres con este tipo de cargos, aunque en nuestro campo, en investigación, se dice que casi ninguna mujer reconoce individualmente que haya sufrido discriminación por género». Piensa en su propia experiencia y asegura estar de acuerdo. Nunca han pasado a un hombre por delante de ella evaluando sus méritos, pero también es cierto, comenta, que «si no te llaman para un puesto de gestión no vas a pensar que no lo han hecho porque eres mujer, crees simplemente que no te han llamado, aunque la realidad es que alguien ha llamado a un hombre para ese puesto que quizá tenga los mismos o menos méritos que tú y en ti ni siquiera ha pensado», lamenta.

Otro de los factores de peso que influye en ese reparto desigual es para la directora del IGM que «las mujeres damos más ‘no’ como respuesta que los hombres». Como ejemplo, subraya que mientras ellos suelen aceptar sin reservas este tipo de puestos, ellas se lo piensan un poco más o incluso los rechazan. Atribuye este comportamiento al hecho de que «las mujeres seguimos teniendo una mayor carga social a nuestra espalda que ellos. Los niños son de la pareja, pero a veces parece que son solo nuestros, o que los padres mayores también son únicamente responsabilidad nuestra».

María Martínez Valladares, trabajadora del IGM, comparte esta misma idea. Tiene un contrato Ramón y Cajal, que Pilar de Frutos asegura que son sinónimo de «excelencia», y lleva dedicándose a la investigación unos 17 años. Además de trabajadora es madre de dos niñas mellizas y no duda a la hora de asegurar que la conciliación es complicada, más para una mujer que para un hombre, lo que hace que en ocasiones «el freno» se lo pongan ellas mismas. La investigación no entiende de horarios y«si es la mujer la que tiene que sacrificar su tiempo en familia por trabajar, esto sigue sin estar tan bien visto como si el que lo hace es el hombre», aunque confía en que «poco a poco las cosas vayan cambiando».

Las cifras

Dentro del propio Instituto de Ganadería de Montaña, con sede en Grulleros, las mujeres representan el 55 por ciento del total de la plantilla (compuesta por 55 trabajadores), aunque si hablamos de personal investigador su porporción baja al 45 por ciento. Donde las mujeres sí que ocupan el cien por cien de los puestos es en el área de administración del centro (desde la secretaría hasta la gerencia no hay un solo puesto ocupado por un hombre), según los datos que maneja la directora. En cuanto a otros ayudantes de investigación (por ejemplo técnicos de laboratorio o de la finca experimental) la distribución es bastante equilibrada, con un 47 por ciento de mujeres y un 53 por ciento de hombres.

Pilar de Frutos incide en que estos datos se refieren a una plantilla pequeña, la del IGM, pero cuando los números crecen es más fácil ver las diferencias. Cita para ello cifras del Consejo Superior de Invetigaciones Científicas (Csic), extraídas del Informe 2017 de la Comisión mujeres y Ciencia, que muestra que en el inicio de su carrera investigadora dentro del Csic las mujeres son mayoría (58,06 por ciento), mientras que en las escalas o puestos superiores su porcentaje respecto al de hombres es del 24 por ciento.

Por su parte, en la Universidad de León, que comparte junto al Csic la titularidad del IGM, de los 96 grupos de investigación en activo, 34 están dirigidos por mujeres, según explicó días atrás el vicerrector de investigación, Carlos Polanco. Dentro del personal docente investigador hay 415 mujeres de una cifra total de 928.
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