La primera víctima reconocida de Ramos Gordón lleva el caso ante los tribunales

Javier denunció a la Policía los abusos del sacerdote en La Bañeza y la "burla" que ha sufrido por parte de la Diócesis de Astorga con numerosa documentación

C. Centeno
05/04/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Javier, la primera víctima reconocida de abusos sexuales por parte de José Manuel Ramos Gordón en el seminario de La Bañeza, ha dado un paso más en su lucha por conseguir justicia. Fue quien destapó el escándalo de pederastia del sacerdote, que sufrió tanto él como su hermano gemelo cuando eran menores, y al comenzar el proceso avisó de que «no pararía» hasta lograr su objetivo. Por eso, hace algo más de un mes se personó en la Comisaría de la Policía Nacional de Miranda de Ebro (Burgos) para denunciar los abusos sexuales de Ramos Gordón –condenado por la vía canónica a diez años de retiro en un convento fuera de la Diócesis de Astorga–, la «burla» que considera haber sufrido por parte del Obispado y la «impunidad» con la que actuaba.

«He denunciado el daño de los abusos y lo que vino después, porque se me ha desacreditado, creo que se han burlado de mí e intentaron ocultarlo», explica, algo «fácilmente demostrable» a través de grabaciones o correos electrónicos aportados.

Durante más de cuatro horas, Javier relató su caso, además de adjuntar numerosa documentación en una denuncia tramitada por el juzgado de Miranda y que ha sido remitida a uno de León, por ser la provincia en la que ocurrieron los hechos. «Creo que estoy en mi derecho de denunciar», asegura, aunque es consciente de que el delito de abuso sexual cometido por Ramos Gordón ya ha prescrito. «Sé que no va a ocurrir nada, pero creo que tiene que constar en algún sitio oficial», confirma, sin descartar llevar su caso ante el Tribunal de Estrasburgo.
Javier relató ante la Policía durante algo más de cuatro horas los abusos sexuales "y todo lo que vino después"
«Dije al señor obispo que no iba a parar y no he parado», confiesa. Aunque haber dado este paso ha provocado «que me encuentre muy mal». «Reconozco que denunciar es muy duro, se debería de tomar conciencia de que las víctimas no denunciamos los abusos cuando queremos, sino cuando podemos», admite. Por eso, espera que su denuncia sirva también para concienciar y que se elimine la prescripción en estos casos o, al menos, se alargue el número de años en los cuales las víctimas pueden acudir a los tribunales, como ha ocurrido en Chile. Este es precisamente uno de los objetivos que busca junto a otras víctimas de abusos con la asociación Infancia Robada, constituida a principios de este mismo año.

A pesar de que dar el paso de denunciar «te provoca miedo y ansiedad», cree que «es mi responsabilidad hacerlo». «Las víctimas no estamos capacitadas para denunciar», admite. Eso sí, apela a las palabras que pronunció el Papa Francisco en su entrevista del pasado domingo en Salvados –donde Javier también estuvo en un programa pasado– en las que recomendó ir a la Policía.

«Yo sé que los abusos están prescritos, pero denuncio también la impunidad y el encubrimiento, que ha sido lo peor de estos casos», contando que tanto él como su hermano trasladaron la situación que sufrían a los responsables del centro de La Bañeza y «no hicieron nada» y «mi padre se lo dijo a otros curas y solo se encontró amenazas por respuestas».
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