En la última cata del Comité, sus 16 integrantes calificaron 11 vidos antes de despedirse de esta figuraCierta melancolía en el ambiente, pero manos a la obra. Tocaba sentarse cada uno en su puesto y disponerse a catar los últimos vinos que calificarían como Comité de Cata de la DO Tierra de León, y es que este se disuelve en cumplimiento con la legislación de la Unión Europea relativa a las certificaciones de productos agroalimentarios. La nueva normativa obliga a todas las figuras de calidad europeas a acreditar sus productos bajo las condiciones establecidas en la norma EN-UNE ISO-17025. Esto podría llevarse a cabo a partir de órganos propios debidamente homologados, «una posibilidad prácticamente inviable para la mayoría de ellas por razones funcionales y económicas», explicó el presidente de la DO, Rafael Blanco. Por lo tanto ellos han optado por delegar el control organoléptico y físico-químico de sus vinos en laboratorios de análisis que tengan esa certificación.
La DO Tierra de León lo hará a partir de este mes a través de Certificaciones de Castilla y León, la única entidad que actualmente cumple esas exigencias en la comunidad autónoma. De hecho, la empresa CCL, que dispone de los perfiles aprobados por el pleno del Consejo Regulador y que definen con rigor las características que deben cumplir sus vinos, ya venía ensayando en los últimos meses la calificación de blancos, rosados y tintos en paralelo a la oficial realizada por el propio Comité de Cata.

El presidente del Consejo Regulador, que formó parte de él durante diez años, agradeció a los actuales dieciséis integrantes del equipo su compromiso, «nunca suficientemente reconocido», dijo, con la Denominación de Origen Tierra de León, y elogió «su irreprochable criterio técnico, su incuestionable profesionalidad y el extraordinario rigor de un trabajo impecable realizado siempre de manera entusiasta y totalmente desinteresada». «Es una labor enriquecedora y enormemente gratificante desde el interés personal», afirmó, «pero no por ello menos importante. Vuestra contribución al desarrollo de la Denominación de Origen ha sido siempre altamente exigente y ha tenido en ese sentido una importancia capital en la consecución de las altas cotas de calidad de los vinos blancos, rosados y tintos elaborados con nuestras variedades de uva Albarín y Prieto Picudo».
Esta nueva normativa supone un coste añadido para la DO y que será cofinanciado por las bodegas, ya que ambas partes contribuirán con el 50% cada una para sufragar el nuevo gasto. El procedimiento de calificación que llevarán a cabo sí será el mismo de modo que los equipos técnicos retirarán los vinos en las bodegas, los recogerán en la sede del Consejo Regulador donde los agruparán y posteriormente los trasladarán a la sede de CCL para la calificación, tarea de la que se harán cargo nueve especialistas ya formados en los últimos meses para tal fin.
En julio y agosto baja la calificación en número porque los rosados y blancos ya están fuera y para catar los tintos aún es pronto. Este viernes solo tuvieron que catar por tanto 11 vinos, poco trabajo para una última cata por la que brindaron esperando poder volver a hacerlo pronto por todos los éxitos que están por llegar.