De acuerdo con los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) que ayer remarcó Comisiones Obreras (CCOO), desde el 2008 la provincia de León ha perdido la friolera de 12.000 jóvenes de entre 16 y 24 años. Un descenso demográfico que no solo obedece a cuestiones de natalidad sino también a la emigración, para la que los jóvenes tienen cumplidos motivos. De los que se quedan, el 45% está en paro y más de la mitad de los que tienen un empleo trabajan con un contrato temporal. De esos contratos, el 35% son a tiempo parcial y hasta las contrataciones de la Administración no se pueden considerar «de calidad» porque el 86% son temporales, ya que las convocatorias de oposiciones se hanparalizado en muchas áreas. No obstante, hasta los 24 años una parte importante de la población está formándose.
¿Una vida laboral sólida?
Y después, ¿qué? "Becas ocultas y fórmulas de contratación donde bajo la excusa de prácticas se sustituye a un trabajador con contrato", denuncia el secretario provincial de CCOO, Ignacio Fernández.
Y más allá, ¿qué? En toda la provincia de León trabajan 162.200 personas, de ellas, 39.107 son autónomos y 30.193 personal de las Administraciones Públicas. Con ello, son 92.900 los trabajadores asalariados por terceros. Dadas las dificultades que plantea el empleo por cuenta propia, la fragilidad del tejido industrial que garantice empleo de calidad y que las empresas que más han crecido en los últimos años están en el sector del telemárketing, donde la rotación, la precariedad y la conflitividad laboral alcanzan cotas altísimas, el sector público es cada día más deseable para los jóvenes. Fuera de un puesto fijo en la Administración tienen «pocas expectativas de construir una vida laboral con solidez».
La vida que les espera
Sin embargo, la búsqueda de un empleo estable no es el único motivo que mueve a los jóvenes a preparar unas oposiciones, que cada vez son más duras por el incremento de la competencia. Muchos lo hacen por vocación, mientras que otros llegan a las academias después de entrar y salir del mercado laboral. Lo que queda claro después de hablar con ellos es que cada uno tiene sus razones y que el fantasma del aburrimiento amenaza incluso a los que nunca se han planteado entrar en el sector privado. "Puede que a los diez años ya no esté motivad y quiera dejarlo, pero a día de hoy no contemplo otra cosa", afirma Ángela, que oposita a una plaza de inspectora de Hacienda. "Si hubiera empleo de calidad en lo privado quizás no estaría aquí", apunta Elena que lucha por ejercer como Inspectora de Trabajo. "Jamás me he planteado otra cosa, yo soy un enamorado de la docencia", concluye Rodrigo, aspirante a maestro.