Las víctimas mortales en accidentes de motos casi se han triplicado en la última década en las carreteras de Castilla y León, al pasar de los 10 fallecidos del año 2010, a los 27 contabilizados el pasado año. Este incremento nada tiene que ver con la evolución del conjunto de víctimas en siniestros de tráfico, que se ha incrementado un 8,8 por ciento, dado que de las 125 víctimas de hace diez años se ha pasado a las 136, según datos de la Dirección General de Tráfico (DGT) a los que ha tenido acceso Ical.
El pasado año fue el peor de la última década, solo con unos baremos similares a los de 2015, cuando fueron 26 los motoristas que perdieron la vida, o los de 2019, cuando la cifra de fallecidos fue de 24. En total, desde 2014 el número de moteros que han perdido la vida en Castilla y León so 190.
Por provincias, León se sitúa a la cabeza con 41 fallecidos en este periodo, por delante de Ávila, con 34, Valladolid (27), Burgos (24) y Zamora (20). En el lado contrario aparece Palencia (7), Soria (8), Segovia (11) y Salamanca (18). En el último año, las víctimas se concentraron en León, con ocho, mientras que las provincias de Ávila y Salamanca sumaron cinco en cada caso.
Teniendo en cuenta los accidentes registrados en los dos últimos años, la carretera más peligrosa para los motoristas en la N-502, la carretera que comunica Ávila capital con el Valle del Tiétar a través del Puerto de Pico, que acumula cuatro víctimas mortales. En esta provincia también resulta peligrosa la CL-501, la vía que vertebra el Valle del Tiétar y que acumuló dos fallecidos. En la León la mayor siniestralidad corresponde a la N-621, la vía que une León con Unquera (Cantabria), la CL-626, que arranca en el puerto de Cerredo, en el límite provincial entre Asturias y León, y finaliza en Aguilar de Campoo (Palencia), y la LE-715, vía une las localidades de Fabero y Fresnedo. Por su parte, en Burgos también hubo que lamentar dos fallecidos en la CL-629.
A nivel nacional los motoristas incrementaron su número de fallecidos más que ningún otro grupo durante 2023, ya que 317 conductores y ocupantes de motocicletas perdieron la vida en accidentes en carreteras. Son 42 personas fallecidas más (+15 por ciento) que en 2022 y 129 más que hace una década (+68,6 por ciento).
Detrás de este incremento puede estar la subida en el número de matriculaciones de motocicletas, que el pasado año crecieron un 13 por ciento, así como una mayor utilización en el uso de la moto, tanto en desplazamientos laborales, como los fines de semana.
El perfil de las víctimas mortales es el de un varón entre 35 y 64 años y con una antigüedad en su permiso de conducir superior a los diez años. Además, ocho de cada diez siniestros ocurren en carreteras convencionales y más de la mitad los fines de semana. Las estadísticas también indican que dos de cada tres conducían motos de alta cilindra y, en la mitad de las ocasiones, el siniestro se produjo por una salida de vía.
Motos camufladas
Ante este incremento de la siniestralidad, la Guardia Civil de Tráfico en Castilla y León ha acentuado la vigilancia y en el caso de las carreteras de las provincias de Ávila y Burgos ha comenzado la utilización de motocicletas camufladas para sancionar las infracciones graves que se cometen, sobre todo, durante los fines de semana, según confirmaron a Ical fuentes del Instituto Armado.
Las motocicletas, que carecen de cualquier distintivo de la Guardia Civil, van equipadas como las habituales que utilizan los agentes, con todo lo necesario para sancionar en caso de que sea preciso: alcoholímetro, tableta, impresora y demás medios, aunque su objetivo es advertir a sus compañeros uniformados las situaciones antirreglamentarias para que sean estos los que les propongan para sanción.
Al mismo tiempo, también se han reforzado las campañas preventivas y de concienciación en colegios y todo tipo de concentraciones motociclistas.