Fue curioso. O significativo. Cuando uno de los tres voluntarios dijo «yo sigo soñando con el horror que vimos allí», los otros dos añadieron al unísono la misma expresión: «Y yo, cada noche». Para rematar: «Creo que tardaremos en dormir sin este sobresalto».
Hay otra coincidencia. Todos prefieren el anonimato, explicando que «lo hicimos porque nos lo pedía el cuerpo, creo que lo necesitábamos, pero nada más». Y señalan a María (María González Fontanilla) como cara visible del grupo con una razón que convence. «Es que yo fui la que inicié la publicación en redes de la iniciativa de bajar a Valencia con nuestros todoterreno. Y, la verdad, fue sorprendente cómo se empezó a sumar gente. Éramos cerca de treinta».
Vamos con la historia, relacionada con la Dana y sus terribles consecuencias, claro. Hay una asociación de ámbito nacional, que después tiene grupos por comunidades. Se llama SOS 4x4. Grupo de Voluntarios de Rescate off Road. A ella pertenece en León María González Fontanilla que viendo las espeluznantes imágenes de la tele pensó que en aquel caos vendría muy bien una flota de todoterrenos capaces de moverse en las condiciones más adversas. «Y lo escribí en redes, pidiendo voluntarios. Y las respuestas comenzaron a llegar en minutos».
Y así comenzaron a preparar ‘la caravana’ que saldría de León con la idea de trabajar sobre el terreno entre los días 7 y 11, en principio. «No te sabría decir el número total, de León salimos 27 coches, porque por el camino se nos iba sumando gente, en Burgos, en Extremadura… realmente es emocionante comprobar la solidaridad de la gente».
- ¿Y María coordinando?
- Lo que podía y se iba presentando. Tengo la ventaja de que por trabajo tengo experiencia en la gestión de grupos y eso me ayudó mucho; lo primero era ir contactando con ellos por el camino, comprobar que llegamos todos y ponernos a disposición para donde fuéramos necesarios, al margen de repartir lo que llevábamos, que íbamos cargados hasta arriba, de todo lo que te puedas imaginar. La verdad es que algunas cosas no las tuvimos que repartir, porque no hacían falta pues ya las tenían, y hubiera venido bien haber llevado algunas impensables al partir.
- ¿Por ejemplo?
- Pues cerveza fría, no se entienda mal, pero después de una jornada volcados en el trabajo, muy duro, nosotros y los otros grupos que andaban por allí, ¿no crees que bien mereces sentarte donde puedas y saborear una cerveza fría? O las gentes del lugar.
No todos fueron en la caravana. También alguno que no le coincidían las fechas fue por su cuenta, como un profesor que pidió cinco días «sin sueldo, por supuesto», y marchó con su 4x4, del mismo grupo, SOS 4x4.
- ¿Y una vez allí?
- Es cierto que había un caos tremendo, pero vas entablando relación con bomberos, guardias, personal sanitario, como Isabel, una coordinadora sanitaria, psicólogos... y cuando les pones a su disposición un buen número de todoterrenos pronto les encuentran utilidad pues se podían mover en medio de aquella tremenda situación, terrible, sobre el barro.
"Había un caos tremendo, pero vas entablando relación con bomberos, guardias, personal sanitario... y una ‘flota’ de todoterrenos resulta muy práctica para moverte en aquel desastre"
- ¿Cómo de grave era la situación?
- Mira, yo conocí allí a un bombero de Valladolid, Marcos, que había estado en el huracán Katrina, en el que fallecieron 2.000 personas, y decía que lo de Valencia le recordaba aquella devastación casi de igual a igual.
Una vez en el lugar se fueron repartiendo tareas muy diversas. El profesor estuvo todos los días que permaneció por los pueblos afectados —«estuvimos en todos»— dedicado a «transportar personal sanitario, psicólogos, enfermeras, médicos… se agradecía cuando llevabas a médicos, eran especialistas en este tipo de situaciones, y le dan una especie de normalidad que te ayuda pues no resulta nada fácil convivir contra todo lo que te tocar ver».
Otros se dedicaron a sacar coches de los garajes, a apartar árboles de la carretera o lo que fuera aquello que quedó y por las que ellos sí se podían mover. «No resultaba nada fácil ni con nuestros coches, recuerdo que tenía que llevar unas botas a voluntarios para que pudieran trabajar, serían seis kilómetros y tardé más de dos horas».
"Vimos cosas espeluznantes pero lo más impactante es la cara humana, ver a una abuela con un nieto en brazos mirando a ver si de un amasijo sacan a la madre te queda grabado"
- Hablabais de “todo lo que te toca ver” ¿qué fue lo más duro?
- Mira. Las imágenes lo dicen todo de los daños materiales o ver cómo algunos voluntarios están cocinando al lado de un montón de todo tipo de cosas apiladas, desde una moto a un jabalí muerto; las cifras también lo dicen todo de los fallecidos pero estando allí lo que te sobrecoge es la cara humana de la tragedia. Hay una imagen que creo que no se me va a borrar de la mente mientras viva, una abuela con su nieta en brazos mirando al horizonte, esperando a que de entre aquellos amasijos saliera la madre de la niña, viva o muerta ¿te imaginas el momento? Pues aquellas caras lo explicaban todo. Con esas imágenes son con las que te despiertas cada noche.
Sin embargo, María —y sus compañeros asienten- dice convencida que «lo único que pido por el esfuerzo realizado, por voluntad propia y lo haría mil veces, es quedarme sobre todo con la cara positiva, con momentos inexplicables pero que te emocionan. Cuando entras por una calle y salen a la ventana a aplaudirte, cuando te pregunta alguien desde dónde has ido y les dices que desde León y se abrazan a ti agradecidos… eso te lo quedas para tí y tampoco lo olvidarás jamás, aunque de momento con las imágenes con las que te despiertas sean otras».
Y siguen hablando y contando. Recibiendo wasaps de compañeros que decidieron no subir el lunes y aún andan por allí trabajando. Se emocionan y entiendes que prefieran el anonimato pues la satisfacción más íntima está en esa mirada agradecida cuando les explican que se han desplazado desde León. Mirada con la que algún día se despertarán. Lo merecen.