Los vecinos de Villarino del Sil se hartan de los osos

Aseguran que roban comida constantemente amedrentando a los lugareños y que la Junta "tiene abandonado" el pueblo

Ical
03/07/2023
 Actualizado a 03/07/2023
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Los vecinos de la localidad de Villarino del Sil, en el municipio de Palacios del Sil, exigen a la Junta de Castilla y León que se aplique el protocolo para ahuyentar osos de los núcleos urbanos, ya que desde hace varios años los plantígrados entran en la localidad, roban comida y asustan a los habitantes.

La situación es ya “insostenible”, según denuncia la junta vecinal, que afirma que están perdiendo veraneantes debido al miedo que provocan los osos, que, en algunos casos, se han enfrentado a los vecinos.

Hay una osa, concretamente, que los habitantes denominan Lechugina, por su afición a robar lechugas, que lleva cinco años entrando continuamente en la localidad. “Está ya humanizada, invade el pueblo, la gente está amedrentada y no quieren venir de vacaciones”, asegura a Ical el portavoz de la junta vecinal, Alipio García. “Tenemos un gran descontento porque no se aplican los protocolos, nos tienen abandonados”, dice.

Y es que el protocolo establece la realización de radiomarcajes para controlar su presencia y ahuyentarlos mediante sonidos o, incluso, pelotas. La junta vecinal reclama que se aplique ya. “No estamos en contra de los osos, es más, nuestros antepasados siempre los cuidaron. Pero no podemos continuar en esta situación”.

El problema, según Alipio García, es que no encuentran suficiente comida en el monte, por lo que sería necesario plantar árboles que les ofrezcan sustento. Además, esta osa conoce muy bien la zona, está acostumbrada y tiene varios oseznos que se mueven ya también por esos montes y saben donde acudir para encontrar comida.

Por otro lado consideran “irrisorio” el dinero que se les paga por los daños que los plantígrados provocan. “A mí por 40 cebollas y 36 lechugas que se comió, la Junta de Castilla y León me ha pagado 13 euros. Que actualicen los precios ya”, reclama.

“La solución pasa por llevársela a otro sitio”, afirma García. “Estamos orgullosísimos de nuestros osos, pero las cosas no se están haciendo bien”, concluye.
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