Unos 80 voluntarios «operativos» acuden al edificio de Puerta Obispo para echar una mano a la hora de repartir desayunos, comidas y cenas. Los hay que llevan «toda la vida», que «vienen todos los días» o que se comprometen para colaborar «una vez a la semana», explica Félix Llorente, presidente de Asleca. «Cada uno lo que puede», agradece. Para organizarse, tienen un calendario en el que se distribuyen para que no haya servicios ‘vacíos’ y se comprometen a cumplirlo o a avisar con tiempo si fallan, para que otra persona pueda sustituirles.
Gracias a su trabajo, el año pasado el comedor social dio un total de 79.580 servicios a 814 usuarios, de los que la mayoría eran hombres y más de un centenar dormía en la calle. Pero hay personas de todas las edades y los perfiles son muy variados: parados sin prestación, inmigrantes, personas con adicciones al alcohol, toxicomanías o problemas de salud mental.
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En más de dos décadas de voluntariado ha conocido las historias que están detrás de los usuarios del comedor. «Hay gente con la que entablas relación, una mujer me decía que iba a pasar sola estas fechas y te duele, en Navidad más todavía, porque les conoces de muchos años», afirma. Por eso no duda que «mientras se pueda ayudar» seguirá haciéndolo, «porque las hermanas solas no podrían».
Junto a ella acude también los viernes para ayudar con las comidas su marido, Florentino Rubio, que empezó un año más tarde que Alicia a colaborar con Asleca en el comedor. «Venía a buscarla al principio y la esperaba fuera y al final me dijo que porqué no venía un poco antes y entraba, y así fue», recuerda. Veinte años después «ya está el compromiso» y «venimos incluso más días si falta alguien y nos llaman», asegura. «Nos aporta mucha alegría», defiende, por lo que no duda en animar a otros leoneses a que se unan a este voluntariado. «Estoy muy contento», confirma, porque aporta su trabajo altruista para tratar de hacer un poco más fácil la vida de personas con «historias muy duras».
También por Alicia comenzó hace diez años Carmen Pardo, que acude dos días a la semana y confirma que está «encantada» de hacerlo. Ella estará este martes en la cena de Nochebuena echando una mano, porque es un día que «viene muchísima gente». También subraya el compromiso que adquieren los voluntarios con un servicio que no para durante los 365 días del año. «Hay que cumplir, porque si faltamos esto no anda bien», asegura mientras reparte los primeros platos junto a Florentino.
Ellos son tres de los alrededor de 80 voluntarios que hacen posible la actividad del comedor social de Puerta Obispo. Más de una veintena acude prácticamente a diario. Su principal función es servir los desayunos, comidas y cenas, ayudar en la recogida del comedor o preparar las bolsas de bocadillos para las cenas del fin de semana y colaborar con las cocineras en la preparación de los alimentos.
Este martes ayudarán a servir un menú es especial y pasarán allí más tiempo del habitual, ya que antes de la cena está prevista una misa y habrá villancicos, una celebración con la que pretenden que los usuarios salgan de esa soledad que muchas veces les acompaña y se recrudece más aún en estas fechas. El menú «extraordinario» ya está configurado: entremeses, sopa especial, carne o pescado, postre, sidra, café y dulces navideños.