Corría el año 1934 cuando nacía en Santa María del Páramo Rodolfo Martín Villa. Empresario, pero sobre todo político, fue procurador y gobernador civil de Barcelona durante el franquismo, ocupó varias carteras ministeriales con Adolfo Suárez y llegó a ser vicepresidente del Gobierno con Calvo Sotelo. También fue diputado por León y presidente de UCD en la provincia, lo que le hizo tener un papel relevante en la configuración del mapa autonómico. En un momento en el que ha resurgido el debate sobre la autonomía leonesa, asegura que volvería a mantener su posición sobre la integración con Castilla.
– ¿Dónde se entierran exactamente sus raíces leonesas?
– Mis padres y mis tres hermanos, que ya han fallecido, son leoneses. Tanto ellos como mis abuelos están enterrados en León. Somos una familia de estirpe ferroviaria, aunque yo nací en Santa María del Páramo, por donde nunca ha pasado un tren. En 1934, año de mi nacimiento, mi padre, que era un hombre del ferrocarril, facturaba las mercancías en camiones que salían de Santa María del Páramo hacia Veguellina de Órbigo, desde donde partían en tren a sus destinos.
– ¿Qué opinión le merece el último resurgimiento del leonesismo? ¿Se diferencia algo de los anteriores?
– Todos los sentimientos, sin excepción, son respetables. Faltaría más. Aunque he de reconocer que no sigo de cerca la vida política de la provincia, lo cierto es que parece que el leonesismo apuesta ahora por una comunidad autónoma con León, Zamora y Salamanca. Y ello supone una notable diferencia con respecto a sus planteamientos en los años de la Transición, cuando se apostaba por un ‘León solo’.
– Muchos se acuerdan de usted estos días, sobre todo aquellos que le culpan de impulsar Castilla y León. ¿Tuvo usted tanta responsabilidad como le quieren adjudicar por ser entonces presidente de UCD en León?
– La política a la muerte de Franco se resumía con la exigencia de libertad, amnistía y autonomía. El primer Gobierno de Adolfo Suárez, en el que yo era ministro de la Gobernación, lo que hoy sería del Interior, dio respuesta fundamentalmente a las demandas de libertad y amnistía. A menos de un año de que se constituyese este Gobierno y después de que se celebrasen las elecciones de junio de 1977, lo cierto es que había democracia, estaban aseguradas las libertades y no había un solo preso político en las cárceles ni un español exiliado en el mundo.
– Aún quedaba pendiente la exigencia de autonomía…
– Así es, pero en este asunto los sentimientos no estaban tan generalizados ni tenían la misma intensidad en toda España. Después de esas elecciones de junio de 1977, se constituyeron las llamadas ‘preautonomías’. La provincia de León no se integró en ninguna de ellas y su creación correspondía a los diputados y senadores elegidos entonces. Es cierto que León pudo unirse con Asturias, pero fue imposible porque al otro lado de la cordillera, el PSOE y el PC aventajaban en parlamentarios a la UCD y a AP. Sin embargo, la unión de Asturias y León suponían justo lo contrario desde el punto de vista político, porque UCD y AP tenían mayor representación. Era una época en la que yo no tuve un especial protagonismo en la política leonesa. Bastante tenía con mis obligaciones en el Gobierno de España.
Para fortalecer la nación no solo desde Madrid, era necesaria una comunidad que, sin León, sería débil– Pero sí lo tuvo más adelante…
– Al año siguiente de aprobarse la Constitución, se celebraron las elecciones de marzo de 1979, en las que formé parte de la candidatura leonesa de UCD. Se planteó en aquel entonces la necesidad de decidir entre la integración en Castilla y León y la comunidad uniprovincial. Sería falta de honestidad y supondría una actitud ridícula que negara mi posición de entonces y creo que la volvería a mantener hoy. Recuerdo con nitidez una asamblea abierta con cientos de concejales de UCD en la que finalmente se resolvió que se apoyara la integración de León en la comunidad de Castilla y León. En la decisión tuve la responsabilidad que correspondía a quien lideraba entonces la UCD en León, que contaba con cuatro de los seis diputados y también con tres de los cuatro senadores. En cualquier caso, también coincidió con UCD el PSOE, que tenía dos diputados y un senador. En definitiva, sin disimular mi posición, creo que aquello fue responsabilidad de muchos, de casi todos los que habíamos sido elegidos, concejales, diputados provinciales, senadores y diputados nacionales.
– Ha comentado que se puso encima de la mesa la posibilidad de la unión con Asturias, pero ¿qué otras alternativas había? Se habló de Zamora y Salamanca e incluso de Cantabria…
– Esa posibilidad de unión con Asturias no salió adelante por las razones que comentábamos antes y, en lo referido a Cantabria, lo cierto es que esa alternativa no llegó a existir en términos reales dentro del debate político. En cuanto a la unión con Zamora y Salamanca, creo que no tuvo la fuerza que, de una u otra forma, estaba representando el ‘León solo’.
– ¿Existió realmente esa opción en algún momento?
– A comienzos del año 1993, la casi desaparecida UCD apostó finalmente en León por defender la comunidad uniprovincial. Yo lo respeté, aunque evidentemente no lo compartía. Y fue por eso que decidí dejar el escaño y abandonar la vida política por algún tiempo.
Mi idea entonces era quelas diputaciones llevasen la administración de la Junta en las nueve provincias – ¿Por qué finalmente Castilla y León?
– Hay que tener en cuenta en primer lugar que a lo largo de nuestra historia, solo en muy contadas ocasiones y durante muy poco tiempo, hemos estado separados. Había que fortalecer la nación no solo desde Madrid, por lo que se hacía entonces muy necesaria una comunidad fuerte que, sin León, habría quedado muy debilitada. Necesitábamos, y se necesitan también en el momento actual, reflexiones firmes y personas fiables para defender la nación desde la periferia. Lo han hecho así por ejemplo el que fuera alcalde de La Coruña, Francisco Vázquez, o quien ocupase la presidencia de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra.
– Visto a día de hoy, ¿cree que el resultado ha sido positivo para León?
– Muchas veces se sobrevalora la influencia de la política en el desarrollo, la riqueza y el empleo, que en realidad son resultado del esfuerzo de las empresas y de sus trabajadores, de los profesionales y de la sociedad entera. El desarrollo de Valladolid tiene más que ver con la Fasa y con Renault que con el centralismo. Esta cuestión viene de mucho tiempo antes.
– En todo caso, la evolución de la provincia ha sido francamente negativa durante los últimos años. ¿Es culpa del modelo autonómico diseñado por los políticos de entonces?
– La política es más importante en el reparto de la riqueza creada, en la solidaridad y en los servicios públicos como la educación o en la sanidad. Vemos por ejemplo que nuestros vecinos de Asturias, que son una comunidad uniprovincial, sufren también las consecuencias de la crisis minera y de otros sectores en los que además la empresa pública estaba presente, casi omnipresente. Lo público coadyuva al bienestar, pero no lo crea.
– ¿Qué cambiaría en la estructura actual de la administración autonómica? No falta quien piensa que le ha quitado peso a las diputaciones…
– En cierto modo es así. Mi idea era lograr que la comunidad descansara sobre sus nueve diputaciones. Era consciente de que así se debía dar muestra de una mayor cercanía a la provincia que a la región. Es por eso que creo que la administración de la Junta en las provincias debería corresponder a las diputaciones. Su representatividad se habría visto reforzada además al integrar a los parlamentarios autonómicos en las provincias, puesto que habrían tenido también responsabilidades en las diputaciones.
Martín Villa: "Volvería a mantener mi posición de integrar León con Castilla"
Entrevista al exministro del Gobierno de España con Adolfo Suárez
22/02/2020
Actualizado a
22/02/2020
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