«Es cierto que nos suelen preguntar con frecuencia, ¿pero si no eres cura cómo vas a decir misa? cuando llegamos las primeras veces a los pueblos en los que es una novedad nuestra presencia». Así le ha ocurrido a Emilio Rodríguez, que ha comenzado este verano a acudir a pequeñas localidades para colaborar con el obispado y evitar que muchos pueblos se queden sin ningún acto religioso los domingos ante la evidencia de la ausencia de sacerdotes.
- Pero tienen razón en que no eres cura y dices misa.
- Cura no soy, claro, pero tampoco decimos misa, impartimos unos oficios religiosos muy parecidos pero no realizamos la consagración de las hostias, las llevamos ya consagradas por el párroco titular de cada pueblo.
- Si no eres cura...
- En mi caso concreto fui cocinero, durante muchos años y en diferentes lugares. Y ahora que estoy jubilado pues he decidido implicarme en esta actividad, algo que nació precisamente cuando aún era cocinero.
En su caso es inevitable que le gasten la broma de que fue ‘cocinero antes que fraile (o cura en este caso)’. «Ya lo puedes imaginar, pero me lo dicen con cariño, en general el recibimiento ha sido muy bueno en los pueblos a los que he acudido, que han sido Canseco y Pontedo».
- ¿Qué quiere decir en general?
- Bueno, nuestra inexperiencia propició que cambiáramos la hora en Canseco y tenían una reunión del pueblo, pero se solventó muy bien.
- ¿Cuanta gente suele acudir a vuestras ‘misas’?
- Ten en cuenta que vamos a pueblos muy pequeños, acuden una media de ocho o diez personas.
"Todo nació en una visita pastoral que hizo el obispo Luis Ángel de las Heras a Vegacervera, donde yo estaba trabajando, y planteó que algo habría que hacer ante la falta de sacerdotes"
Recuerda Emilio Rodríguez cómo nació esta posibilidad de colaborar en los oficios religiosos, en su época, como ha señalado, de cocinero. «En mi última etapa en activo regentamos, con mi familia, un par de negocios en Vegacervera. Realizó el obispo Luis Ángel de las Heras una visita pastoral a la comarca y se sorprendió de la cantidad de gente que acudió a la cita y planteó que ‘algo habría que hacer’ para que todos aquellos pueblos de la ribera alta del Torío no quedaran desatendidos, pues es evidente que era excesivo trabajo para el párroco titular, José Luis, por más que se esfuerce. Quedó en darle una vuelta a la idea y, con el tiempo, cuajó nuestra incorporación».
- Aún no lo hemos dicho; si no sois curas, ¿qué sois?
- El nombre oficial, algo llamativo, es el de Ministros Extraordinarios, y nos nombra el obispo, en nuestro caso Luis Ángel de las Heras.
El destino quiso que el citado párroco, José Luis, fuera nombrado responsable de la parroquia de La Regla, sin abandonar sus obligaciones en parroquias como las citadas de Canseco y Pontedo, o la de Cármenes, a la que acudió uno de los compañeros de Emilio Rodríguez. «Nos asignaron las tres y a mí me tocaron las dos a las que acudí, encantado».
Y es que el antiguo cocinero leonés ya colaboraba con la Parroquia de La Regla y así surgieron lo que el obispo ha definido «como sinergias entre La Regla y las parroquias de la montaña del Torío», en la que debutaron en este verano. «Hemos acudido dos fines de semana; reconozco que hay un cierto interés ante nuestra presencia, la extrañeza de que no seamos curas, pero pronto se normaliza todo y el ambiente es muy cordial, como no podía ser de otra manera».
- ¿En qué se diferencia una misa tradicional de los oficios religiosos de los ministros extraordinarios?
- La verdad es que en poca cosa. La ‘puesta en escena’, por así decirlo, es muy parecida, con la diferencia ya apuntada de que no consagramos las sagradas formas.
- ¿Y la homilia?, ¿no les hablarías de cocina?
- No, claro. La homilia nos la escribe el párroco titular, en mi caso José Luis, y nosotros simplemente se la explicamos a los que acuden. En general dependemos directamente del párroco y él es quien toma todas las decisiones, como es lógico.
Después de aquella reunión en Vegacervera con el obispo de León le llegó a Emilio Rodríguez la hora de la jubilación y pensó que era buen momento para implicarse algo más en la actividad de la parroquia y las ‘sinergias’. «La mayoría de los ministros extraordinarios, creo que somos ocho, somos gente que ya colaborábamos antes, como catequistas y otras actividades de las mismas. En mi caso se presentó esta posibilidad y me ha parecido perfecto, no me arrepiento, es un compromiso que yo ya tenía».
Emilio Rodríguez es un personaje muy conocido pues tiene detrás de sí una larga trayectoria en el mundo de la cocina leonesa «y fuera de la provincia» pues ha pasado por lugares tan emblemáticos como El Ermitaño de Benavente, el Casino de Valladolid o el Hotel Termal de Burgo de Osma; sin olvidar su presencia en uno leonés que marcó una época, el Vivaldi, bajo la batuta del desaparecido Carlos Cidón. Y en sus últimos años en activo se había vinculado a proyectos de la montaña leonesa, primero en el hotel rural levantado en el antiguo cuartel de Valdelugueros y finalmente en Vegacervera, donde regentó La Chousa Verde y después el restaurante Las Rocas, hasta su jubilación.
Pero, además de su presencia como ‘clásico’ cocinero, siempre fue un creador de iniciativas, un investigador o con un trasfondo solidario como el que late en esta nueva iniciativa personal encaminada a que pequeños pueblos no se queden sin su ‘misa’ dominical, algo muy importante para los habitantes de muchos de ellos. Entre estas ideas habría que destacar su recordado local de Padre Isla llamado Comida para Humanos, en el que ofrecía menús de calidad ‘para llevar’ a 5 euros, realizado en lo que él llamaba Taller Gastronómico, y recuperó también las cenas a ciegas. Acude como voluntario a Alzehimer León, visita colegios para hablar de cocina... un espíritu solidario e inquieto que ahora suma una nueva muesca en su andadura: Ministro Extraordinario.