Falleció hace unos meses con 110 años y, por una vez, la edad solo era una anécdota en las reseñas de su muerte, especialmente en el País Vasco, donde pasó buena parte de su vida. En su tierra leonesa, ya que era de Villamartín de Don Sancho, no fue noticia y eso que en ese momento (el 16 de julio se apagó su vida) era el leonés más longevo, un dato muy periodístico.
Los titulares de los medios vascos explicaban bien a las claras porqué su edad solo era una anécdota: «Fallece el último gudari», «adiós al único superviviente del Ejército Vasco», «muere el irreductible Mateo Balbuena»... En lo que sí coincidían todos era en señalar su condición de «combatiente vivo de Euzkadiko Gudarostea, Ejército vasco surgido de forma espontánea tras el golpe de Estado de militares españoles el 18 de julio de 1936».
Sí llegó la noticia a Villamartín de Don Sancho, su pueblo y el de su larga familia, pues precisamente esa condición de ser 10 hermanos fue la que propició que Mateo decidiera buscarse la vida fuera de su pueblo «pues lo que había en casa no daba para alimentar tantas bocas», escribió este luchador que es autor de 15 libros, de contenido político la mayoría y publicado el último de ellos cuando ya tenía 102 años. Con uno de ellos, sobre la posguerra en España, fue finalista del Premio Planeta.
En sus libros fue dejando datos de su perfil biográfico desde que naciera en Villamartín en septiembre de 2013, ya tenía muy cerca los 111 años cuando falleció. «Como era el mayor de diez hermanos en una familia pobre muy pronto me tuve que ir a trabajar para ayudar en casa y me empleé en la tienda de unos amigos de la familia».
Asturias fue su primer destino y donde se acrecentó su conciencia social y política, alimentadas también por su pasión por la lectura. Con mucha sinceridad contaba, por ejemplo: «No tenía muy claro qué leer e iba buscando, a veces aconsejado por amigos y compañeros de trabajo, hasta que caí en una lectura que despertó mis primeras inquietudes;ocurrió al leer La Rebelión de las masas, de Ortega y Gasset. La verdad es que no entendí nada, pero fue una invitación a seguir leyendo y buscando».
Yluchando. Después del citado Ejército Vasco llegó a ser teniente de carabineros, donde coincidió con el abuelo del exlendakari Ibarretxe, pasó cinco años en la cárcel... «pero ni se me pasó por la cabeza bajar la guardia y dejar de luchar por aquello en lo que siempre creí». Y no lo hizo, hasta sus últimos días.
Guardaba buenos recuerdos de Villamartín de Don Sancho, es mi pueblo, el de ni familia, pero la vida me llevó lejos de allí, algo muy habitual en aquellos años. Ydespués de explicarlo hace una pregunta que habla de la convicción de sus ideas: «¿Sabes que de mi pueblo también era Laurentino Tejerina?Indaga sobre su vida, verás que merece la pena».