Memoria del 'Torneros' del siglo pasado

León recupera un pequeño tramo del ramal ferroviario que cruzaba la avenida de Palencia y que daba servicio a las industrias ubicadas entre la calle Astorga y el paseo de Salamanca

Alfonso Martínez
07/02/2021
 Actualizado a 07/02/2021
Un tractor empuja un vagón por el ramal ferroviario. | CÉSAR ANDRÉS DELGADO
Un tractor empuja un vagón por el ramal ferroviario. | CÉSAR ANDRÉS DELGADO
Y la llegada del tren lo cambio todo. Al otro lado del Bernesga, en el oeste de la ciudad de León, no había nada. O casi nada. Un vivero provincial, algunas fincas con pequeñas casas de planta baja y huertas, las choperas habituales en cualquier ribera y las carreteras que llevaban a Zamora o a Galicia. Antes de que el ferrocarril transformase urbanística y económicamente la ciudad a partir de noviembre de 1863, solo existía el puente de San Marcos. Si se quería cruzar por otras zonas hacia lo que en la actualidad es el barrio del Crucero, solo quedaba la opción de habilitar pasos con troncos y otras estructuras de madera. Y esto solo era posible en verano, puesto que en invierno el agua inundaba los terrenos que hoy ocupan la estación de autobuses y las piscinas de Sáenz de Miera debido a que el río solo estaba mínimamente canalizado en el paseo de la Condesa de Sagasta.

Sin embargo, las traviesas, los raíles y el humo del ferrocarril supusieron una auténtica revolución industrial para la cuna de la democracia y sirvieron además para impulsar el desarrollo de un sector minero que ha sido fundamental para toda España desde el punto de vista energético y que ahora forma parte ya de la historia. Fueron sin duda la semilla de los mejores años de esta tierra en términos de población y riqueza.

El tren hizo que León comenzase a mirar algo más hacia el oeste y fue después de su llegada cuando se construyó el entonces llamado puente de la Estación, que a mediados del siglo pasado y tras su primera remodelación fue rebautizado como puente de los Leones.

El germen de Papelera Leonesa


A mayores del desarrollo de las infraestructuras y la actividad ferroviaria, la verdadera pujanza industrial de la zona oeste de la ciudad tiene su raíz en la instalación de Papelera Leonesa en el año 1900. Estaba ubicada en las naves conocidas a día de hoy como Productos Químicos Abelló, en la calle Astorga. Dichas instalaciones también albergaron durante la década de los años 30 los talleres para la reparación de los motores de los aviones del aeródromo de León, que eran utilizados por la Legión Cóndor.

Papelera Leonesa se instaló en esta zona porque necesitaba tener el río cerca para utilizar el agua en el desarrollo de su actividad y para deshacerse de los residuos que generaba. Fue un año antes de su puesta en marcha cuando se construyó un ramal ferroviario que facilitase la llegada de materias primas y el transporte de su producción.

Dicho ramal cruzaba la avenida de Palencia de forma paralela a la calle Astorga y a lo que actualmente es Ana Mogas para llegar a las inmediaciones de la planta de Papelera Leonesa. Esta infraestructura supuso un fuerte impulso para la zona durante las siguientes décadas. En los años 20, la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España puso en marcha el economato para sus trabajadores, que actualmente alberga las oficinas de Renfe después de su reciente proyecto de remodelación.

Del Trasval al Crucero


Posteriormente, fueron llegando nuevas industrias que favorecieron el desarrollo de una zona obrera que primero se llamó el Trasval para luego ser el barrio ferroviario o del Crucero. Un almacén de coloniales impulsado por Marcelino Elosúa en los años 30 (que luego se complementó con una planta para la refinación de aceite) fue el siguiente gran proyecto después de Papelera Leonesa. Más tarde se fueron instalando Industrias Vigonz, Bodegas Armando y Jabonera Leonesa. En el ramal ferroviario construido inicialmente se incluían cambios de aguja y carriles con el objetivo de dar servicio a cada una de las industrias que se iban asentando en la franja de terreno comprendida entre la calle Astorga y lo que a día de hoy es el paseo de Salamanca, que de aquella era conocido como el malecón (pese a que el río no estaba canalizado) y solo servía para dar acceso a las fábricas.

Este barrio aglutinaba por tanto a trabajadores de estas industrias, de talleres de vagones y locomotoras y de servicios ferroviarios auxiliares, además de maquinistas y revisores. Muchos llegaron de pueblos leoneses o de otras provincias en busca de un futuro más próspero y al amparo de la revolución industrial que experimentó la ciudad.

Cantina, fielato y don Valentín


Uno de los lugares de reunión entre los vecinos y trabajadores de esta zona obrera y ferroviaria era La Florida, una caseta construida a modo de cantina en lo que ahora es la confluencia de la avenida de Palencia con la calle Ana Mogas. Allí tomaban la parva o desayunaban los antes de emprender su jornada laboral o a media mañana.

A su vera se había construido a principios del siglo pasado la conocida como 'Casa de don Valentín'. Se trata de un precioso edificio que sigue en pie y llamaba la atención en una zona casi desierta por entonces. Se había levantado por iniciativa de Valentín Gutiérrez, contratista de obras de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, como hotel 'terminus' (en aquella época ya se consideraba idóneo que hubiera un alojamiento en las inmediaciones de las estaciones de trenes), aunque nunca llegó a emplearse con ese fin.Al otro lado de la avenida de Palencia se encontraba el fielato, otra pequeña caseta en la que se gestionaban los cobros de arbitrios y tasas municipales por el transporte de mercancías.Justo a orillas del fielato y de la cantina discurría el ramal que daba cobertura logística a las industrias de la zona. Y allí se encuentra desde hace unas semanas un tramo de los raíles de aquel ramal, que han sido recuperados y colocados en una de las aceras de la avenida de Palencia (la derecha según se va hacia la estación). El Ayuntamiento ha culminado la remodelación de esta acera (la primera parte se había acometido en el marco de las obras de la calle Astorga en el pasado mandato) después de que finalizase el proyecto para convertir el economato en las nuevas oficinas de Renfe y ha atendido la petición de la Asociación Ferroviaria Cultural Reino de León para recuperar ese tramo del ramal como memoria de aquella pujanza y de aquel progreso que generó para el oeste de la ciudad durante las primeras décadas del siglo XX.Recuerdo del vallado artísticoY como parte de aquella memoria están también las dos columnas que se conservan del vallado artístico que la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España construyó a ambos lados del ramal y que ahora vuelven a ejercer como escolta de los raíles recuperados. Dichas columnas fueron restauradas a principios del año 2019 por el Ayuntamiento de León, siendo Eduardo Tocino concejal de Infraestructuras y también a instancias de la Asociación Ferroviaria Cultural Reino de León. En ellas puede observarse la estrella del norte, símbolo de la compañía ferroviaria que responde al origen judío de sus fundadores y a su empleo habitual como guía para los viajes. No parece por tanto que tenga connotación política alguna, puesto que hay documentos que sitúan su origen incluso a finales del siglo XIX.Esas columnas (el resto del vallado se demolió en el año 2010 con motivo de la ejecución de las obras de la actual estación de trenes) y esos raíles son el único recuerdo físico de aquel pequeño Torneros, de aquel ramal ferroviario que sirvió como palanca de desarrollo del oeste de la ciudad desde el punto de vista industrial. Pero este empuje derivó en un creciente uso residencial, con los problemas que ello empezó a generar. Los olores del aceite refinado, del sebo de la jabonera y de los productos químicos y su difícil convivencia con los vecinos hicieron que las industrias se fueran mudando progresivamente.La ciudad se 'comió' el polígonoFue a mediados del siglo pasado cuando Renfe (que surgió en 1941 tras la nacionalización de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España) construyó en la zona las viviendas para sus trabajadores en virtud de ese carácter paternalista que tenían entonces las empresas públicas. Posteriormente, casi en los años 70, se derribó el economato levantado hacía medio siglo y se construyó uno nuevo (el que ahora ha sido transformado en las oficinas de Renfe) en las dos primeras plantas de un edificio residencial levantado por la conocida como cooperativa de la Sagrada Familia. Este economato supuso una revolución, puesto que incorporó ya el concepto actual de supermercado –pese a que era solo para los trabajadores de Renfe y sus familias– y dejó atrás el tradicional mostrador en el que el dependiente facilitaba todos los productos demandados tras mostrarle la cartilla que acreditaba la vinculación con la compañía ferroviaria. También el gabinete sanitario cambió de ubicación y se instaló en la confluencia de la calle Astorga y la avenida de Palencia con el fin de modernizar sus instalaciones.En definitiva, se pudo comprobar cómo la ciudad se 'comió' el polígono industrial que se había generado al amparo de un ramal ferroviario que en la actualidad se asemejaría al que se está impulsando en Villadangos del Páramo y al que se anuncia una y otra vez para la futura plataforma logística prevista en Torneros del Bernesga, que sigue sin concretar ni su urbanización, ni su diseño, ni su plazo de ejecución, ni si será realmente intermodal para seguir el ejemplo de desarrollo y prosperidad que sí lograron nuestros antepasados de principios del siglo XX.
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