"Soy licenciada en Osteopatía con un máster; soy licenciada en Derecho con varios másters y trabajé en el Congreso de los Diputados, conocí en Madrid el mundo de la abogacía y la política; soy licenciada en Ciencias Ambientales y trabajé de consultora en una multinacional en Barcelona; estudié Cocina y me especialicé en repostería; estudié Fisiología en la Universidad de León; soy licenciada en Historia del Arte..." son frases textuales, parte de la presentación de algunas mujeres rurales vinculadas, en este caso, al territorio de Cuatro Valles, abarcar toda la provincia sería imposible y una especie de lista de licenciaturas, doctorados...
Hay otras; en casa de Neli tenían ganado y ella le dio una vuelta a la vieja forma de hacer y montaron una granja de huevos ecológicos en Villanueva de Omaña; Aldaya vio la posibilidad de cumplir el sueño de su madre de no abandonar la tienda de Otero de las Dueñas y hacerlo compatible con el suyo de ser osteópata... la hostelería, la apicultura fueron otros destinos de jóvenes, en su gran mayoría, mujeres que decidieron ser rurales, que buscaron estar y trabajar en pueblos leoneses, por vocación, por como apuesta personal pues, en muchos casos, tenían su vida solucionada en otros lugares: "Saber que mis tres hijos están tranquilamente jugando en la plaza del pueblo, como ha ocurrido toda la vida, nos da una idea de la calidad de vida que he encontrado», dice María Díez de Pedro, que vive y trabaja en La Robla donde puso en marcha un ‘salón de uñas’. En el caso de Isabel Gómez además del negocio, ha recuperado para este uso un viejo y abandonado edificio de la Minero Siderúrgica de Ponferrada, la residencia de solteros de la MSP. No es el único caso el de Isabel, la antigua cárcel de Murias de Paredes es hoy un hotel rural con Nuria Rodríguez al frente; también, desde ya hace 25 años un Centro de Turismo Rural las viejas escuelas de Sena de Luna puesto en marcha por Sole Fernández y tres compañeras de trabajo que vieron cómo cerraba una emblemática empresa leonesa en la que trabajaban; viejas casonas restauradas...
No son anécdotas, ni mucho menos. En este ambiente de desesperación y abandono, de repetición hasta la saciedad lo de la España Vaciada, los ejemplos de mujeres que apuestan por sus pueblos de origen, en la mayoría de los casos, son importantes. Mar García, técnico de Cuatro Valles, les pone cifras: "El 67% de las mujeres encuestadas para la estrategia Mujer Rural consideraron atractiva la idea de emprender un negocio en las zonas rurales; de hecho, el emprendimiento rural femenino supone un 54% del total . Su compañera Chefi González pone números a esos porcentajes: "Por nuestras oficinas, pidiendo asesoramiento, han pasado 36 mujeres desempleadas a las que se elabora el curriculum, se les ofertan cursos para darles más posibilidades de empleo y asesora y tramita subvenciones. 73 mujeres han pasado por estos cursos y más de veinte ya tienen un negocio en marcha en este territorio de Cuatro Valles".
Muchas de ellas acudieron la semana pasada a una jornada para clausurar la Estrategia de Emprendimiento de Mujer Rural y cuatro de ellas participaron en una mesa redonda hablando de su experiencia: Saida Lara, de Quintanilla de Babia contó como vino de Barcelona hasta Quintanilla de Babia y puso en marcha la Consultoría Industrial Lara Tecnic que compagina con la tarea de ganadera. Cheli Aguilar, de La Vid de Gordón huevos ecológicos, más conocida como la Bruja de la Miel regresó a su pueblo natal para poner en marcha una empresa de apicultura. La berciana Nuria Rodríguez, descubrió Omaña y aquí regenta, en Murias de Paredes, el Hotel Rural La Carcel desde hace un año y Nélida Gutiérrez, de Villanueva de Omaña, nunca abandonó su pueblo y allí ha puesto la granja de huevos ecológicos Na Fardela.
Saida Lara, por ejemplo, ha trasladado su trabajo de consultora internacional de Barcelona a Quintanilla de Babia. "Hoy día todo es posible, con un portátil y buena conexión da igual vivir en Barcelona que en Babia", y resalta lo de "buena conexión". Saida se ha incorporado con fuerza a la vida de su pueblo, más allá de su empresa, participando en todo tipo de iniciativas culturales o sociales y la vida del mundo rural. Puedes llamarla en verano y te pide que lo hagas más tarde, "que estamos a la yerba".
Neli, por su parte, vio la posibilidad de no abandonar la tradición familiar pues, explica, "en casa siempre hubo ganado, pero le quise dar una vuelta y monté algo que vimos que no había por la comarca y creo que tampoco en la provincia, una granja de huevos ecológicos, que llamamos Na Fardela". También seguir vinculada a su pueblo, "algo que siempre tuve claro", fue lo que llevo a Aldaya a quedarse con la tienda familiar, que iba a cerrar, "y cumplir así otro sueño añadido importante, el de mi madre. Como además me permitía ejercer aquello en lo que me había formado, la osteopatía, pues feliz en Otero de las Dueñas".
La pujanza de la apicultura también queda patente entre las mujeres emprendedoras del mundo rural. Tres de ellas se han decantado por este sector. Chelito Aguilar regresó a la Vid de Gordón en la pandemia y pensó que quedarse en su tierra "era la mejor solución de futuro y comenzó a montar lo que hoy ya es una realidad, La Bruja de la Miel, tanto que ya son muchos los vecinos que le llaman por el nombre de su empresa. La Cazurra es el nombre que le puso Leticia, licenciada en Historia del Arte, a su empresa de apicultura con evidente éxito pues sus productos no han dejado de ganar importantes premios, manteniendo la filosofía de ser "respetuosos con el medio ambiente". La tercera apicultora es Gloria Suárez, en Salce, con su miel Vuelo 08: "Parece un nombre extraño pero tiene su sentido pues las abejas cuando vuelan van dibujando en el aire ceros y ochos", explica esta joven licenciada en Económicas que ha podido cumplir su sueño pues "cuando estaba en León, estudiando en la Universidad, no estaba pendiente de las celebraciones universitarias, lo que quería era que llegara el viernes y volver a Salce, con los míos, con la gente del pueblo. Yo soy muy mujer rural, por vocación".
Una caso bastante diferente es el de Arancha Santiago, con La senda, una empresa de turismo activo en Caboalles de Abajo, donde los visitantes, sobre todo niños, pueden "desde hacer rutas a caballo a ordeñar una vaca o dar de comer a un ternero, sacar las patatas o hacer quesos".
La mayoría, como se ha visto, empiezan casi desde cero, con las habituales trabas burocráticas, como reconoce Estefanía Sutil, de ‘La despensa’ (tienda) aunque no todas, como reconoce Rosa Gutiérrez, del restaurante y bar Entrepeñas, en Geras de Gordón. "Hemos luchado, pero lo tuvimos más fácil pues ya era un negocio en marcha". Estrella Morán, por su parte, lamenta "no haberme dado cuenta antes de las posibilidades que tenía un bar en La Cueta, que anduve no sé cuántos años detrás del ganado, que es muy sacrificado".
Sólo unos ejemplos, de unas comarcas (las de 4 Valles), pero hay más: Artesanía (Zona Cerámica, en Orzonaga), acupuntura (Ana Barrios, en Manzaneda de Torío; pastelería (María Madrigal, en La Pola de Gordón), ganadería (Aida Roddrigo)... o fisioterapia, con Aida, que deja una interesante reflexión final: "Hice fisioterapia, me especialicé en Fisioterapia Deportiva y me fui a Madrid porque piensas que es donde va a haber más trabajo... es una mentira muy grande por lo que me decidí a regresar donde siempre he querido vivir, en Villablino, lo que ha sido una acierto pues aquí la calidad de vida el brutal".
Idea que repiten muchas de ellas.