La emigración laboral del colectivo de trabajadores leoneses mayores de 45 años es una de las heridas por las que se desangra demográficamente la provincia. Las salidas no se ven compensadas con la llegadas y el pasado año el saldo final arrojó un pérdida de 584 trabajadores, pese a que ‘firmaron’ en León 4.053 personas. De 2012 a 2017 los leoneses que han rubricado un contrato fuera de la provincia son 3.000 más de los que han entrado en León.
Es destacable también el aumento de la movilidad interprovincial de este colectivo de trabajadores. Si en el 2012 eran 1.808 los que llegaban y 2.175 los que salían (-367), en el pasado año eran 4.053 y 4.637 (-584), respectivamente.

En cuanto a la relevancia del colectivo de los trabajadores mayores de 45 años para la economía, desde el Sepe apuntan que «constituyen uno de los colectivos de interés para el empleo por sus especiales dificultades de inserción laboral». No obstante, como recogen los estudios del Servicio Público, más del 70% de los parados mayores de 45 años solo tiene estudios obligatorios, lo que reduce el abanico de oportunidades laborables para los candidatos. De hecho, pese a que la falta de formación puede ser suplida con la experiencia, los informes oficiales concluyen que el paro afecta en mayor medida a los niveles formativos más bajos.
En este contexto, todo apunta que la provincia tampoco ofrece atractivos laborales ni para los jóvenes ni para los más expertos. Si durante el pasado ejercicio los menores de 30 años que ‘entraron’ en la provincia fueron 5.981, los mayores de 45 fueron 4.053. Unas cifras que llaman la atención por su contraste con las de salida: 10.732 en el caso de los jóvenes, casi el doble de las entradas; 4.637 en los mayores de 45, unas 600 menos que las entradas. Los trabajadores de 30 a 45 años encuentran más razones para desplazarse a León, ya que fueron 7.015 los que firmaron un contrato en la provincia en el pasado año, aunque también son los que más emigran (11.308).
Con estas cifras, en León como en el resto de España, según destaca el Observatorio de las Ocupaciones del Sepe, el fenómeno se ha consolidado a lo largo de los últimos años, especialmente, como prueban las estadísticas, desde que estallara la crisis económica. Según el Sepe, «en España, la movilidad geográfica de los trabajadores relacionada con la contratación se define por una serie de desplazamientos entre diversos ámbitos territoriales cuya intensidad está asociada con factores como la proximidad entre provincias, la pertenencia a la misma comunidad autónoma o la relación con Madrid, factores que en algunos casos son coincidentes».
Es el caso de la provincia de León, donde las tres variables se concretan en el destino de los que salen y la procedencia de los que entran. Así, en el pasado año, según el último dato cerrado (2017), Asturias, Zamora, Madrid, Valladolid y Cantabria fueron las provincias desde las que más trabajadores se desplazaron a León, mientras que Madrid, Asturias, Valladolid, Barcelona y La Coruña fueron los principales destinos de los leoneses.
Detrás del análisis estadístico se esconden diversas visiones. Presentada como una factor de dinamización del mercado laboral para hacer frente a la crisis, la movilidad geográfica no es un fenómeno que despierte simpatías en los territorios. Volviendo al ejemplo de Vestas, el secretario autonómico de CCOO, Vicente Andrés, reclamó el pasado jueves la pronta llegada de un inversor que se haga cargo de la factoría de Villadangos «para que los trabajadores puedan ser recolocados y no tengan que irse a otras partes de España».