¿Se imaginan que en León hubiera un lugar como la Puerta del Sol de Madrid donde acudir en masa a celebrar el año nuevo? Hoy por hoy no existe tal espacio, pero la hemeroteca de la prensa leonesa y el maestro de la fotografía de este periódico que es Mauricio Peña están ahí para recordar a los leoneses que lo hayan olvidado, y para enseñárselo a aquellos que no lo supieran, que en el año 1992 se intentó algo parecido, pero salió mal.
Hace 32 años, el 31 de diciembre de 1992, acudieron a medianoche a la plaza de Regla cientos de leoneses para celebrar la llegada del año nuevo todos juntos y con su correspondiente docena de uvas y una copita de vino, cortesía de la Escuela Taller del Ayuntamiento de León. El reloj de la Catedral se había reparado justo ese año en Suiza después de una importante avería que lo mantuvo inoperativo durante 20 años y, para celebrarlo, se quiso utilizar para dar las campanadas y celebrar la llegada de 1993.
Sin embargo, los leoneses que acudieron allí terminaron tomando las uvas en silencio ante los toques de un reloj que no se escucharon abajo, en la plaza, tan sólo en el campanario. Sí que se escucharon bien los abucheos, según las crónicas de la época, pues los leoneses quedaron defraudados.
El volumen del reloj se había reducido para no molestar a los vecinos de la zona cada vez que diera las señales horarias, pero no se subió para este evento. Así, la ciudad vivió unas silenciosas campanadas que frustraron los deseos de volver a repetir la experiencia. Ya no se volvió a intentar al año siguiente y así hasta hoy.